Dime el once inicial…

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Tigres estamos en la final. El futbol es el deporte más popular hoy en día en el mundo, tiene la característica de unir masas. No importa raza, clase social, religión e ideología lo único que te distingue son tus colores: tu equipo. Aunque el futbol es un deporte comercial y universal, debería quedar por sentado que es incluyente. No es así; el futbol también discrimina en género. La sociedad en general es de los grupos más duros, incluso al momento de hablar de deporte existe la creencia de que el futbol es solamente para y de hombres.

Lo único que busco al contestar esto es la validación y aceptación de la persona que me lo preguntó, que por supuesto termina cayendo en el sexismo y en los estereotipos que dicen que las mujeres no saben ni juegan futbol.

“A ver si es cierto, dime el once inicial”. Esa es una de las típicas frases que escuchas al ser mujer y decir que te gusta el futbol. Inmediatamente respondo el once inicial de memoria, incluso me atrevo a ironizar: “¿Quieres el once que sería con los lesionados o el ideal?”. Claro, porque lo único que busco al contestar esto es la validación y aceptación de la persona que me lo preguntó, que por supuesto termina cayendo en el sexismo y en los estereotipos que dicen que las mujeres no saben ni juegan futbol.

Incluso hay quienes se atreven a preguntar si el gusto por el futbol es para llamar la atención del sexo opuesto. Esta pregunta es la que más violencia de género demuestra, ya que no insinúan solamente que yo como mujer no puedo tener gusto y pasión genuino por un deporte de “hombres”, sino que los hombres no son lo suficientemente inteligentes para poder conversar de otra cosa. Claro, me encanta el futbol y quiero hablarlo, pero eso no define mi interés por la conversación de una persona.

Hemos naturalizado frases como “corre como niña”, “no seas nena”, entre muchas más, dándoles una connotación negativa.

Estas barreras, que pueden parecer “naturales o normales” para la sociedad, son las mismas que nos aquejan todos los días y no nos damos cuenta. Hemos naturalizado frases como “corre como niña”, “no seas nena”, entre muchas más, dándoles una connotación negativa. ¿Por qué? ¿Por qué existe tanto miedo a permitir intercambiar o eliminar esos roles que se han construido por nosotros?

Se han hecho oficiales las ligas de futbol femenil, esto podría significar un avance. Pero es bastante engañoso. En el reciente mundial femenil disputado en Canadá, jugadoras interpusieron una demanda para la FIFA por hacerlas jugar en pasto artificial, algo nunca antes visto en un mundial de futbol varonil, ya que a ellos debido a las lesiones que puede provocar el pasto sintético los hacen jugar en pasto normal. La FIFA no actúo sobre la petición de las jugadoras. Este no es el único ni el más fuerte problema que enfrentan las jugadoras.

Si consideramos que una de las recomendaciones que hizo el ex presidente de la FIFA Joseph Blatter fue “usar ropa más pequeña para que más gente las vea”, lo peor para las jugadoras no fue eso, sino el sexismo presente en la sociedad.

Si consideramos que una de las recomendaciones que hizo el ex presidente de la FIFA Joseph Blatter fue “usar ropa más pequeña para que más gente las vea”, lo peor para las jugadoras no fue eso, sino el sexismo presente en la sociedad: tener que demostrar que son mujeres para poder jugar. De nuevo, como si al ser mujer no existiera la posibilidad de que te guste y sepas jugarlo. Estas jugadoras se sometieron a humillantes pruebas que la FIFA realizó, ya que si un equipo tiene “motivos” para pensar que la jugadora no es mujer, se puede iniciar una investigación completa y la que se niegue a esto es sancionada. ¿A qué me refiero con “motivos”? A que las jugadoras no tengan un volumen “considerable” de busto para ser mujer, su complexión sea más robusta de lo “normal”, entre otras.

¿Existen trabas para los hombres? Sí, pero las trabas que tienen ellos no son las de género. En cambio, las mujeres tienen que sufrir las mismas que ellos y agregar las de género.

Es lo que tienen que sufrir las jugadoras de futbol para poder llegar a realizar lo que les apasiona. ¿Existen trabas para los hombres? Sí, pero las trabas que tienen ellos no son las de género. En cambio, las mujeres tienen que sufrir las mismas que ellos y agregar las de género. Es necesario que se empiece a cambiar la casilla en la que metemos a las mujeres y los hombres. Nuestro sexo no define qué nos gusta y que no. Muchas jugadoras se someten a esta humillación para abrir las puertas a las que vamos abajo empujando, para demostrar al sistema que, a pesar de las barreras que puedan existir, seguimos luchando con ganas de realizarnos.

