Sin la acción directa de los jóvenes, no habrá cambio de gobierno

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Nuestra gente se encuentra hastiada del gobierno actual y de las políticas que se han implementado en los últimos años, tendientes a debilitar cada vez más el estado social, y procurar el bienestar de unos cuantos en detrimento de la mayoría de la población.

Sucesos como la casa blanca de EPN, el avión presidencial, la estrategia de llevar a Trump (aun candidato republicano en ese momento) a dialogar con el ejecutivo por parte de Luis Videgaray, la caída y regreso del mismo, los Duartes, así como el gasolinazo, son los que han hecho entender a una buena parte de los mexicanos que, no se puede tolerar ni un día más este gobierno que tiene el cinismo y el hambre de poder por estandarte.

Actualmente, miles salen a las calles a manifestarse, ya no solo en contra del aumento desmesurado de los hidrocarburos, sino en contra de aquellos funcionarios públicos que han estado gobernando tan solo para ellos mismos.

Por medio de diversas consignas, el pueblo deja claro a la cleptocracia en el poder, que se ha unido en una sola voz para hacer valerse como ente del cual dimana la soberanía, y así iniciar un proceso de renovación política.

No obstante, cabría preguntarse, de forma bastante válida ¿cómo se pretende cambiar el sistema que rigió durante décadas nuestro país? ¿Cómo mantener la unidad popular después de lograr los objetivos inmediatos, como el dar reversa al “gasolina”?




Si bien no es fácil resolver las cuestiones planteadas, sería imprescindible apreciar lo siguiente como uno de los pilares para la reconstrucción de la política: el rol de la población joven dentro del proceso de reivindicación y reconstrucción de la política.

Y es que, debemos ser realistas: sin una participación activa y directa de parte de los jóvenes, la consolidación de un gobierno que merecemos no llegará a materializarse.

Si bien es cierto que, en las revoluciones (y más aún, en las de carácter no violento, como la que se moldea poco a poco en nuestro país), es necesaria la sabiduría de los más grandes, de aquellos que han experimentado con anterioridad luchas de liberación, resulta aún más importante contar con la disposición de la energía de los más jóvenes; los cuales tendrán en sus manos la responsabilidad de devolver el rumbo a un país que estuvo secuestrado por la clase política durante un largo tiempo.




Y ojo, que al mencionarse como factor vital la participación de los jóvenes, esto debe entenderse como lo que hoy en día se está presenciando: como el hecho de participar y organizarse de formas que trascienden el voto; pues no hay mayor mal que concebir la democracia y la voluntad popular, como un simple voto depositado en una urna cada tres años.

Al contrario, la democracia y el ejercicio de la soberanía, implica un ejercicio diario materializado en acciones y en organización por parte de quien es el protagonista en lo que respecta al futuro de la nación: el pueblo.

Cuando nos quede claro este enorme poder, y a su vez deber, que poseemos como pueblo, y nos quede claro a la juventud, el hecho de que somos un elemento imprescindible para concebir la revolución del país y la consolidación de un gobierno y democracia popular, habrá llegado el día en que veremos un nuevo amanecer. Habrá llegado el día de un verano que sustituya a este invierno que ha durado décadas.

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