Los jóvenes y la izquierda

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¿Qué significa hoy en día ser de izquierda en México? ¿Significa seguir a López Obrador en su desprecio hacia las instituciones? ¿Justificar la vandalización de la propiedad privada por parte de los normalistas de Ayotzinapa? ¿Apoyar a la CNTE en sus bloqueos? Las posibles respuestas y la mera formulación de estas preguntas me dejan insatisfecho.

La concepción actual de la izquierda entre la población me parece errónea, y en gran medida el malentendido se debe a que no tenemos verdaderos representantes de ella.

Octavio Paz en alguna ocasión fue más lejos al afirmar que: “En México no hay una izquierda ni una derecha en el sentido ideológico. Llamamos de derecha a quienes sólo ven por sus intereses, y de izquierda a los que les gritan, queriendo estar en el poder”.




La “izquierda” como vemos, es un concepto difuso. Por ello en la actualidad hay quienes abogan por una actualización de los polos Izquierda – Derecha, a Liberal – Conservador (sin embargo, no son traducciones del todo).

En un intento por clarificar el concepto “izquierda” y su relación con los jóvenes (motivo de posterior análisis), opinan dos figuras un tanto atípicas en el contexto político de Monterrey (típicamente de derecha/conservador): la diputada local de Movimiento Ciudadano, Concepción Landa, y el diputado federal del PRD Waldo Fernández.

Para usted, ¿qué significa ser de izquierda?

Concepción Landa (CL): Para mí significa ser progresista, ver por el bien público y común, antes que los intereses individuales. Ser responsable con los que menos tienen, brindar un desarrollo humano y cultural con oportunidades para todos, asumir el compromiso de legar un mundo mejor para las generaciones futuras y el cuidado del medio ambiente

¿Hay un partido político que actualmente represente a los jóvenes?
CL: No, creo que los jóvenes se sienten más identificados con los ciudadanos sin afiliación partidista.

¿Por qué los partidos políticos de izquierda están tan fragmentados en México?
CL: Porque no piensan en que hay que unir esfuerzos y que nadie tiene la verdad absoluta. Hay una arrogancia ideológica enorme.

¿Por qué los partidos políticos de izquierda no tienen peso en Monterrey?
CL: Por el gran individualismo que existe en donde las acciones colaborativas y colectivas son de “comunistas” o “populistas”. Además de un esquema de verticalidad.




¿Para usted qué significa ser de izquierda?
Waldo Fernández (WF): Ser de izquierda, es respetar los derechos y libertades de todos. Ser tolerantes, ser incluyentes, respetar la pluralidad.
Soy un hombre que cree que todos nacemos libres y con igualdad de oportunidades, defender el derecho de todos a alcanzar sus metas sin hacer distingos, eso es para mí ser de izquierda.

¿Hay un partido político que actualmente represente a los jóvenes?

WF: Todos los partidos tienen espacios dedicados a los jóvenes, depende de ellos militar o participar activamente. Todos los partidos políticos actualmente han incorporado criterios de elegibilidad de jóvenes y han adoptado discursos y políticas encaminadas a este sector.
Lo importante es que los jóvenes participen sino en un partido político, en una asociación civil, en sus escuelas o como ciudadanos a construir un mejor país.

¿Por qué los partidos políticos de izquierda están tan fragmentados en México?

WF: Porque existen diferentes ideologías dentro de la izquierda. No sólo en el país sino en el mundo; algunas son más progresistas y otras más radicales.
Ante la pluralidad política, social y cultural que cohabita en el país, es común la dispersión de posicionamientos y con ellos la simpatía del electorado.

¿Por qué los partidos políticos de izquierda no tienen peso en Monterrey?

WF: En Monterrey tenemos una cultura y una idiosincrasia diferente al resto del país, aquí la cultura del esfuerzo que generalmente es identificada con el centro-derecha es muy bien vista y las políticas que implementa la izquierda no siempre son del agrado de la ciudadanía. El ciudadano tiene una idea equivocada de lo que es ser de izquierda. La izquierda también busca el progreso económico y social.

Podemos observar un elemento común en ambas definiciones de “izquierda”: el respeto a las libertades individuales implícito en la tolerancia y la pluralidad. Se añaden también como distintivos el combate a la pobreza y el cuidado del medio ambiente.

Me interesa ahora hacer un vínculo entre los expuesto sobre la “izquierda”, y los jóvenes porque los jóvenes somos mayoría, no sólo demográficamente sino también socialmente, es decir, tenemos cada vez mayor peso en la sociedad, en gran medida, gracias a que somos quienes mejor dominamos las nuevas tecnologías, lo que tiene 2 implicaciones directas:

1) Estar mejor informados.
2) Tener más vías de expresión.

Aunque entre los jóvenes hay diversas corrientes ideológicas, se tiende cada vez más al liberalismo (entiéndase por liberalismo el desarrollo y protección de las libertades individuales) y creo que es tiempo de aclarar y asumir lo que significa dicha postura ideológica para así encausarla hacia una auténtica representación política. Lo considero particularmente importante para evitar un mayor atraso social.




