Hace más de un año que los nuevoleoneses fuimos testigos, no solo de la primera victoria por parte de un candidato no militante de un partido político, sino de aquella alianza consolidada por Fernando Elizondo hacia Jaime Rodríguez, la cual tuvo respuestas de todo tipo; decepción por parte de algunos que veían con malos ojos al candidato independiente, asombro por parte de los no tan familiarizados con el ámbito político, e igualmente, admiración por parte los ciudadanos que poseían una fe suficiente hacia su persona como para confiar en tal decisión.
¿Cuál fue el resultado de dicha alianza? Hablando desde una óptica personal, pero con el atrevimiento de pensar que dicha visión es compartida por más personas, la repercusión de esta mancuerna Jaime-Elizondo desembocó en una victoria aplastante, en comparación con los votos obtenidos por los demás aspirantes a gobernador.
Ahora bien, posterior a la esperanza cumplida de la sociedad en cuanto a romper con el bipartidismo mediante el triunfo de una persona no afiliada a una agrupación política, el papel del ex candidato a gobernador como elemento imprescindible para la empresa previamente mencionada, era apenas la punta del iceberg; Fernando Elizondo, al fungir como enlace y coordinador de las distintas secretarías de estado, ha demostrado que el espíritu de aquel gobernador interino no ha desaparecido a pesar del tiempo, sino que, al contrario, los años han fortalecido su voluntad para servir al pueblo.
Sea a través de juntas con los funcionarios públicos, o con la ciudadanía en los eventos públicos o bien, en mesas de diálogo junto a los distintos sectores de la población, como los pueblos originarios que residen en Nuevo León, hemos podido observar en él una actitud de resiliencia frente a los desencantos del actual gobierno comandado por el ex priísta, ahora independiente.
No obstante, bajo esta realidad (desde mi punto de vista) que vive Nuevo León de un desengaño, de una desilusión consecuente de haber esperado un gobernador que fuera a cambiar todo el estatus quo del estado, no está de más preguntarse lo siguiente: ¿El señor Elizondo, permanecerá en el barco independiente?
Lo anterior se menciona en virtud de que, si bien Elizondo ha logrado contribuir a mantener la cohesión dentro del grupo, han sido numerosos los desencantos por los que ha atravesado en este año cumplido de ejercicio gubernamental; casos recientes como lo ocurrido con Rodrigo Medina (acusado de un solo delito), parecieran inclinar la balanza a lo anteriormente dicho. Asimismo, abundan actualmente rumores que tienen la misma inclinación sobre dicho supuesto de una probable renuncia.
¿Estaría mal vista la dimisión de Barragán? Más que una visión, considero que, a pesar de que probablemente su dimisión desemboque en un entierro de la formula independiente, él está en todo su derecho, pues él fue quien se atrevió a declinar en favor del actual ejecutivo, haciéndole ganar las elecciones, por lo que su dimisión sería una especie de retribución, o mejor dicho de cobranza hacia lo realizado.
Finalmente, considero que este escenario que muchos imaginan (algunos desde mucho tiempo atrás) era imposible de no concebir, pues no es más que una posible repercusión de lo que sucede cuando un político fantoche tiene a su disposición un funcionario que necesita, pero que no merece.
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