En busca de la Dictadura Perfecta

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La semana pasada hubo mucha controversia en el gremio jurista. Se planteó una posible reforma a nuestro Sistema Penal en México, misma reforma que contenía muchas leyes retrogradas a nuestro Sistema Penal actual.

Esta reforma, es una prueba más de que la cuarta transformación quiere controlar los tres poderes de gobierno, imponiéndose sobre la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sobre el Consejo de la Judicatura y sobre la autonomía de los Congresos Locales.

Dentro de la propuesta, se busca crear un Tribunal Especializado en materia de Responsabilidades Penales, con la finalidad de que los integrantes del Poder Judicial Federal puedan ser juzgados en caso de que incurran en delitos relacionados con su responsabilidad. 

Este tribunal especializado estaría conformado por Jueces y Magistrados, que serían designados por el mismísimo Senado, de igual forma, el Senado tendría la facultad de observar, vigilar y controlar las intenciones de investigación que el Tribunal Especializado realice, sustituyendo la labor que realiza el Consejo de la Judicatura Federal.

En la misma propuesta, se busca la creación de un Código Nacional Penal, con la finalidad de que el Congreso de La Unión sustituya la facultad de establecer y tipificar delitos a los Congresos Locales.

Actualmente los Congresos Locales tienen autonomía para establecer y tipificar delitos, por ejemplo, cada Congreso Local tiene la facultad de definir como conducta delictiva o no delictiva la interrupción voluntaria del embarazo; de proceder la iniciativa, esa facultad que tienen los Congresos Locales quedaría únicamente en manos del Congreso de la Unión.

Éstas sólo son unas de las pocas propuestas de reforma que se plantean para la modificación del Sistema Penal en el año 2020. Es increíble el descaro del Gobierno Federal de querer controlar todo, así mismo es lamentable que teniendo actualmente un Sistema Penal garantista, regresemos a un Sistema Penal con muchas fallas y violaciones a los derechos humanos, sin olvidar todo el gasto que se ha hecho para implementar el Sistema Penal actual.

Una vez más, bienvenidos a la cuarta transformación. 

En busca de la equidad de género

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Nuestro país ha hecho grandes esfuerzos por crear las condiciones que coadyuven a la integración de las mujeres en espacios que anteriormente estaban dominados por lo hombres. La paridad de género debe de continuar siendo promovida en la vida social, educativa, laboral y política de nuestra nación, las acciones que hemos emprendido nos han acercado más al objetivo, pero somos conscientes que aún tenemos mucho por hacer.

La paridad de género debe de continuar siendo promovida en la vida social, educativa, laboral y política de nuestra nación, las acciones que hemos emprendido nos han acercado más al objetivo, pero somos conscientes que aún tenemos mucho por hacer.

Hace dos años se publicaron las normas referentes a la obligación de los partidos políticos para promover y garantizar la equidad de género en las candidaturas a los puestos de elección popular en el Congreso de la Unión y los Congresos Locales. Hoy en día nuestro Estado tiene un número importante de Diputadas Locales, 16 de las 42 diputaciones que tiene Nuevo León, en gran medida esto es consecuencia de la nueva legislación que promueve que las mujeres sean candidatas a un sitio en el Congreso.

Las medidas que incentivan la paridad de género en la participación política de mujeres y hombres no se han limitado al ámbito legislativo, también se han expedido normas y lineamientos que promueven la presencia de las mujeres en los ayuntamientos. Pero no solo el sector público está reaccionando positivamente, también el sector privado se ha unido a este movimiento y cada vez son más las empresas que establecen políticas que impulsan la presencia de mujeres en puestos directivos.

Apoyar a que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres no significa que se les tenga que dar un puesto laboral solo por cubrir una cuota de género, sino que se valoren las cualidades y aptitudes que hacen que sean tan competitivas como lo son los hombres. Es importante que veamos a estas nuevas políticas como una forma de alinear de manera adecuada los incentivos hacia una debida ponderación de habilidades físicas y mentales de todas las personas, la cual va más allá del género.

Apoyar a que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres no significa que se les tenga que dar un puesto laboral solo por cubrir una cuota de género, sino que se valoren las cualidades y aptitudes que hacen que sean tan competitivas como lo son los hombres.

