Se describe a sí mismo como un agente provocador. Un hombre de farándula. Un hombre de poder. Veterano de la consultoría política. Pionero de la guerra sucia. Todo vale mientras se gane, siempre y cuando no se rompa la ley. Todo eso es Roger Stone, uno de los hombres importantes de la política estadounidense.
En días recientes Netflix estrenó el documental Get Me Roger Stone, filme donde se narra la trayectoria del hombre que visualizó, convenció y ayudó a Donald Trump a alcanzar la presidencia de los Estados Unidos.
Stone rompe con el mito de que los asesores políticos deben estar detrás del candidato. Casi como profesionistas de oscuridad. Roger, quien ha sido descrito como un “canalla de primera” es un hombre de medios. Él entiende la necesidad de la imagen. En sus palabras “es mejor ser infame que nunca ser famoso”, ya que la “política es para valientes, el perdedor no gobierna”.
Bajo la lógica de que no existe la mala publicidad, Roger Stone ha logrado superar diversos escándalos. Se vio involucrado en el caso Watergate. Aseguró que Barack Obama había nacido en Kenia. Acusó a la familia Clinton de abuso a mujeres. Y el último, se le investiga por una posible colaboración con los rusos y WikiLeaks para apoyar la campaña de Trump. A todos los afronta con una sonrisa, casi maquiavélica, fortaleciendo un ego que parece enfermizo.
Roger no es ningún ingenuo. Analistas políticos lo describen como uno de los actores que mejor entiende la democracia americana. Roger sabe que tiene que convencer a las mayorías y ese es su objetivo: comprender sus deseos internos, sus necesidades, sus aspiraciones.
Hombre de lealtades. Acérrimo fan de Richard Nixon. Roger Stone forjó desde la década de los 80s el proyecto presidencial de Donald Trump. Más allá de ser su asesor, su amigo. Stone identifico las capacidades interpretativas del actual presidente. Tenía presencia, tomaba decisiones, era líder, se veía presidencial. Roger sabía que el votante promedio no tenía la capacidad de separar a la política del entretenimiento, así, menciona que “la política es el espectáculo de los feos”. Y esa era la gran oportunidad para el protagonista del programa El Aprendiz, Stone intentó convencer a Trump de candidatearse en cada proceso electoral.
La vida se hizo para trascender. Para dejar un legado. O ese es el pensamiento de Roger Stone. Él sabe que se ganó enemigos, pero cada uno de ellos lo vale. Stone logró escalar a los más altos niveles de la política estadounidense. Stone convirtió a Donald Trump en el hombre más poderoso del mundo.
Roger Stone sabe que pasará a la historia como uno de los hombres más odiados de la política americana. Y no lo discute, incluso asegura que disfruta del odio, ya que, si no fuera efectivo su trabajo, no lo odiarían. Es una señal de éxito.
Hombre de medios y de política, Roger Stone cuestiona la ética en la consultoría política. A él no le importa que digan que no tiene principios. Que es un hombre de trucos sucios. Al final… todos ellos son unos perdedores y para ganar, tienes que hacer todo lo que puedas.
Agradezco al Dr. Jesús Rubio Campos por la recomendación.