Pide Sanders unión contra autoritarismo de Trump

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El senador de Vermont y ex aspirante presidencial demócrata Bernie Sanders, aseguró que el presidente Donald Trump está conduciendo al país al autoritarismo y que es urgente elegir a Joe Biden como mandatario.

“Estamos en la peor crisis de salud en un siglo. Y en medio de todo esto, tenemos a un presidente que no sólo es incapaz, sino que nos está llevando a un camino de autoritarismo. Necesitamos una respuesta sin precedente. Necesitamos a Joe Biden como el próximo presidente. Bajo esta administración, el autoritarismo ha tomad raíz en nuestra nación”.

Sanders agradeció a las personas que impulsaron su campaña en 2016 y para este 2020.

“Nuestra campaña terminó hace muchos meses, pero nuestro movimiento continúa. Seamos claros: si Donald Trump es reelegido, todo nuestro progreso está amenazado”, afirmó el senador.

Por otro lado, afirmó que aunque no coincide totalmente con él, la agenda de Biden, impulsa la de su movimiento en ciertos puntos como los derechos laborales, la reforma a la justicia y la salud universal.

“El futuro de nuestra democracia está en juego. El futuro de la economía está en juego. El futuro del mundo está en juego. Debemos unirnos para derrotar a Donald Trump”.

Gana Biden la mayoría de los Estados en el Super Martes

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El ex Vicepresidente Joe Biden se posicionó ayer como un sólido competidor por la candidatura presidencial demócrata tras salir victorioso en cuatro estados sureños -Virginia, Carolina del Norte, Tennessee y Alabama- demostrando su fuerza entre los electores afroamericanos y asestando un golpe al Senador Bernie Sanders.

Además, hasta media noche se perfilaba su triunfo en Texas, el segundo estado con más delegados en juego este “súper martes”.

Sanders se llevó fácilmente Vermont, de donde es originario, Colorado y Utah. Pero su más importante victoria, tal y como lo habían anticipado las encuestas, fue California, entidad que reparte la mayor cantidad de delegados (415).

Biden tuvo un mal comienzo en la contienda demócrata luego de haber perdido en las tres primeras citas (Iowa, Nuevo Hampshire y Nevada), pero se recuperó con una aplastante victoria en Carolina del Sur el sábado pasado.

Al igual que en esa entidad, el ex Vicepresidente triunfó ayer en los cuatro estados del sur gracias, en gran parte, al electorado negro: más del 60 por ciento de los afroamericanos votaron por él.

Además, en Virginia y Carolina del Norte, dos estados llenos de suburbios, Biden obtuvo un buen desempeño con un grupo demográfico que fue crucial para el éxito del partido en las elecciones de medio término de 2018: mujeres blancas con educación universitaria.

Por su parte, Sanders continúa demostrando fuerza entre los electores que han conformado su base política: aquellos debajo de los 40 años de edad. Pero su incapacidad de ampliar su atractivo hacia votantes de mayor edad y afroamericanos condenaron su candidatura en dos estados clave en los que había hecho campaña con fuerza: Virginia y Carolina del Norte- tal y como le pasó en Carolina del Sur.

Apenas el lunes se dio un replanteamiento extraordinario de la carrera, cuando candidatos moderados se aliaron para formar un frente contra Sanders, quien se define como un demócrata socialista y cuyas perspectivas generales de la elección son vistas con escepticismo por gran parte del liderazgo de su partido.

La arrasadora victoria de Biden el sábado en Carolina del Sur lo posicionó como el claro favorito en el ala centrista de los demócratas, llevando a dos de sus rivales -la Senadora por Minnesota, Amy Klobuchar, y el ex Alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg- a abandonar sus candidaturas y ofrecer su respaldo al ex vicepresidente.

De hecho, Biden triunfó en Minnesota y también le arrebató Massachusetts a su aún rival, la Senadora Elizabeth Warren, y a Sanders, quien también dio pelea en la entidad. Al igual que en Virginia, en Massachusetts los senadores se encontraban por arriba del ex vicepresidente en las encuestas.

Las contiendas del Súper Martes (14 estados y un territorio) estaban destinadas a proporcionar a los aspirantes a la candidatura presidencial una primera prueba a una escala verdaderamente nacional. A diferencia de la mayoría de los estados pequeños que tuvieron primarias y caucus una a una en febrero, las elecciones simultáneas de ayer representaron una muestra diversa de las comunidades y circunscripciones que conforman el electorado estadounidense.

