Hace poco menos de un año se daba por sentado que la pelea por ser el próximo inquilino de la Casa Blanca iba a ser entre familias titanes de la política estadounidense. Por el lado republicano, los Bush, y por el demócrata, los Clinton.
Muchas cosas han cambiado desde entonces y hoy tras el arranque de las elecciones primarias en Iowa y New Hampshire estamos hablando de dos favoritos que en ese tiempo pocos nos imaginábamos. ¿Qué sucedió? ¿Qué efectos ha tenido en Estados Unidos? Intentemos darle respuesta.
Jeb Bush, ex Gobernador del estado naranjero de Florida, pintaba como un favorito al inicio de las precampañas del Partido Republicano. Pocos esperaban la llegada de Donald Trump, empresario neoyorquino y personaje de televisión, que supo dar en el punto del votante republicano.
Desde el primer día habló sobre el “desastre” que es actualmente Estados Unidos, acusó a los mexicanos de “violadores, rateros y asesinos”. Sus propuestas, aunque suenan imposibles, son lo que muchos estadounidenses quieren escuchar.
¿Qué sucedió con Jeb? Bush seguramente abandonará pronto la carrera por la candidatura republicana y su sueño de ser Presidente como fueron su papá y su hermano.
George W. Bush dejó a Estados Unidos con un problema económico y otro de relaciones públicas con el mundo tras sus dos guerras innecesarias. Si le sumamos que a Jeb le falta carácter al momento de debatir, eso es pavimento para que candidatos como Trump, Ted Cruz y Marco Rubio lo superen hoy en los debates y las primarias.
En el lado demócrata, Hillary Clinton, ex Primera Dama y ex Secretaria de Estado, pintaba como la favorita para llevarse todo. La llegada de Bernie Sanders, Senador por Vermont y con un perfil más izquierdista (si le podemos decir así), derrumbó este pronóstico tras casi dar la sorpresa en Iowa y ganar en New Hampshire.
Las propuestas de Sanders van desde aumentar los salarios mínimos, cobrarle más impuestos a la clase alta y hasta que el Estado tenga más control sobre la educación y la salud.
A Clinton, como a Bush, le afecta su pasado. Hillary ha sido muy cuestionada por su papel al frente del Departamento de Estado del 2008 al 2012. También el año pasado sufrió el golpe del escándalo por utilizar en comunicaciones oficiales el servidor de las cuentas de correo electrónico personal en lugar de los servidores más seguros del Gobierno federal.
Para muchos, Clinton puso en peligro los intereses de Estados Unidos durante ese tiempo, pues fácilmente las comunicaciones secretas se pudieron haber filtrado.
Tanto a Bush como a Clinton les afectaron factores externos y cercanos. El desgaste político entre los dos lados es muy claro y esto mismo ha causado que candidatos no tradicionales como Trump y Sanders estén más cerca de conseguir su boleto hacia la Casa Blanca.
Cabe mencionar que Trump es hoy por hoy un peligro para el mundo. Su retórica hacia las minorías es muy peligrosa, sólo provoca más odio y racismo. De hecho la membresía al Ku Klux Klan ha ido en aumento y en algunos eventos de Trump gente del público ha gritado cosas como “White Power!”.
Bernie Sanders, por su parte, parece el más sensato, el que habla con la cabeza y el que tiene bien fundamentadas sus propuestas. Eso sí, para que Sanders pueda ganarle a Trump tendría que subir a su barco a Hillary, pues de no hacerlo corre el peligro de dividir más el voto demócrata.
Sea cual sea el resultado en julio próximo, cuando se deciden los candidatos, y el 8 de noviembre, cuando es la elección general, va a ser muy interesante ver qué pasa en el panorama político de ese país.
Al final del día ambos candidatos están cambiando las reglas de lo que el público estadounidense usualmente elige, algo como el fenómeno de los independientes en México. ¿Podría ser éste un reflejo de lo que veremos en el 2018 en nuestro País?