“El primer acto de corrupción que un funcionario público comete es aceptar un cargo para el cual no tiene las competencias necesarias”.
-Anónimo
Vivimos en una sociedad donde un número significativo de la población subestima la importancia de la búsqueda del conocimiento. Incluso, en muchas personas, pareciera haber sido requisito intercambiar esa “sed” de conocimiento y aprendizaje por su título universitario.
Sin duda, al trabajar cerca de organizaciones, sin hacer distinción entre el sector público y el privado, una de las cosas que más llama la atención es precisamente la poca importancia que se da a la capacitación y al adquirir nuevos conocimientos.
En ambos escenarios el resultado es el mismo: se tiene personal poco capacitado.
En el caso del sector privado, muchas empresas han tenido dificultad para fijar el sano equilibrio. Por lo regular se capacita a los colaboradores cuando ingresan y cuando se presenta un cambio estructural, lo cual es absolutamente insuficiente; o por otro lado, el temario que se les asigna es tan extenso que requerirían mucho más que su jornada laboral para cubrirlo, orillándolos a hacerlo de manera deficiente. En ambos escenarios el resultado es el mismo: se tiene personal poco capacitado.
Cosa similar sucede en el ámbito gubernamental aunque, a mi parecer, con consecuencias todavía más significativas que las que se generan en una empresa, no por menospreciar los efectos que la inestabilidad empresarial pueda generar en la sociedad, sino porque, en la esfera pública, el impacto que un mal manejo puede gestar afecta a la mayoría de la población.
Lamentablemente, dentro de los gobiernos aún llegan funcionarios que desconocen las tareas que les corresponden, o están tan inmersos en la rutina que van perdiendo esa “sed” de conocimiento y no se esfuerzan por aprender cosas nuevas.
Lamentablemente, dentro de los gobiernos aún llegan funcionarios que desconocen las tareas que les corresponden, o están tan inmersos en la rutina que van perdiendo esa “sed” de conocimiento y no se esfuerzan por aprender cosas nuevas, como políticas exitosas de otros países que podrían servir a su municipio, estado o incluso país. Esto obviamente no se refiere a que las acciones que se llevan a cabo en otros países embonen perfectamente en nuestra realidad, sino precisamente es la “sed” de conocimiento la que empuja a analizar soluciones de otros para adaptarlas a nuestras necesidades.
No se trata solamente de saber qué hacer, sino también saber cómo hacerlo.
Un ejemplo de lo anterior radica en la actitud que han venido asumiendo algunos presidentes municipales en el desempeño de su función, desarrollando infinidad de actividades que no son meramente competencia municipal y descuidando al mismo tiempo aquellas que por ley les corresponde llevar a cabo. Los municipios atienden desarrollo económico, salud, educación, que por normativa no les corresponden, y no atienden el cuidado de calles y avenidas lo cual ha generado, en todo México, una enorme cantidad de baches. Lo anterior sucede precisamente por falta de capacitación respecto a sus facultadas y atribuciones.
Lo correcto sería que los gobernantes estuvieran lo suficientemente capacitados, pero por el momento —y esperemos que no por mucho tiempo— esto es una utopía; la sociedad les debiera exigir capacitación constante. No se trata solamente de saber qué hacer, sino también saber cómo hacerlo.
En cualesquiera de estos dos sectores, es erróneo pensar que adquirir conocimiento mediante capacitaciones implica una distracción y pérdida de tiempo que devalúa el trabajo asignado. Por el contrario, la capacitación es la herramienta para un desempeño laboral exitoso que permite el balance entre desarrollo profesional y desarrollo personal. Pues como dicen: no hay nada más práctico que una buena teoría.
Todo se reduce a la necesidad de mejorar los desempeños a través de la creación de una cultura enfocada al aprendizaje y desarrollo constante. Debemos buscar la manera de introducir dicha cultura simultáneamente en el sector privado, como en el público. En empresas, por medio de capacitaciones; que si bien en un principio se enfoquen en elementos básicos del puesto, se extiendan a lo largo de la estancia del colaborador dentro de la organización. En gobiernos, desde conocer las funciones que VERDADERAMENTE le competen a cada servidor público, hasta aprender la forma más adecuada de llevar a cabo las mejores políticas públicas.
Como bien dijo Thomas Fuller: “La acción es el fruto propio del conocimiento”. Por tanto, si en verdad deseásemos que nuestras acciones fueran realmente significativas, deberíamos siempre buscar la manera de adquirir conocimiento.
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