PARA OBTENER INFORMACIÓN HAY QUE EXIGIRLA

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En los últimos años los medios de comunicación han tenido un papel protagónico en nuestro país en esferas de suma importancia como la política. Esta aseveración no es nada nueva ni asombra, sin embargo, sí preocupa. Preocupa porque la ética de los medios informativos, en especial los noticieros y periódicos, se ha disminuido a tal grado que pareciera que han olvidado su función principal, que es precisamente informar.

No hace falta tener una gran capacidad analítica para identificar la conducta ética con la que debieran regirse los medios.

Queda claro que se va perdiendo cuando hay manipulación de la información y no sólo me refiero a cambiar la información o generar en aquellos que la reciben cierta inclinación, sino que existe omisión de información de algunos acontecimientos que de igual manera se podría considerar como manipulación.

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Cabe aclarar que el objetivo de este artículo no es meramente criticar a los medios, pues no olvidemos que, si bien debieran de regirse por principios que les lleva a difundir información con plena veracidad, también debe quedarnos claro que la realidad es que siguen siendo negocios.

Lo que les atribuye a mi parecer una connotación negativa es que, a medida que nos vamos dando cuenta de la parcialidad con operan la mayoría de los medios de comunicación, los percibimos cada vez más como actores que se venden al mejor postor y dejamos de confiar en ellos.

A primera instancia pareciera que esto es un aspecto negativo que sólo afecta al medio, pues la poca credibilidad que se le atribuye le genera menos audiencia, lectores, etc, lo que a la postre disminuye el valor de la empresa. De manera simple: disminución en la credibilidad menor audiencia = menos utilidades.

Visto de esa forma no parece tan malo, ya que la parte afectada sería solamente la empresa, pero no es así. La parcialidad de los medios genera un problema mayor y en este caso, sí afecta a la sociedad de manera directa. Dicho problema tiene que ver con la desinformación en la que la sociedad se ve inmersa.

En un panorama utópico, y quiero pensar que bajo el esquema en el que fueron creados los medios de comunicación en primera instancia, actores como la televisión y los periódicos son un SERVICIO o HERRAMIENTA para que las personas podamos tener información de TODO aquello que acontece a nuestro alrededor, entendido como nuestro colonia, municipio, estado, país, continente hasta el mundo en su totalidad, ya que como señala Harold Lasswell, son mecanismos a través de los cuales los individuos perciben el mundo que los rodea. Pero por el momento esa esencia se ha perdido.

Entiendo que darle imparcialidad a cualquier nota no es tarea fácil, pues es complicado y prácticamente imposible que un ser racional no genere opinión sobre lo que sucede a su alrededor. Sin embargo se debiera empujar a que todo aquel que tenga en su mano la responsabilidad de informar, aunque sea a una sola persona, haga precisamente eso, informe y no convenza de creer su enfoque, con quien comparte dicha información.

Visto de un modo para muchos un poco fatalista, se va creando un círculo vicioso que a final de cuentas afecta a la sociedad, pues al momento que el medio de información pierde credibilidad, la audiencia deja de procurarlo y reduce los canales de información a los que tiene acceso. Por otro lado, incluso cuando la audiencia no se dé cuenta y siga confiando enteramente en lo que presentan dichos medios, al momento de que las notas (periodísticas, televisivas, etc.) son manipuladas, la audiencia termina no estando informada realmente. Es decir, que sin importar cual de estos dos panoramas se presente, al final, tenemos una sociedad desinformada.

En cuanto a la política se refiere, la desinformación tiene un impacto negativo sobre el compromiso cívico, pues aletarga el aprendizaje político y por ende reduce el activismo y la participación.

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Pero, al final de cuentas, sólo queda mencionar que en éste, como en muchos otros casos, todo aquél que no sea capaz de exigir, deberá conformarse con padecer.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

La lucha de hoy

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“La forma de administrar, regular y distribuir los recursos económicos de un país es decisiva para su buen funcionamiento, y refleja de cierta manera la visión del mundo de sus habitantes y la eficiencia de su gobierno”.
– José Trinidad Lanz

Para nosotros, los mexicanos, no es noticia que en el país se ha tenido y se tiene aún un mal manejo de recursos. Estudios del CONEVAL reflejan incrementos en los niveles de pobreza, cuando a la par, se han destinado cada vez más recursos para erradicarla. Aunque la palabra que mejor refleja dicha realidad es “lamentable”, para muchos es más bien “intrigante”. Intriga el hecho de que, aunque se han buscado mecanismos para monitorear y evaluar a las administraciones en cuanto a cómo y a qué se destinan recursos, se siguen teniendo resultados deficientes. Un ejemplo de este intento es la creación de la Secretaría de la Contraloría o programas anticorrupción en los diferentes órdenes de gobierno.

