Temor ante incremento de casos de COVID-19 en Estados Unidos por protestas por la muerte de George Floyd

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En Estados Unidos líderes gubernamentales y funcionarios de salud han exteriorizado su preocupación por una propagación acelerada de COVID-19,  a causa de las protestas por la muerte de George Floyd.

La nación superó la cifra de 100.000 muertes por coronavirus. Pese a esta alarmante cifra personas en todo el país siguen salido a las calles manifestar su frustración por la falta de valor de la vida de los hombres negros. 

Solo el domingo hubo un aumento de casi 20.000 casos, según datos de la Universidad Johns Hopkins.

Hasta el lunes por la mañana, al menos 1.790.191 estadounidenses han contraído el virus y 104.383 han muerto. Pero algunos esperan un salto en los casos luego de días de manifestaciones.

El gobernador de Minnesota Walz dijo que espera un fuerte aumento en los casos de Covid-19 en su estado.

“Estoy profundamente preocupado por este tipo de incidente superpropagador”, dijo Walz. “Vamos a ver un pico en (los casos de) covid-19. Es inevitable”.

El alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, compartió su preocupación sobre un posible aumento del coronavirus entre los manifestantes.

“Todavía desearía que todos se dieran cuenta de que cuando las personas se reúnen es inherentemente peligroso en el contexto de esta pandemia, y voy a seguir instando a las personas a que no usen ese enfoque y, si lo hacen, que se centren en el distanciamiento social y que se cubran la cara”.

El alcalde agregó que reconoce la necesidad de manifestarse después de la muerte de Floyd, y que “es una realidad muy, muy complicada”.

“No se puede ver un racismo manifiesto, no se puede ver un asesinato racista manifiesto y no sentir algo profundo, así que lo entiendo”, agregó de Blasio. “Pero lo último que nos gustaría ver es que los miembros de nuestra comunidad se vean perjudicados porque el virus se propagó en uno de estos entornos”.

El gobernador de Maryland, Larry Hogan dijo que la prioridad ha sido mantener a las personas seguras durante las manifestaciones, pero el enfoque también debe incluir la lucha de meses contra la propagación del coronavirus.

No hay dudas de que cuando pones a cientos o miles de personas juntas mientras tenemos este virus en las calles, no es saludable”, dijo Hogan. “Dentro de dos semanas en Estados Unidos vamos a averiguar si esto nos da o no un pico y aumenta los números”.

“La mayoría de los estados tenían reglas sobre no tener reuniones de diez o más y ahora estamos viendo a miles de personas apiñadas”, agregó Hogan.

Los expertos en salud también han expresado su preocupación por una propagación aún mayor de COVID-19. 

Los expertos han hablado sobre la necesidad de usar máscaras faciales y otras medidas de protección a la luz de las disparidades raciales en los datos que muestran que las minorías tienen un mayor riesgo de contraer el virus.

El Dr. Scott Gottlieb, excomisionado de la Administración de Medicinas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) del gobierno del presidente Donald Trump, dijo este domingo en el programa “Face the Nation” de CBS que estas manifestaciones crearán una mayor propagación del COVID-19, especialmente en un estado que ya estaba en una tendencia al alza en el número de casos antes de los eventos de esta semana.

Habrá muchos problemas que surgirán de lo que sucedió en la última semana, pero uno de ellos será que las cadenas de transmisión se habrán encendido a partir de estas reuniones”, dijo Gottlieb. “Y Minnesota, uno de los más afectados por las protestas donde se han visto grandes reuniones masivas, ha estado viendo un aumento en los casos desde antes. Incluso antes de que comenzaran estas protestas, vimos que aumentaron las hospitalizaciones en ese estado”.

El Dr. Ashish Jha, director del Instituto de Salud Global de Harvard, dijo en el mismo programa que deseaba que los manifestantes usaran máscaras para protegerse a ellos mismos y a los demás.

