Las feministas de hoy juegan un rol controversial en la charla cotidiana. Pero la realidad es que el feminismo es uno de los movimientos de liberación y de búsqueda de igualdad más grandes a nivel mundial, dado que más de la mitad de la población es mujer.
Decirse feminista, es equivalente a pronunciarse a favor de que las mujeres sean merecedoras de Derechos Humanos (resultado de la Primera Ola Feminista en el siglo XVIII), de que las mujeres puedan votar (resultado de la Segunda Ola en el siglo XX), de que puedan usar anticonceptivos (Tercera Ola en 1984), y de que vivan una vida libre de violencia de género (Cuarta Ola en la actualidad).
La conquista gradual de objetivos, no significa que actualmente las mujeres sean iguales a los hombres en términos de condiciones de acceso a oportunidades. Las barreras no se han derrumbado ni desaparecido por completo, sino que se han transformado, y las mujeres de hoy se enfrentan a retos distintos a los que se enfrentaban las mujeres de hace años atrás.
La desigualdad de géneros es explicada de una manera brillante por la sobresaliente y polémica escritora británica Virginia Woolf en su libro Una habitación propia. Ahí, crea personajes ficticios a los cuales inserta en un contexto social real en Reino Unido. Uno de los personajes es llamado Judith Shakespeare, y es caracterizado por Woolf como la supuesta hermana de William Shakespeare, una mujer que nació en la misma familia adinerada y poderosa que el famoso escritor, en el siglo XVI. No obstante, debido a que era mujer, fue privada de educación, del acceso a la cultura, de viajes, entre otras cosas; y en su lugar, fue encomendada a las tareas del hogar para contraer un matrimonio arreglado y criar alrededor de diez hijos. Virginia Woolf muestra con este personaje ficticio, una situación muy real: la manera en la que el género por sí mismo, impacta enormemente en la capacidad de las mujeres para desarrollarse o incluso, siquiera aspirar a hacerlo.
Ahora, si bien el libro de Woolf fue publicado en 1928, y puede decirse que las oportunidades para las mujeres han aumentado en el último siglo; los impedimentos para su desarrollo han cambiado de nombre, mas no han desaparecido. Aunque prácticamente la mitad de los matriculados en las universidades de México y del mundo son mujeres, sigue habiendo una brecha salarial que afecta a las egresadas y las vuelve automáticamente más pobres que los hombres. Por otro lado, los estigmas que rodean a las mujeres en puestos de toma de decisiones y de poder, violentan, restan autoridad, y en ocasiones, invalidan el largo camino que tuvieron que recorrer para lograr llegar ahí.
Cambiar las condiciones de oportunidades solo es posible tras reconocer que éstas son desiguales e injustas y que requieren de una acción afirmativa para que todos, tanto mujeres como hombres, sean capaces de cohabitar y funcionar en sociedad. Conocer la historia y la desigualdad sistemática que ha afectado particularmente a la mujer por siglos, nos permite entender el valor de la lucha feminista, apreciar sus logros y apoyarla hasta lograr una vida plena para todos por igual.