La ‘corona abollada’: El PRI

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Un intenso fin de semana fue el que se vivió a nivel nacional tras realizarse elecciones en distintos estados de la República. Haciendo cuentas, el PRI perdió más o menos la mitad de la elección, pues de las entidades donde hubo sufragios, siete fueron las que ahora se vistieron de azul, por cinco tricolores. Lo que hizo que el golpe se sintiera aún más fuerte tiene que ver con las pérdidas de Durango, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas, entidades donde básicamente el priísmo había tenido control toda su vida: gobernaban ahí desde hace 86 años.

Sí, se habla de la gran pérdida que tuvo el PRI y esto de alguna manera para muchos representa la antesala de una nueva alternancia del poder en la presidencia. Sí, en redes sociales se armó la fiesta porque los dinosaurios nuevamente fueron castigados por el pueblo y, en visión de los facebookeros y tuiteros, la sociedad ha despertado nuevamente. En esta ocasión, lo mediático está cubriendo una realidad que podría no ser desagradable del todo para los priístas. Me explico.

Lo que hizo que el golpe se sintiera aún más fuerte tiene que ver con las pérdidas de Durango, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas, entidades donde básicamente el priísmo había tenido control toda su vida: gobernaban ahí desde hace 86 años.

A juicio de su servidor, lo que realmente ha sucedido es que los focos rojos y las alarmas –las mismas que en 2012 mandaron guardar– únicamente se han vuelto a encender. Lectores, el PRI se sigue manteniendo como una fuerza política dominante, pues a pesar de lo sucedido, tiene el control del 45% de las entidades federativas. Preguntémonos: ¿alguna vez, en la historia de México, ha tenido tanto control algún otro partido político que no sea el PRI? La respuesta: jamás. Es más, ni durante el primer trienio de Vicente Fox, donde aparentemente se vislumbraba la nueva democracia mexicana, ni en ese entonces el PAN llegó a tener tanta fuerza política como la que el PRI hoy aún ostenta.

¿Por qué decir algo así? Porque nuestro sistema multipartidista es el primero que lo propicia. A pesar de la caída en números, el PRI sigue manteniéndose en lo más alto de la política nacional. Haciendo uso de la jerga futbolera, se puede decir que al PRI se le ‘abolló la corona’, lo que no significa que no siga siendo ‘el campeón’: el 55% del territorio que no controla está distribuido entre varias fuerzas –PAN, PRD, Morena (ni más ni menos que con la CDMX), y nuestro Bronco neoleonés– y sus poderes en lo individual siguen sin superar al ‘partido oficial’. ¿Quién tiene la mayor cantidad de escaños en el Congreso? La respuesta ya la saben.

Lectores, el PRI se sigue manteniendo como una fuerza política dominante, pues a pesar de lo sucedido, tiene el control del 45% de las entidades federativas. Preguntémonos: ¿alguna vez, en la historia de México, ha tenido tanto control algún otro partido político que no sea el PRI? La respuesta: jamás.

Muy probablemente por eso es por lo que Beltrones se encuentra muy tranquilo: su declaración sobre la ‘reflexión de lo que pasó’ no tiene cara de ‘derrotista’ y por ningún motivo se compara con la actitud de, por ejemplo, Gustavo Madero cuando el PAN también se vino abajo por primera vez. ¿Por qué será? Pues porque es la único tropezón grande que Manlio ha tenido como presidente del partido (recordemos que tomó la protesta en agosto de 2015), y porque su alta jerarquía y trascendencia histórica dentro de la institución lo avalan: no se puede achacar a este hombre, él mismo que fue uno de los principales impulsores de Zedillo y uno de los últimos herederos de la escuela salinista, la aparente ‘caída’ del PRI en estas elecciones.

Mucho se puede leer sobre lo que aconteció este fin de semana y mucho se puede especular sobre el futuro del país, pero lo cierto es que nuestra realidad sigue siendo un poco la misma: hoy nuestro México sigue pintado de los mismos colores de la bandera, pero no precisamente por hacer alusión a nuestra identidad nacional. No lo digo con orgullo ni con desdén, sino como mera aseveración a la realidad inmediata de los mexicanos. Sí, es positivo que el poder no se concentre en una sola fuerza, y poco a poco –o al menos así pareciera ser– se irá revirtiendo la tendencia, pero aún falta por hacer. Falta menos, pero todavía falta.

‘Gánale al PRI’, dicen por ahí.

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