Sanders tenía la esperanza, de cara a la fecha, de poder acumular una ventaja insuperable en el conteo de delegados. Biden pretendía impedir eso y hacer un poco más, al unir fuerzas moderadas en el Partido Demócrata bajo una sola bandera por primera vez en la carrera.

(Fuente: The New York Times News Service)

El Talón de Aquiles: “Realidades Alternativas”

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El número de estadounidenses que dicen arrepentirse de haber votado por Donald J. Trump aumenta. Y es que lo menos que se puede decir es que las dos primeras semanas de la era Trump han sido intensas.

A mi me han hecho desear llegar al fin de semana, días que hasta el momento han sido “Donald-free”, y que me han permitido respirar y descansar de la cascada de pésimas noticias que llegan de lunes a viernes.

A decir verdad, el solo hecho de referirme al Presidente de Estados Unidos como el “hombre naranja” – jamás pensé hacer algo similar, en su respectivo color, con el expresidente Obama – indica la profunda crisis de credibilidad y de legitimidad por la que atraviesa Washington. Trump no genera respeto. Esta realidad alternativa impacta el mundo entero, iniciando naturalmente por América del Norte.




El 10 de enero, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, procedió a un cambio de gabinete, entre los que resalta la salida del canciller Stéphane Dion, antiguo líder del Partido Liberal de Canadá (PLC), y conocido ecologista.

Sin duda, Ottawa recibió señales de que la nueva administración estadounidense se aprestaba a desbloquear la construcción de los oleoductos Dakota Access y Keystone Pipeline, por lo que, con un pragmatismo sorprendente, engavetó sus principios ecológicos para alinearse con la política de Washington.

Dion, quien estuvo a cargo de la cumbre sobre cambio climático de Montreal (2005), debe haber juzgado inaceptable el cambio. Claro, no todo fue pérdida para Dion: su premio de consolación fue su designación como embajador de Canadá ante Alemania y la Unión Europea. México, por su parte, también hizo lo suyo, a su manera.

La vieja política del compadrazgo, que en esta ocasión puso en el puesto de Canciller a Videragay, fue un intento de adaptación, si bien en este caso no hizo más que aminorar a un gobierno ya de por sí debilitado por su improvisación crónica.

Interactuar con “el Donald” equivale a atragantarse un curso intensivo de diplomacia, guerra y paz. Por lo tanto, Videragay, que llegó “a aprender”, debe estar bien contento con la suerte que le ha tocado. ¡Saldrá hecho todo un erudito en relaciones internacionales este canciller Mexicano!

Pero no exageremos: no todo es impredecible. El intento por frenar la implementación de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio (Obamacare), por ejemplo, era de esperar.

Son 60 votos los que la Cámara de Representantes ha emitido, a lo largo de los últimos años, para anularla. Y si bien ahora los Republicanos no tienen la menor idea de qué hacer en este tema, es una posición tradicional del partido oponérsele y tratar de derogarla.

También era de esperar que Trump, como Bush, restableciera la prohibición, ideada por Reagan, de financiar ONG’s a favor del aborto (y que Clinton y Obama habían eliminado).

No es tampoco raro que se congelen temporalmente las contratos en el Gobierno Federal, ni que se revisen las decisiones que Obama tomó antes de acabar. Los conservadores siempre desconfían del Estado y de su aparato burocrático.




Varios de los decretos ejecutivos, sin embargo se convirtieron en coordenadas que indican, sin lugar a dudas, la existencia de una dimensión desconocida. Primero, la luz verde para construir el muro en la frontera entre México y Estados Unidos, merece nuestra atención. Seamos honestos: ya existe alguna forma de barrera en gran parte de la frontera, y eso desde hace años.

El problema es firmar el decreto cuando el canciller mexicano estaba en Washington preparando una visita del presidente Peña Nieto, continuar afirmando públicamente que México pagaría el muro de una forma u otra, le guste o no, confirmar los planes de deportación masiva de inmigrantes sin papeles, ordenar la publicación de una lista semanal de los crímenes cometidos por inmigrantes, y crear incertidumbre al sugerir gravar importaciones y/o remesas para pagar el muro.

¡Todo eso en 48 horas! Añádase a la lista la intención de renegociar el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), buscando un pacto respetuoso para Estados Unidos (porque la víctima es Washington), y señalar que la negativa de México de pagar el muro no haría más que agrandar su tamaño.

