Peña Nieto, y la trascendencia de su imagen

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Cuando nuestro actual presidente, Enrique Peña Nieto, asumió la presidencia de México, causó grandes expectativas, no solo en el país sino también hacia el exterior. Se veía como un factor renovado capaz de lograr acuerdos los cuales estaban estancados de la presidencia anterior, y así impulsar al país en todos los ámbitos.

Al presentar las reformas estructurales que impactarían en el ámbito económico del país, así como la disminución de la violencia, a nivel internacional fueron bien vistas. Donde incluso la revista Time, dedicó su portada internacional a nuestro presidente, teniendo en portada la frase “Salvando México”, representando una figura internacional en la que junto con Miguel Ángel Osorio Chong, actual Secretario de Gobierno y Luis Videgaray, Secretario de Hacienda, serían quienes conformarían el comité para salvar al país.

En mi opinión, una estabilidad política se basa en la calidad de las instituciones, en el buen manejo de la administración pública, el mantener las normas sin cambios y en la capacidad de poder responder a las necesidades de la sociedad.

Enrique Peña Nieto fue ganando popularidad, buena imagen, y también legitimidad a nivel internacional, comparado con el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. Peña Nieto cambió el lenguaje de sus discursos dándoles un enfoque al progreso y modernidad del país, y creando un fuerte común para manejar la información. Poco a poco fue maximizando esa imagen de un México fuerte y estable, donde la sostenía con actos que legitimaban su gobierno.

Sin embargo, su legitimidad al interior y exterior de la República se ha estado degenerando, debido a los distintos problemas internos, el cuál se resalta aquel que impacto más a este nivel: la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa.

A raíz de este suceso, tanto el presidente y el país, fueron perdiendo esa legitimidad, cayendo toda la responsabilidad sobre el Ejecutivo y una sociedad catalogándolo como un “crimen de Estado”. Por otro lado, en materia económica, México no ha estado creciendo como se esperaba debido a la crisis petrolera la cual esta perjudicando el valor de nuestra moneda.

…es necesario considerar que el desarrollo de problemáticas en el ámbito político, económico y social del país, ha provocado que el estilo personal de gobernar del presidente se vea plenamente reflejado no solo en la política interior sino en la imagen que proyecta México en todo el mundo…

A partir de esto, el Presidente empieza de nuevo a generar esa buena imagen del país, ahora en los últimos viajes que ha realizado, mencionó una frase que me causó un poco de controversia: “México lleva 80 años de estabilidad política” —dijo. Peña Nieto dice esta frase en un contexto donde plantea que en México no ha habido golpes de estado, donde se lleva una continuidad política y a raíz de esto se crea una democracia. En mi opinión, una estabilidad política se basa en la calidad de las instituciones, en el buen manejo de la administración pública, el mantener las normas sin cambios y en la capacidad de poder responder a las necesidades de la sociedad. Aquella estabilidad que impulsa al país en todos los ámbitos, no en el que dice que tiene “democracia”, donde en varios sectores del país no se vive.

Concluyendo con lo anterior, es necesario considerar que el desarrollo de problemáticas en el ámbito político, económico y social del país, ha provocado que el estilo personal de gobernar del presidente se vea plenamente reflejado no solo en la política interior sino en la imagen que proyecta México en todo el mundo, trayendo consigo una perspectiva de lo que representa el México que vivimos. Por el cual hay que considerar que la manera en la que se gobierna dentro del país impacta a nivel internacional y además repercuta dentro de este, actuando de manera recíproca.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

PRIVATIZACIÓN INEVITABLE

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“Sólo MORENA luchará contra la privatización de PEMEX”, ha pregonado Andrés Manuel López Obrador desde que inició su precampaña (anticipada, por cierto) a las elecciones de 2018 y ha promovido la idea de que el presidente Enrique Peña Nieto es un traidor a la patria por querer privatizar PEMEX con su reforma energética. Pero, ¿Realmente fue idea de Peña Nieto?

La privatización de PEMEX ciertamente no es un tema que surgió en el presente sexenio. Si bien es un tema que acaba de cobrar relevancia (ya que es una buena consigna de campaña), surgió con la presidencia de Carlos Salinas de Gortari y se concretó con la de Ernesto Zedillo Ponce de León.

La administración de Salinas de Gortari se caracterizó por su carácter neoliberal y antirrevolucionario, además del sometimiento intencional a la voluntad del Fondo Monetario Internacional y, por ende, a los dictados del gobierno estadounidense (que tiene un gran control sobre este organismo al contar con poder veto)[1]. Característico de los gobiernos neoliberales, se priorizó en México el enriquecimiento de los ricos a costa del empobrecimiento de los pobres, es decir, los ricos se hicieron más ricos y los pobres se hicieron más pobres. A su vez, la clase media trabajadora sufrió un gran golpe por parte de la globalización: la apertura a la inversión que se tradujo en desmantelamiento de la industria nacional en favor de la producción extranjera. Todo esto provocó una grave crisis económica que comenzó a finales de su sexenio y a principios del de Zedillo Ponce de León en 1994, quien se vio forzado a devaluar el peso.

