Generalmente el anuncio de Inversión Extranjera Directa (IED) en el país es considerado un logro de política económica, un presagio de bonanza y desarrollo que beneficia a la nación en general. Sin embargo, distintos grupos perciben a la afamada IED como una estafa de las grandes transnacionales en contubernio con el Gobierno, el cual termina “regalando” la riqueza nacional para que sea llevada por manos extranjeras.
Distintos grupos perciben a la afamada IED como una estafa de las grandes transnacionales en contubernio con el Gobierno, el cual termina “regalando” la riqueza nacional para que sea llevada por manos extranjeras.
Definitivamente es un tema cuya polémica es sumamente compleja, existen datos e investigaciones que sostienen que los beneficios de la IED son reales y tangibles, mientras que también existen otros datos que sostienen totalmente lo contrario. Al final de cuentas, la IED no es un tema de blancos y negros, si no uno de matices, en el cual su efectividad debe de ser evaluada dependiendo de cada caso.
No es mi afán ofender su intelecto, pero para comprender este tema es importante remontarnos a las bases. La IED es toda aquella inversión que se realiza en infraestructura productiva, dígase plantas, oficinas, maquinaria y hasta recurso humano, por parte de una entidad extranjera. La naturaleza de esta inversión requiere que exista un grado de confianza en la nación receptora, y refleja un alto grado de compromiso del inversionista, ya que esta inversión no se puede mover con facilidad.
Además del voto de confianza, este tipo de inversiones en teoría vienen acompañadas de beneficios como la generación de empleos, el desarrollo de cadenas productivas locales, la transferencia de tecnología y el desarrollo de capital humano especializado.
Lamentablemente, la teoría no siempre se convierte en realidad, en muchas ocasiones la IED se presenta por lo motivos equívocos: la falta de estado de derecho e impunidad de las naciones receptoras. Esto se ha traducido en corrupción, sobreexplotación del sector laboral, daños irreparables al medio ambiente, transferencias de tecnología y conocimiento nulas, y evasión fiscal.
¿Qué podemos esperar del caso KIA en el Estado de Nuevo León?
Ahora sí, conociendo las dos caras de la moneda, ¿qué podemos esperar del caso KIA en el Estado de Nuevo León?
A mediados del 2014, la noticia fue una bomba; la instalación de la planta de KIA en Nuevo León era la consumación de un sueño. Y no podía esperarse de menos, Nuevo León tiene un sector automotriz sumamente dinámico que cuenta con más de 300 empresas que generan cerca de $10 Millones De Dólares (MDD) al año, y producen cercana el 27% de las exportaciones del Estado.
Nuevo León tiene un sector automotriz sumamente dinámico que cuenta con más de 300 empresas que generan cerca de $10 Millones De Dólares (MDD) al año, y producen cercana el 27% de las exportaciones del Estado.
KIA no solo vendría a completar el rompecabezas, los números detrás de este proyecto son sobresalientes por sí mismos. Sólo la inversión de la automotriz coreana asciende a los mil MDD, a la cuál se le sumará una inversión de mil quinientos MDD proveniente de sus proveedores Tier 1 y Tier 2. Con esto la armadora tendrá una capacidad de producción de hasta 300 mil unidades al año, lo cual incrementará en un 13% la producción automotriz nacional, y generará cerca de 9,000 nuevos empleos en la localidad.
Todo parecía miel sobre hojuelas hasta que el equipo de transición del actual Gobierno del Estado comenzó a sacar los trapitos sucios detrás de la negociación entre el Gobierno anterior y KIA. Según la investigación publicada por Sexenio (www.sexenio.com.mx) el 9 de septiembre del presente año, se presume que el Gobierno del Estado tiene comprometidos más de $500 MDD en incentivos para la compañía coreana y sus proveedores, casi el doble del monto permitido por la Ley de Fomento a la Inversión y el Empleo.
Más grave aún son las declaraciones que aseguran que no existe obligación contractual para que KIA use un porcentaje mínimo de insumos de procedencia mexicana, desarrolle cadenas productivas locales y genere un número específico de empleos de calidad a mexicanos. Este último punto ha permeado al colectivo, convirtiéndose en la principal queja y preocupación que tiene la ciudadanía con la armadora coreana.
Entonces, ¿a quién le hacemos caso? ¿para qué lado se inclina la balanza? Desafortunadamente para todos los cínicos quejumbrosos, así como para todos los optimistas aduladores, la balanza no se inclina para ningún lado. Lo repito: la IED es un tema de matices, y el caso de KIA no es una excepción. El tamaño de la inversión y los niveles de producción de KIA definitivamente elevarán el grado de productividad y competencia del Cluster automotriz en el Estado. Al mismo tiempo, la concesiones económicas y contractuales del Gobierno anterior serán un gran obstáculo para el desarrollo de cadenas productivas locales y el máximo aprovechamiento de las plazas laborales que se generarán.
No podemos esperar que de la noche a la mañana KIA supedite toda su producción a insumos y manos mexicanas que nunca han elaborado bienes de dicha complejidad.
Aún es muy temprano para emitir un juicio definitivo; hay que ser muy pacientes, ya que la mayoría de los efectos de estas inversiones toman unos cuantos años en verse reflejados. No podemos esperar que de la noche a la mañana KIA supedite toda su producción a insumos y manos mexicanas que nunca han elaborado bienes de dicha complejidad. Pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados, el éxito o fracaso de KIA dependerá en buena medida de las nuevas negociaciones y gestiones que realice el Gobierno Estatal y de la capacidad del Cluster Automotriz para volverse más productivo que sus contrapartes extranjeras.
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