 

 

 

(Con Información de CNN)

#ElTalónDeAquiles: “El Paladín del Medio-Ambiente”

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Lo previsible pasó: el presidente Trump anunció el retiro de su país del Acuerdo de París. Hay todavía tela por cortar, pues el proceso de salida toma al menos cuatro años; 2020 es entonces el umbral para hacer el anuncio efectivo. Pero cierto es también que al proclamar su retiro Washington se une a Damasco y Managua, únicas capitales que no lo han adoptado.

El Acuerdo de París es un tratado universal (147 países, el 82% de las emisiones de gas a efecto invernadero, son parte en junio de 2017) mediante el cual los firmantes se obligan a limitar el calentamiento climático futuro. Los Estados Unidos emite alrededor del 14% de gases a efecto invernadero. El acuerdo considera las peculiaridades de cada país y establece mecanismos recurrentes de revisión para evitar los peores efectos de un aumento desmedido de la temperatura. Si se traspasa la barra de los 20C, la seguridad alimentaria peligraría, los eventos climatológicos extremos se multiplicarían, y el aumento en el nivel del agua se convertiría en una amenaza a los litorales. El “norte” acordó además trasferir USD 100 billones por año (hasta el 2020) al “sur” para ayudar a mitigar los efectos del cambio en curso y acelerar la transformación hacia una economía verde.

Las razones con las que Trump justifica el retiro son inverosímiles. El pacto favorecería los intereses extranjeros en menoscabo del contribuyente estadounidense, quien debe asumir costos como la pérdida de empleos, salarios más bajos, pérdidas del PIB, etc. El fondo verde costaría billones, lo cual implicaría la necesidad más impuestos; crece así la pobreza. Finalmente, y esta es la peor de todas las excusas, como Trump es el “paladín” del medio-ambiente, no puede permitir un pacto que penalice al líder mundial en la materia sin castigar a los verdaderos contaminadores. China e India han hecho lo que han querido desde siempre, y no están hoy en el banquillo de los acusados. Como si de eso se tratara…

En el mundo de Trump, su país gana resucitando la industria del carbón. Poco importan los empleos creados por las tecnologías verdes, que empresas estadounidenses como Shell y Exxon Mobil tengan competitividad en la materia, que líderes de empresas como Disney, Goldman Sachs, SpaceX, Tesla, etc., se declaren inquietos por la falta de liderazgo de Washington, y que muchos de ellos renuncien a sus funciones de asesoría en la capital estadounidense. Eso es secundario. Importa aun menos mantener una voz dentro del Acuerdo, que los aliados critiquen la decisión-“error” para Paris, “hecho lamentable” según Berlín, “decepción” en Ottawa-y que contradigan a Trump al aclarar que el pacto no es renegociable. ¿Y qué decir de los gobiernos sub-nacionales estadounidenses, muchos de los cuales ya se declararon rebeldes? Los gobernadores de New York, California, y Washington anunciaron la “Alianza por el clima”, un foro para reforzar los programas de lucha contra el cambio climático. Los alcaldes de New York, Los Ángeles, y Boston anunciaron un boicot a Washington.

El “Occidente” está fracturado. Trump perdió otra oportunidad de enderezar su presidencia, que se enfrasca en una espiral de sinsentidos. Sus defensores dirán que no hace más que cumplir su palabra. Es cierto: en su aislacionismo, el candidato prometió en 2016 retirarse para proteger la soberanía y el interés nacional. Pero los argumentos arcaicos de la Paz de Westfalia se convierten en una burla anacrónica, inconsciente y egoísta. China y Europa, que ven en este aislacionismo la oportunidad para posicionarse mejor en un mundo en donde las tecnologías verdes ya dan la ventaja, se pronunciaron a favor del acuerdo. Un sistema multipolar se erige ante nosotros, con Europa autónoma, Rusia en apogeo, China acelerando hacia la economía verde, y con una hegemonía estadounidense en franco declive. Trump es una tristeza para su país, un peligro para el planeta, y una vergüenza para su generación.

Fernando A. Chinchilla

Cholula (México), junio de 2017