Mamá, papá, quiero ser sacerdote.
La noticia más temida por los padres de familia. Me tocó tener amigos que así lo expresaron y la mayoría recibió cualquier cantidad de alternativas para que su decisión cambiara. Al final, los que lograron ingresar al seminario y su vocación era honesta, mostraron pronto su felicidad.
Por muchos años, el Río Santa Catarina ha sido el hijo de vocación clara con padres que lo quieren disuadir.
A través del tiempo han desfilado padres que ante su potencial de entrenador deportivo le instalaron canchas deportivas, alberca y hasta campo de golf. También le vieron perfil de comerciante y le pusieron un negocio de juegos infantiles, otro de estacionamiento y muchos locales comerciales. Pero siempre ha pasado lo mismo. Cada cierta cantidad de años el río ha declarado su insatisfacción y avienta todo a sus padres y muestra con fuerza lo que realmente es.
De nuevo, hoy tenemos en la ciudad un nutrido grupo de padres y madres del río Santa Catarina, más preparados y más modernos que los anteriores, que ante el llamado de su vocación le tratan de buscar otras profesiones en las que consideran será más apto, más productivo, más feliz y en especial los dejará a ellos como padres orgullosos y satisfechos.
Además, a los nuevos padres del río les ha crecido la familia y ahora tienen hijos menores a quienes también aconsejan sobre su futuro. Hoy también son padres de las avenidas, puentes, barrios y distritos cercanos a su hijo mayor.
Han pasado siete años desde que el huracán Alex eliminó cualquier rastro de intervenciones que hicieran los pasados padres del río por cambiar su vocación y lo dejara listo para una nueva oportunidad. En estos años, el río Santa Catarina ha creado su cauce, ha desarrollado arbolado y una gran cantidad de fauna, en especial aves, lo ha repoblado. En su lenguaje nos dice lo que quiere ser.
Los otros hijos también han sufrido cambios en estos años y han valorado lo que son, lo que han perdido y lo que les gustaría ser. Con ellos quizás los nuevos padres tengan mejor suerte y se logren acuerdos favorables. En ellos hay más profesión que vocación y eso es flexible.
Pero el río parece tener muy claro lo que es. Cada día se le ve más feliz y espera que sus padres también lo sean al verlo desarrollarse en libertad. Parece redundante pero la vocación del río Santa Catarina es ser un río.
Es difícil ser padre. Debe ser frustrante ver que los hijos no son lo que se espera. Pero las vocaciones suelen ser así, alejadas de lo convencional pero honestas y con una función especial. Nunca sabes si un hijo sacerdote puede llegar a ser Papa. Menos si le impides ejercer su vocación.
Dejar al río ser río; quizás nos sorprenda favorablemente en pocos años.