Intriga el hecho de que, aunque se han buscado mecanismos para monitorear y evaluar a las administraciones en cuanto a cómo y a qué se destinan recursos, se siguen teniendo resultados deficientes.

Las principales funciones de la Contraloría se clasifican en: control y evaluación, ambos con base en resultados. Su tarea es verificar el buen uso de los recursos públicos disponibles y los resultados de los programas y acciones de gobierno.

En general, el concepto de auditoría es entendido como la revisión de funciones y procesos. En el ámbito gubernamental, la auditoría pública se enfoca en el examen objetivo de procesos financieros y administrativos, para constatar que los recursos públicos que les fueron suministrados (al Gobierno del Estado, como a los gobiernos municipales) se administran con eficiencia, honestidad y apego a la normativa, para que realmente beneficien a la ciudadanía.

Si hasta este punto pareciese que la auditoría gubernamental, a cargo de la Secretaría de la Contraloría es buena idea, ¿por qué sigue habiendo fugas del gasto público y mal manejo presupuestario en los tres órdenes de gobierno?

¿Por qué sigue habiendo fugas del gasto público y mal manejo presupuestario en los tres órdenes de gobierno?

La respuesta es simple. En esencia, la auditoría es parte integral de cualquier proceso de administración pública, sin embargo, la forma en la que es llevada a cabo en la mayoría de los casos, es justamente donde se presentan los vicios. En teoría está bien, pero en la práctica no, pues, viéndolo desde un enfoque realista, no necesariamente pesimista, desde el momento en que estas auditorías las realizan órganos que dependen del mismo gobierno, no se tiene un sistema de auditoría real. Es aquí donde tienen su orígen frases como “Poner en órden los papeles”, que se refiere precisamente a no invertir en una auditoría profesional, y llenar el expediente con facturas falsas y empapelar. En este caso, ironicamente se cumple con la ley, pero no se refejan buenos resultados.

Desde el momento en que estas auditorías las realizan órganos que dependen del mismo gobierno, no se tiene un sistema de auditoría real.

Una vez que se sabe esto, ¿no debemos estar buscando alguna otra solución?

Una buena medida es la profesionalización del proceso de auditoría en los 3 órdenes de gobierno. Los ciudadanos podemos exigir a nuestro gobierno que se lleven a cabo auditorías por medio de instituciones externas.

Una buena medida es la profesionalización del proceso de auditoría en los 3 órdenes de gobierno. Los ciudadanos podemos exigir a nuestro gobierno que se lleven a cabo auditorías por medio de instituciones externas, las cuales, respaldadas en su profesionalismo, sean capaces de presentar información fidedigna sobre las funciones y los resultados en un determinado periodo gubernamental. Lamentablemente con la falta de conocimiento que tiene gran parte de la ciudadanía en relación a este tema, es necesario que, en primera instancia, se brinde información que incentive a la población a exigir un proceso de auditoría transparente.

Al final la gran ventaja es la reducción de corrupción que se traduce en beneficios directos en la comunidad, como la utilización de recursos para más programas de desarrollo social, pavimentación, educación y vivienda.

Cabe mencionar que en el país sí se han llevado a cabo auditorías gubernamentales realizadas por organizaciones externas, y los gobiernos que las solicitan las consideran un apoyo que les permite hacer mejor su trabajo.

Véase de este modo, si los procesos de monitoreo y evaluación administrativa son indispensables para el buen funcionamiento de cualquier empresa, con mayor razón se debiera buscar que este mismo proceso se lleve a cabo de una manera profesional para las administraciones públicas, y la mejor manera de hacerlo es por medio de auditorías externas.

Por lo tanto, tal y como lo comentó Pérez Saavedra, la necesidad de que existan mecanismos para la auditoría gubernamental está ligada directamente a la eficiencia con la que trabajen los demás mecanismos de control. Es decir, si la operación de estos sistemas de control fuese perfecta, no habría necesidad alguna de una auditoría gubernamental.

Ya que las auditorías hechas por organismos ligados al gobierno no son del todo transparentes u honestas, seguirá siendo necesario que dicha revisión se ponga en manos de organizaciones expertas.

En conclusión, ya que las auditorías hechas por organismos ligados al gobierno no son del todo transparentes u honestas, seguirá siendo necesario que dicha revisión se ponga en manos de organizaciones expertas, para las cuales es mas difícil sacrificar su estatus y profesionalismo por actos de corrupción.

Véase esto como un mero ejercicio de rendición de cuentas, al cual no sólo tenemos derecho los mexicanos, sino que además tenemos obligación de exigir.