Como país debemos de tomar la precaución de que en nuestro interés por alcanzar la equidad de género no tengamos efectos contraproducentes que puedan llegar a implicar mayores obstáculos para un adecuado desarrollo en la búsqueda de una auténtica igualdad de género y de una justa ponderación de las capacidades de mujeres y hombres. No se trata de inclinar la balanza hacia el género femenino, sino de mantener un equilibrio de oportunidades para todos. En México tenemos personas muy valiosas que si les brindamos una plataforma justa pueden desarrollarse con gran éxito en el ámbito económico, político y social.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Es tiempo de una nueva Constitución para México

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En un año la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) será centenaria. Si la Constitución fuera una persona, formaría parte del 1.8% de los adultos mayores con cien o más años de edad en nuestro país (INAPAM); y si se viera a sí misma en un espejo, tal vez reconocería muy poco de su cara de recién nacida en aquel lejano 5 de febrero de 1917.

La CPEUM ha acumulado tiempo pero también peso. Tomando en cuenta hasta el mes de febrero del 2014, su texto ha crecido 2.7 veces con relación al original, es decir, pasó de aproximadamente 22 mil palabras a 59 mil (Fix-Fierro); más las que se acumularan esta semana ya que en enero se agregaron dos reformas más a la Constitución (el nuevo régimen de la Ciudad de México y la desindexación del salario mínimo).

Por otro lado, puede resultar más difícil cancelar una tarjeta de crédito que aprobar una reforma para la Constitución. En efecto, la Constitución se modifica con tanta facilidad que las adecuaciones son “discutidas” y aprobadas en los Congresos Locales con la rapidez de un mero trámite procedimental; adicionalmente, nuestra Ley Fundamental cambia con tanta frecuencia que para “conocer” el texto más actualizado es necesario revisar prácticamente todos los días las páginas web de las Cámaras del Congreso de la Unión.

La Constitución tiene tantas memorias y objetivos que es probable que ya se sienta afectada por el mal de Alzheimer. Esto es, hemos incluido tantas cosas en nuestra Constitución que aparentemente es incongruente en algunos temas. Por ejemplo, reconocemos la posibilidad de reelección consecutiva en Ayuntamientos, diputaciones (locales y federales) y senadurías, pero no respecto de los ejecutivos (estatales y federales). Esto es, sí…, pero no. Otro ejemplo es que no se pueden otorgar concesiones en materia de petróleo e hidrocarburos, pero sí pueden firmarse contratos de licencia. Es decir, no…, pero sí.

En efecto, la Constitución se modifica con tanta facilidad que las adecuaciones son “discutidas” y aprobadas en los Congresos Locales con la rapidez de un mero trámite procedimental…

¿No será tiempo de dejar las simulaciones y constituirnos como realmente somos y queremos ser?
Hasta ahora, he señalado únicamente aspectos supuestamente formales que plantean la necesidad política de una nueva Constitución para México: La extensión y complejidad gramatical del texto constitucional, la inutilidad de un procedimiento dificultado para la reforma constitucional que, en los hechos, demerita la supremacía de la Constitución; así como las adecuaciones constitucionales basadas en agendas políticas particulares y sin un debate público nacional.

Sin embargo, un hecho probablemente aún más importante y meritorio de que contemos con una nueva Constitución es que cuando aquella persona centenaria observa al país a través de la ventana de su casa, ya no reconoce las calles del barrio ni a las personas que viven en él. Es, en cierta medida, una extraña para los demás. La Constitución misma desconoce a la sociedad que pretende constituir, dirigir, guiar.

En efecto, siendo México un país de migrantes (expulsor y receptor), aún no aceptamos que un extranjero con residencia legal en nuestro país pueda elegir a sus autoridades locales. Siendo un país con fuerzas locales muy importantes, aún no hemos siquiera formulado, y menos respondido, la pregunta: ¿Qué federalismo deseamos para el siglo XXI? En última instancia, siendo que México atraviesa por una grave crisis de derechos humanos, aceptamos que el artículo 1° constitucional tenga su límite protector de las personas en la propia Constitución y no en un instrumento internacional.

La Constitución misma desconoce a la sociedad que pretende constituir, dirigir, guiar.

La crisis de derechos humanos que vivimos en México (así como la corrupción generalizada, el desconocimiento de la ley, la impunidad de los actores con poder, la simulación en la aplicación de las normas, el temor y la desconfianza en las autoridades…) debe ser motivo de enorme tristeza para quien en un año cumplirá 100 años. Tristeza por ver frustrados algunos de sus planes de juventud, por ver que pocas personas la conocen o la toman en serio, por la ampliación de las diferencias sociales, en suma, tristeza por no ser reconocida como factor de unión y como guía de una comunidad.

Casi podemos escuchar, a lo lejos, una voz orgullosa pero fatigada que nos dice: “Es tiempo de aceptar mis triunfos pero también mis propios límites; es tiempo de unirnos de nuevo y convenir en lo esencial para el país. Es tiempo de una nueva Constitución para México…”

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”