La privatización de PEMEX ciertamente no es un tema que surgió en el presente sexenio. Si bien es un tema que acaba de cobrar relevancia (ya que es una buena consigna de campaña), surgió con la presidencia de Carlos Salinas de Gortari y se concretó con la de Ernesto Zedillo Ponce de León.

¿A qué se debe este breve antecedente histórico? Como consta en las fichas del Fondo Monetario Internacional [2] , en febrero de 1995 el entonces presidente Zedillo concretó las negociaciones de un préstamo por parte de Estados Unidos de 20 mil millones de dólares y otro por parte del FMI de 18 mil millones de dólares para “rescatar” a México.

Por supuesto que este “rescate” no fue gratis. Si bien es razonable y perfectamente válido que el FMI imponga condiciones económicas (intereses, por ejemplo) a los países a los que presta dinero, no es aceptable que imponga condiciones políticas [3].

Y precisamente el precio político de ese “rescate” fue, entre otras condiciones [4], la privatización de PEMEX (condiciones que fueron impuestas yendo acorde a las propuestas del Banco Mundial [5] en materia de petróleo e iniciativa privada) [6] .

Así es como, desde 1995, México está obligado internacionalmente con el FMI a privatizar PEMEX. Por eso el gobierno, en los últimos sexenios, ha realizado diversas medidas internamente para eventualmente concretar la privatización (que seguramente no pasará más de un sexenio más en que se concrete).

Pero la verdad es que no hay mucho que se pueda hacer para evitar la privatización de PEMEX. Ya es algo inevitable (y esto sí no es culpa de Peña Nieto, como muchas cosas sí lo son).

Ahora bien, ¿Podría México incumplir con esa obligación impuesta por el FMI por ir en contra de los principios de la Nación? Sí podría. ¿Conviene hacerlo? No considero que convenga: incumplir la obligación provocaría que el FMI ya no vuelva a prestarle a México (por lo menos hasta que éste cumpla). Y a como va nuestra economía, parece que necesitaremos pronto de uno.

Según el Dr. Stiglitz en su libro El malestar de la globalización, los gobiernos de los países subdesarrollados se encuentran atrapados entre las demandas y condiciones del FMI con todas sus consecuencias sociales y políticas internas, y las crecientes protestas y alborotos populares provocados por éstas… así, de repente enfrentan disturbios sociales que al llegar a cierto grado colocan a estos gobiernos entre la exigencia del FMI y las protestas [7].

Ésto que menciona Stiglitz es precisamente lo que vivimos en México desde que la reforma energética era un proyecto de ley hasta el día de hoy (aunque el problema se gestó veinte años antes y en ese entonces nadie dijo nada). Pero la verdad es que no hay mucho que se pueda hacer para evitar la privatización de PEMEX. Ya es algo inevitable (y esto sí no es culpa de Peña Nieto, como muchas cosas sí lo son).

[1] El poder de veto de Estados Unidos en el FMI no consta en papel; pero para aprobar todas las grandes resoluciones, de acuerdo a las reglas del FMI, se necesita el 85% de los votos y Estados Unidos tiene el 17% de los votos. Esto le otorga un poder de veto sin necesidad de aliarse con nadie más. Y es el único país que lo tiene.
[2] Ver ficha emitida por el FMI, aquí: http://www.imf.org/external/np/sec/pr/1995/pr9510.htm
[3] Como lo ha reiterado el Premio Nobel de Economía 2001 y ex jefe de economía del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, el FMI impone condiciones a los países que presta de carácter político, como renuncia a medidas proteccionistas para lograr una apertura rápida de sus economías a la inversión extranjera. En caso de México, la privatización de PEMEX contribuye a los intereses del FMI, manipulado por Estados Unidos que nunca ha ocultado sus deseos de que el gobierno mexicano privatice PEMEX.
[4] Se les impusieron cinco medidas que diseñó el BM a cambio del préstamo: permitir contratos de riesgo, permitir inversión extranjera en petroquímica, dividir a PEMEX en empresas separadas con distintas competencias, permitir la competencia interna e internacional frente a PEMEX y, finalmente, privatizar PEMEX.
[5] De acuerdo al programa “Oil and prosperity: Reforming México’s petroleum monopoly”, publicado en 1992 por el Banco Mundial e impulsado también por el FMI.
[6] Saxe Fernández, John. Fox y el desmantelamiento de PEMEX. Vnezuela, Revista Nueva Sociedad, 2005.
[7] Stiglitz, Joseph. El malestar en la globalización. Madrid, Editorial Taurus, 2002.

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