En los gobiernos, la lucha de hoy, es contra la corrupción.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

+ Capacitación = Mejor desempeño

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“El primer acto de corrupción que un funcionario público comete es aceptar un cargo para el cual no tiene las competencias necesarias”.
-Anónimo

Vivimos en una sociedad donde un número significativo de la población subestima la importancia de la búsqueda del conocimiento. Incluso, en muchas personas, pareciera haber sido requisito intercambiar esa “sed” de conocimiento y aprendizaje por su título universitario.

Sin duda, al trabajar cerca de organizaciones, sin hacer distinción entre el sector público y el privado, una de las cosas que más llama la atención es precisamente la poca importancia que se da a la capacitación y al adquirir nuevos conocimientos.

En ambos escenarios el resultado es el mismo: se tiene personal poco capacitado.

En el caso del sector privado, muchas empresas han tenido dificultad para fijar el sano equilibrio. Por lo regular se capacita a los colaboradores cuando ingresan y cuando se presenta un cambio estructural, lo cual es absolutamente insuficiente; o por otro lado, el temario que se les asigna es tan extenso que requerirían mucho más que su jornada laboral para cubrirlo, orillándolos a hacerlo de manera deficiente. En ambos escenarios el resultado es el mismo: se tiene personal poco capacitado.

Cosa similar sucede en el ámbito gubernamental aunque, a mi parecer, con consecuencias todavía más significativas que las que se generan en una empresa, no por menospreciar los efectos que la inestabilidad empresarial pueda generar en la sociedad, sino porque, en la esfera pública, el impacto que un mal manejo puede gestar afecta a la mayoría de la población.

Lamentablemente, dentro de los gobiernos aún llegan funcionarios que desconocen las tareas que les corresponden, o están tan inmersos en la rutina que van perdiendo esa “sed” de conocimiento y no se esfuerzan por aprender cosas nuevas.

Lamentablemente, dentro de los gobiernos aún llegan funcionarios que desconocen las tareas que les corresponden, o están tan inmersos en la rutina que van perdiendo esa “sed” de conocimiento y no se esfuerzan por aprender cosas nuevas, como políticas exitosas de otros países que podrían servir a su municipio, estado o incluso país. Esto obviamente no se refiere a que las acciones que se llevan a cabo en otros países embonen perfectamente en nuestra realidad, sino precisamente es la “sed” de conocimiento la que empuja a analizar soluciones de otros para adaptarlas a nuestras necesidades.

No se trata solamente de saber qué hacer, sino también saber cómo hacerlo.

Un ejemplo de lo anterior radica en la actitud que han venido asumiendo algunos presidentes municipales en el desempeño de su función, desarrollando infinidad de actividades que no son meramente competencia municipal y descuidando al mismo tiempo aquellas que por ley les corresponde llevar a cabo. Los municipios atienden desarrollo económico, salud, educación, que por normativa no les corresponden, y no atienden el cuidado de calles y avenidas lo cual ha generado, en todo México, una enorme cantidad de baches. Lo anterior sucede precisamente por falta de capacitación respecto a sus facultadas y atribuciones.
Lo correcto sería que los gobernantes estuvieran lo suficientemente capacitados, pero por el momento —y esperemos que no por mucho tiempo— esto es una utopía; la sociedad les debiera exigir capacitación constante. No se trata solamente de saber qué hacer, sino también saber cómo hacerlo.

En cualesquiera de estos dos sectores, es erróneo pensar que adquirir conocimiento mediante capacitaciones implica una distracción y pérdida de tiempo que devalúa el trabajo asignado. Por el contrario, la capacitación es la herramienta para un desempeño laboral exitoso que permite el balance entre desarrollo profesional y desarrollo personal. Pues como dicen: no hay nada más práctico que una buena teoría.

Todo se reduce a la necesidad de mejorar los desempeños a través de la creación de una cultura enfocada al aprendizaje y desarrollo constante. Debemos buscar la manera de introducir dicha cultura simultáneamente en el sector privado, como en el público. En empresas, por medio de capacitaciones; que si bien en un principio se enfoquen en elementos básicos del puesto, se extiendan a lo largo de la estancia del colaborador dentro de la organización. En gobiernos, desde conocer las funciones que VERDADERAMENTE le competen a cada servidor público, hasta aprender la forma más adecuada de llevar a cabo las mejores políticas públicas.

Como bien dijo Thomas Fuller: “La acción es el fruto propio del conocimiento”. Por tanto, si en verdad deseásemos que nuestras acciones fueran realmente significativas, deberíamos siempre buscar la manera de adquirir conocimiento.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”