Piden al congreso emitir una Ley que regule la publicidad Federal y Estatal

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Monterrey (15 de noviembre 2017).- Organizaciones civiles en conjunto con académicas pidieron a los ministros de la Corte, un amparo para exigirle al Congreso que emita una ley reglamentaria para regular el gasto de comunicación social de los Gobiernos federal y estatal, que se tiene pendiente desde hace tres años atrás.

Las organizaciones como Fundar y Articulo 19, tiempo antes de haber sido discutido en la Primera Sala de la Corte, observaron que la falta de normatividad favorece el gasto discrecional y el control de los medios de comunicación por parte de los gobiernos.

Usando el #MiLanaNoEsMordanza, señalaron en redes que la reforma electoral del 2014 estableció obligatoriamente reglamentar el articulo 134 constitucional antes del 30 de abril de 2017.

Precisaron que el Presidente, Enrique Peña Nieto, en el 2012 se comprometió a crear una instancia ciudadana, autónoma, para que supervise la contratación de medios de comunicación con fines publicitarios en todos los niveles de gobierno, cosa que tampoco ha cumplido.

“En los últimos 10 años la publicidad oficial ha sido una forma de censurar indirecta para castigar a los medios críticos. Sin medios de comunicación independientes no hay democracia real. Hoy la Suprema Corte de la Justicia puede cambiar las cosas. #MiLanaNoEsMordanza”, publicaron en sus redes.

Mediante una pagina wb creada por los activistas con a liga publicidadoficial.com.com, han dado a conocer informes sobre los recursos erogados por los Gobiernos estatales y federal en contratos de comunicación social.

“(La ausencia de la ley) da pie a que existan relaciones financieras opacas y discreciones entre gobiernos y medios en el País, así como censura sutil y el desarrollo potencial de redes de corrupción. Para cambiar esta situación, se necesita avanzar en establecer reglas claras sobre gatos en publicidad oficial”, se lee en la editorial.

“Se avecinan tiempos electorales, y con esto, la tentación de realizar considerables aumentos en publicidad oficial pese al contexto de crisis de las finanzas publicas, por lo que es imprescindible que los gobiernos se comprometan a no utilizar estos recursos con fines electorales en lugar de ser destinados a la garantia del derecho a la información y la libertad de expresión”, agregaron.

#ElPesoDeLaResponsabilidad: “Gobierno Abierto en México: ¿La Alianza que no fue?”

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En términos generales, Gobierno Abierto es un concepto que se emplea para caracterizar a aquel gobierno que inaugura un proceso de interacción con los ciudadanos, a través de una relación de doble vía, en la que éstos expresan sus opiniones sobre políticas públicas, coparticipan en la producción de bienes o servicios públicos, e intervienen activamente en el control y evaluación de la gestión gubernamental.

El concepto ha estado en el centro de numerosos estudios de Ciencia Política desde hace, por lo menos, una década. Quizás tomó su mayor proyección cuando en 2011 se creó la Open Government Partnership (Alianza para el Gobierno Abierto), con el propósito de construir la mayor instancia institucional global de intercambio y evolución conjunta en la materia. Precisamente, México fue uno de los ocho fundadores de esa alianza, junto a los gobiernos de Brasil, Estados Unidos, Filipinas, Indonesia, Noruega, Reino Unido y Sudáfrica. Actualmente son 75 países los que se han adherido a la Alianza, realizando más de 2500 compromisos para hacer que sus gobiernos sean más abiertos y responsables (para más información sobre la Alianza se puede consultar: goo.gl/MyqZ4n).

La importancia del tema –y, aún más, de la Alianza– radica en que los instrumentos de cualquier gobierno que se considere “abierto” deben estar basados en tres principios fundamentales: 1) transparencia y acceso a la información; 2) participación activa de los ciudadanos en los asuntos públicos; y 3) colaboración entre diferentes sectores (público, privado y sociedad civil), con el fin de incrementar la eficiencia de la gestión del Estado y mejorar los servicios públicos y la calidad de vida de toda la población, aprovechando las ventajas del uso de las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Así, resulta evidente que este modelo pretende establecer nuevos elementos sobre la manera en cómo los gobiernos se relacionan con los ciudadanos. Uno de esos elementos es, sin duda, el valor de la confianza. Valor que, por naturaleza, debe ir en dos direcciones: de los ciudadanos a los gobernantes, y viceversa.

Me interesa escribir sobre este tema debido a que apenas el pasado lunes 19 de junio diversos medios de comunicación informaron, con base en un reportaje de The New York Times, a su vez elaborado a partir en un estudio del Citizen Lab de la Universidad de Toronto, que diversos representantes de la sociedad civil habían sido espiados a través de sus teléfonos celulares por medio de un software conocido como Pegasus, desarrollado por la empresa NSO Group Technologies, cuyo capital y oficinas centrales se encuentran en Israel. Como lo escribió ayer Salvador Camarena, el artículo del diario estadounidense amplía los hallazgos del reporte “Gobierno Espía, vigilancia sistemática a periodistas y defensores de derechos humanos en México”, dado a conocer por la Red de Defensa de los Derechos Digitales (documento que se puede revisar en el siguiente vínculo: https://goo.gl/r8pt89).

Sin embargo, este no es el primer caso de espionaje contra integrantes de la sociedad civil que se da en nuestro país. Ya en mayo pasado, el Núcleo de Organizaciones de la Sociedad Civil (NOSC) determinó retirarse de los trabajos de la Alianza para el Gobierno Abierto en el plano federal, argumentando que han perdido la confianza en el Secretariado Técnico, institución tripartita en la que participan representantes del Ejecutivo y del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI), como órgano garante. En este sentido, organizaciones como Fundar, GESOC, Transparencia Mexicana y CIDAC, entre otras, censuraron la actitud asumida por las autoridades frente a evidencias de que se había violentado la privacidad de algunos de sus miembros. Sin confianza no pueden continuar participando en la Alianza, argumentaron.

Avanzar para que la construcción de los Sistemas de Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción incorporen las exigencias de organizaciones civiles, académicas y empresariales, es un elemento indispensable para restaurar la relación Estado-sociedad. Como lo mencionó Jacqueline Peschard en su toma de protesta como presidenta del Comité Ciudadano del Sistema Nacional Anticorrupción, no basta que los ciudadanos sepan qué hacen los gobiernos, por vía de la transparencia, sino que deben ser actores directos de las decisiones y políticas que aquéllos adoptan. Se trata, pues, de una nueva relación entre sociedad y gobierno, y para que prospere es indispensable que exista un dialogo basado en el respeto mutuo y la confianza de las partes.

El establecimiento de políticas relacionadas con Gobierno Abierto, construidas a partir de mecanismos transparentes y con aportaciones ciudadanas, ha demostrado ser eficaz en otras regiones del mundo. México no debe ser la excepción. Con todo –como se argumenta desde la Ciencia Política– se debe reconocer que Gobierno Abierto, como idea y como práctica, continúa siendo un concepto en construcción. Por desgracia, el contexto actual lleva a suponer que la idea difícilmente se podrá materializar mientras siga existiendo un déficit de confianza entre las partes. Toca ahora al gobierno actuar para recuperarla. Cuidado, si no lo hace, se puede perder una oportunidad que no regresará.