Hace unas semanas recibí un mensaje a mi celular de un amigo que me compartía una liga de Internet donde se promovía la opción de contestar una encuesta con el fin de determinar si el pago de la tenencia, en el Estado de Nuevo León, debería suspenderse de manera definitiva, de forma gradual, o que continuara tal cual se recupera hoy día. Antes que contestarla, me puse a pensar verdaderamente acerca del tema, y creo que algunas de las reflexiones son dignas de compartirse.
Para quien no lo sabe (o lo conoce de rebote), la tributación del pago de la tenencia sí ha sufrido modificaciones en los últimos años. Recordemos que hasta no hace mucho todo aquel vehículo que no contara con más de diez años de antigüedad debía someterse al pago. Ahora, el impuesto únicamente aplica a vehículos con cinco años de antigüedad, excluyendo a aquellos llamados híbridos en un claro afán de motivar a la reducción de los gases emitidos por el excesivo uso del automóvil.
Retomando el tema, y como podrán imaginar, mi primera reacción al saber que existía la opción de someterlo a consulta fue encaminar mi voto para liberarnos de manera definitiva de este grillete muy mexicano que cada año hace que nos atormentemos un poco, opinión que pienso es bastante popular, pues a quién en su sano juicio le gustaría seguir pagando impuestos por algo que ya es suyo. El argumento usual: en ningún otro lado del mundo se paga tenencia más que en México; la respuesta automática: deberían de quitarla.
La pregunta: ¿qué pasaría si elimináramos la tenencia?
Sin embargo, detrás de este juicio hay muchos elementos que, aunque parecieran ser cosas pequeñas, verdaderamente tienen una influencia directa en nuestras vidas. La pregunta: ¿qué pasaría si elimináramos la tenencia? Más allá de reconocer que al fin el impuesto se ha eliminado y que nuestros bolsillos descansarán un poco durante la famosa “cuesta de enero”, pensemos en los “daños colaterales” que podría traer.
La eliminación de este impuesto, se dice, fomentaría al consumo de autos, pues al no gravar nada sobre ellos, la población tendría menos impedimentos para comprar uno.
En primer lugar, la eliminación de este impuesto, se dice, fomentaría al consumo de autos, pues al no gravar nada sobre ellos, la población tendría menos impedimentos para comprar uno. Esto mismo podría provocar un mayor atasco vial del usual, lo que a su vez propiciaría a un aumento en la contaminación. Otro apunte importante respecto al tema es que, verdaderamente, el pago de la tenencia es un impuesto que afecta sólo a algunos cuantos, pues no olvidemos que la regulación indica que sólo aquellos vehículos de reciente modelo y con cinco o menos años de antigüedad se ven obligados a cubrir la cuota asignada.
En caso de deliberadamente eliminar este impuesto, los recursos con los que la administración contaría también se verían afectados.
Por si fuera poco, existe quien argumenta que la tenencia es un impuesto progresivo, pues el monto se deriva de un porcentaje del valor comercial del vehículo, mismo que va descendiendo con el paso de los años y, por ende, la cantidad que el ciudadano se ve obligado a pagar de igual manera se enfrenta a esta situación. Y, ya que estamos hablando de dinero, no olvidemos que nuestra entidad fue objeto de un endeudamiento superior al usual y, en caso de deliberadamente eliminar este impuesto, los recursos con los que la administración contaría también se verían afectados.
Me parece importante y muy pertinente advertir todas las consecuencias que podría originar la eliminación de este impuesto y, además, me da gusto saber que haya diversidad de opiniones sobre el tema. Sin embargo, y a pesar de todas las razones y explicaciones provistas, considero que tampoco es responsable por parte de las autoridades pretender que dicho pago se continúe realizando de manera indefinida, pues al final de cuentas su origen tiene una justificación que caducó hace muchos años.
Tampoco es responsable por parte de las autoridades pretender que dicho pago se continúe realizando de manera indefinida, pues al final de cuentas su origen tiene una justificación que caducó hace muchos años.
El descontento generalizado que existe sobre este tema me hace pensar que son más quienes buscan el beneficio tangible en comparación con aquellos que ven un poco más allá sobre lo que provocaría tomar una decisión u otra. Aunque contradictorio a lo argumentado anteriormente, considero que es momento de hacer justicia al ciudadano neoleonés y el impuesto debería eliminarse y, espero, 2016 sea el último año en el que nos toque pagarla. Ojalá y el debate se haga mucho más público sobre el tema, pues si durante las campañas fue uno de los principales atractores de votos, claramente será un atractor de legitimidad política.
Voten por la que consideren su mejor opción: www.hcnl.gob.mx/tenencia
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