Este fin de semana el expresidente Evo Morales, actualmente con asilo político en Argentina, anunció que su partido político, el Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), finalmente cuenta ya con un binomio de cara a las elecciones del próximo mes de mayo: se trata del exministro de Economía Luis Arce (para presidente) y el exministro de asuntos exteriores, David Choquehuanca (para la vicepresidencia).
Para quienes no los conocen, Arce estuvo en su cargo desde 2006 y prácticamente hasta el la reciente salida del expresidente. Durante los primeros años, y por encargo de Morales, estuvo altamente involucrado en las empresas estatizadas desde el gobierno y a él se le atribuye el “milagro boliviano”: desde 2006 y hasta la fecha, la economía boliviana ha crecido ha ido siempre en crecimiento y tan sólo en 2015 tuvo un pequeño revés en términos de PIB per cápita. Por su parte, Choquehuanca acompañó desde 2006 y hasta 2017 y fue Secretario General de la ALBA, organismo internacional de entre cuyos miembros destacan Cuba, Nicaragua y Venezuela; países con fuerte sentimiento antiimperialista y con gobiernos de izquierda originarios de la revolución.
Otros nombres como el de Andrónico Rodríguez, considerado como el hijo político de Morales, también fueron propuestos por grupos al interior del partido. A pesar de su cercanía con el expresidente, no fue tomado en cuenta. En cambio, tanto Arce como Choquehuanca fueron de los miembros que más tiempo permanecieron dentro de los distintos gabinetes de Evo.
La clave de su designación podría tener una triple vertiente. En primer lugar, y la más sencilla, por la cercanía con Morales. Después de que el mandatario ocupó la presidencia por más de una década -y tomando en cuenta la manera en la que se produjo su salida- el designar a este binomio podría, hasta cierto punto, garantizarle condiciones para su regreso al país.
En segunda instancia, por las áreas en las que anteriormente operaban. Un país como Bolivia que es altamente dependiente de sus recursos naturales (más del 80% de las reservas mundiales de litio se encuentran en territorio boliviano) y con un gasto público “alto” (debido a la nacionalización de empresas y servicios), requiere de un buen administrador. Además, y de manera tradicional, una de las áreas que siempre es prioritaria para un gobierno es la relación que tiene con sus similares. El reconocimiento de las soberanías entre estados siempre es una prioridad. Si no, que les pregunten a los escoceses, los québecois, los catalanes o a Guaidó y Maduro.
Y, finalmente, por la necesidad de una apuesta moderada en tiempos convulsos. Si bien el objetivo de Morales es que su partido se mantenga en el poder, sabe que existe un riesgo de que no sea así. Por lo cual, y en caso de que la derecha se mantuviera en el gobierno (y da muestras de ello al Jeanine Áñez haber ampliado su mandato recientemente), la única alternativa que tendría el MAS sería negociar con el nuevo gobierno y así buscar la manera de, desde la oposición, mantenerse relativamente vigente y no perder todo su poder político, particularmente Arce, quien es conocido por ser de un ala menos radical dentro del partido.
El panorama para el más MAS es complicado de cara a la cita electoral de mayo y se enfrenta a una prueba importante. Es la última oportunidad para Morales de conservar algo de poder. “El hombre propone y Dios dispone”, o más bien “Evo propone y Jeanine dispone” porque, así como hay mecanismos en contra de Morales, ¿por qué no pensar que también podrían ser activados en contra de Arce y Choquehuanca? Habrá que esperar.