Los Republicanos nunca fueron reconocidos por su elegancia y multilateralismo , pero esto es franca provocación. ¿Queda claro por qué no sólo los mexicanos, sino el mundo entero, perciben que México ha sido humillado?

Segundo, la suspensión del programa de refugiados y el veto a la entrada de ciudadanos de siete países (Irak, Irán, Libia, Siria, Somalia, Sudán, y Yemen) ha mostrado ser explosiva. Finalmente, un juez, quien tampoco escapó a los insultos del Presidente, interrumpió una medida que, más allá de su ilegalidad o inconstitucionalidad, resalta por ser inhumana y discriminatoria.

El problema inmediato fue la inseguridad jurídica creada por la confusión. Personas con visas válidas, con Green Cards, o con doble nacionalidad, fueron detenidas durante el fin de semana del 28 y 29 de enero de 2017.




En la semana siguiente, líneas aéreas rechazaron pasajeros en los puntos de embarque que podían generar problemas a su llegada. Tan solo 48 horas después de la firma del decreto, los procuradores generales de California, Connecticut, Hawái, Illinois, Iowa, Maine, Maryland, Massachusetts, Nueva York, Nuevo México, Pennsylvania, Oregon, Vermont, Virginia, Washington, Washington DC publicaron un comunicado condenándolo.

Cuatro jueces (Brooklyn, Boston, Alexandria, y Seattle) emitieron ordenes señalando que quienes poseen una visa válida no pueden ser rechazados en la frontera.

Protestas tuvieron lugar en varios aeropuertos estadounidenses y no pocos abogados ofrecieron servicios gratuitos a las víctimas de estos actos arbitrarios. Hoy, la orden ejecutiva no está rigiendo, pero ya se anunció una batalla judicial al respecto.

El 21 de enero, una marcha contra la misoginia, pero también en defensa de los derechos reproductivos, a la igualdad y a la protección de las minorías latina y musulmana, congregó a miles de manifestantes, que llenaron 1.6 kilómetros.

Fiel a su marca de comercio – Trump siempre se presentó como un político no tradicional – el Presidente se preguntó por qué los manifestantes no habían votado (como si no hubiera perdido el voto popular por casi tres millones).

La inconformidad no es porque el candidato incumpla sus promesas, sino porque puede cumplirlas. La lógica del electorado estadounidense fue peligrosa: es fanfarronería, se dijo, pues al asumir, el sistema lo moderará.

También se afirmó que el sistema estadounidense lo detendría, como si la democracia se tratara de elegir líderes irresponsables para luego contenerlos a toda costa.

En la realidad alternativa en la que se nos ha obligado a vivir, el Presidente de la supuesta democracia más poderosa del mundo – siempre he tenido mis dudas al respecto – inspira terror; un líder comunista defiende el libre comercio mientras que un conservador republicano saca a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Libre Comercio (TTP); un vecino incómodo parece amenazar con invadir al vecino pobre. Lo grave no es especular, sino el hecho que no se pueda descartar que de verdad haya sucedido. La incertidumbre en esta realidad alternativa es elevada.

México no está preparado para enfrentar a Trump. Pero Canadá tampoco lo está. Los (supuestamente acalorados) intercambios con Turnbull, Primer Ministro australiano muestran que nadie sabe cómo enfrentar al hombre naranja.

En esta realidad alternativa, el olfato político de Trudeau puede valer lo mismo que la incompetencia de Peña Nieto. Ya ha indicado el Primer Ministro que Canadá recibirá a los inmigrantes que Estados Unidos rechace, lo que lo convierte en un blanco ideal de los insultos de Trump.

En algún momento me pasó por la mente hacer un esfuerzo consciente  para ignorar al  Trump. La mejor táctica es no alimentar ese ego. Pero aquí estoy, apenas dos semanas después de su juramento como Presidente, haciendo exactamente lo contrario.

Lo acepto: la realidad alternativa me ganó. Como intelectual, estoy convencido que es mi responsabilidad unir mi voz para contribuir a contener esta amenaza. Hacer otra cosa es irresponsable e inconsciente. ¿No es extraño que ahora Arnold Schwarzenegger y Kim Jong-un se perciban ahora, de un momento a otro, como chicos casi decentes?

Bienvenidos a la era Trump.

Fernando A. Chinchilla

Cholula (México), enero de 2016

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