Esta tendencia al liberalismo por parte de los jóvenes no es exclusiva de México, se presentó antes con Joshua Wong (19 años) en Hong Kong, fundando el Demosistō (partido de centro izquierda pro-democrático), con Pablo Iglesias (38 años) en España fundando Podemos (izquerda), con Alexis Tsipras (42 años) en Grecia y su partido Syriza (coalición de partidos de izquierda e izquierda radical), Justin Trudeau (44 años) en Canadá con el Partido Liberal y Bernie Sanders en los Estados Unidos con su búsqueda de transformar al Partido Demócrata, todos estos casos teniendo en común un mensaje y agenda liberal dirigida a los jóvenes.

Para el caso de México, no creo que la solución sea crear un partido político, ya hay más que suficientes, lo que hace falta es depurarlos para que se conviertan en auténticos mecanismos de representación.

Para ello, será necesario que primero los jóvenes conozcan en qué consisten los posicionamientos de izquierda/liberales y escojan si deciden asumirlos como propios, la representación política vendrá por añadidura.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

El fantasma del populismo

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En la política, bien se sabe de la técnica del discurso descalificador, que lleva por objetivo atacar a aquellos individuos o grupos que contrarían los ideales propios y representan un peligro para estos mismos. Ejemplos como la conocida frase “eje del mal”, mencionada por George Bush en un discurso realizado en el 2002, (por medio del cual pretendía designar a una serie de países como “aliados del terrorismo”), hasta casos más recientes como el del partido político español PODEMOS, acusado por diversos agentes de ser pro ETA, muestran la clara vigencia de este recurso. Ahora bien, actualmente es apreciable un calificativo particular utilizado con frecuencia, mismo que pretende agrupar a un conjunto de personajes con rasgos aparentemente similares; se trata del conocido “término”: populismo.

Ahora bien, actualmente es apreciable un calificativo particular utilizado con frecuencia, mismo que pretende agrupar a un conjunto de personajes con rasgos aparentemente similares; se trata del conocido “término”: populismo.

Sin embargo, aquellos lectores no muy familiarizados con dicho término se preguntarán ¿en qué consiste el populismo? Pues bien, si se empieza a analizar lo dicho por diversas figuras del mundo político, el populismo podría resumirse en lo siguiente: acervo de discursos y actitudes, que encaminan a concebir un adversario (entidad colectiva en gran parte de los casos) como el responsable de la mayoría de los males que sufre la población de un país, así como el hecho de decir a la ciudadanía lo que esta quiere escuchar y colmarla de falsas promesas. Habiendo dicho esto, y siendo realistas ¿qué político se libra de no haber hecho todo lo anterior al menos una vez en campaña? ¿No es, lo previamente establecido, un reflejo de cómo está nuestra política actualmente? Lo que plantean los implícitamente autodenominados “enemigos del populismo” no es ese término carente de sustento y de argumentos sólidos, sino que va hacia algo más sencillo y practicado desde el nacimiento de la política: la demagogia.

Entendida como aquel discurso donde se pretende atrapar al ciudadano mediante propuestas irrealizables, oratorias cautivadoras que exaltan los sentimientos y crean simpatía con el aspirante a algún cargo público, la demagogia (sea en forma total o parcial) es un mal del que lamentablemente pocos servidores públicos se escapan. ¿Que si el hecho de mencionar que el avión presidencial del mandatario en turno será vendido una vez que la persona que lo mencionó, sea votada para ejecutivo es demagogia? Seguro que sí, tanto como el hecho de declarar la nueva independencia (caso Bronco) de un estado en el que se ganó la gubernatura, o bien, como el pavonearse en redes sociales, cambiando constantemente las fotos con el fin de intentar ganar simpatía de las minorías (caso Peña).

Entendida como aquel discurso donde se pretende atrapar al ciudadano mediante propuestas irrealizables, oratorias cautivadoras que exaltan los sentimientos y crean simpatía con el aspirante a algún cargo público, la demagogia (sea en forma total o parcial) es un mal del que lamentablemente pocos servidores públicos se escapan.

No obstante, volviendo al eje central, ¿por qué motivo se ha optado por encasillar de populistas a ciertos personajes? O mejor dicho ¿qué características ideológicas comparten en común estos mismos? Dejando de lado el concepto de “demagogia” (debido a que, a mis ojos claro, no hay político que se salva de adoptarla) puede decirse que, tanto grupos políticos que han sido “insultados” con este término, como PODEMOS en España, Syriza en Grecia, y hasta MORENA en México, coinciden en replantear un aspecto clave de la democracia: devolver la soberanía al pueblo y volver a las raíces de lo que se conoce como la cosa pública (mejor conocida como república. A pesar de tales descalificaciones, por individuos que incluso lucran y viven de concebir al populismo como el mayor de los males (Gloria Álvarez, por ejemplo), cayendo por cierto en la paradoja de ese supuesto populismo al emplear uno de sus elementos, la lucha por tener un gobierno auténticamente democrático y republicano deberá de seguir, y si algo nos ha mostrado la historia es que las personas que lograron cambiar al país fueron en algún punto tachados por los grupos de poder, tal como ahora.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”