La U, la U, la U.

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Nacidas para ser, no para padecer.

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En el siglo de los avances tecnológicos, de la modernidad, de la globalización y de los constantes cambios hay cosas que se mantienen. Algo tan simple como el sexo aún marca el destino de una persona, influye la forma en que actúa y se desenvuelve en sociedad. Ser mujer es algo que pocos elegirían siendo conscientes de los retos y riesgos que conlleva el simple hecho de ser mujer. Porque ser mujer, aún en el 2015, significa pertenecer al sexo vulnerable: el sexo que tiene menor acceso a la educación y más obstáculos en el desarrollo profesional, el sexo que sufre más los efectos de los desastres naturales y los conflictos armados, y sobre todo, el sexo que tiene más probabilidades de ser víctima de violencia física, sexual y/o psicológica (aunque también simbólica, patrimonial y económica).

Ser mujer, aún en el 2015, significa pertenecer al sexo vulnerable.

Es que entre tantos avances y mejoras a veces queremos ignorar la realidad que nos rodea en cuanto a las cuestiones de género. Todavía hay a quien le incomode y rechace el término feminismo, pues es algo que se considera radical, exagerado y anticuado porque “las mujeres ya son iguales”. No falta quien no entienda “de qué tanto se quejan si ya hasta pueden trabajar”. Entonces, ¿de qué se quejan hoy las mujeres? La historia nos demuestra que esto no ha cambiado mucho, las mujeres aún exigen el pleno goce de sus derechos fundamentales y siguen luchando por la libertad de SER lo que quieran ser. Están en busca de esa igualdad de actuar y ser sin sentirse inseguras al caminar por las calles de noche, incómodas o juzgadas por vestir una falda o un vestido corto, intimidadas y discriminadas en un entorno laboral donde dominan los hombres y existe la brecha salarial, o sin sentirse obligadas a cumplir con determinados roles género.

Ni el país más desarrollado, ni el más rico, ni el más seguro, ni el más feliz ha asegurado la igualdad de género.

Es por esto que el feminismo permanece vigente. Si bien la condición y posición de las mujeres ha mejorado en el mundo gracias a los movimientos feministas de los 70’s —que lograron instaurar una agenda feminista en la Comunidad Internacional lo que poco a poco permitió que las mujeres fueran ganando derechos y mayor acceso a oportunidades para su desarrollo—, todavía no podemos decir que hoy es lo mismo ser mujer que ser hombre. Sólo hay que buscar información sobre la condición y posición de las mujeres en cualquier parte del mundo para darnos cuenta que en ningún país es lo mismo vivir como hombre que vivir como mujer. Ni el país más desarrollado, ni el más rico, ni el más seguro, ni el más feliz ha asegurado la igualdad de género.

El feminismo siempre ha tenido como objetivo la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres. El feminismo va más allá del voto, de un puesto de trabajo o del acceso a un estudio; es la búsqueda de la plena libertad de las mujeres para definirse por ellas mismas en una sociedad que las encasilla en un rol, que las rodea de estereotipos, expectativas, pero sobre todo que las oprime y las violenta por el simple hecho de ser mujeres. Esta lucha del feminismo continúa y por esto es que el miércoles 25 de noviembre, se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una iniciativa de la ONU que tiene como objetivo concientizar a la población sobre la violencia (principalmente física, sexual y/o psicológica) que afecta a las mujeres y niñas de todo el mundo. La clase social, edad o nacionalidad las mujeres no importa (ONU Mujeres, 2015):

• 70% de las mujeres sufren algún tipo de violencia en su vida
• Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual
• De los 4.5 millones de víctimas de la explotación sexual forzada el 98% son niñas y mujeres.

De los 4.5 millones de víctimas de la explotación sexual forzada el 98% son niñas y mujeres.

Las cifras son alarmantes e indignantes, la violencia de género que sufren las mujeres es consecuencia de las estructuras opresivas que sustentan el sistema patriarcal que existe en el mundo. Una mujer con vida que es víctima de la violencia de género no está del todo viva; es por esto que la lucha por la eliminación de la violencia contra la mujer es una lucha para asegurar los derechos humanos de la mitad de la población, es combatir la discriminación y eliminar los estereotipos que limitan la vida de las personas.

La búsqueda de un mundo libre de violencia para las mujeres demanda un cambio de mentalidad y actitudes en mujeres y hombres. La búsqueda de una vida libre de violencia conlleva contradicciones y cuesta tradiciones; esto equivale a romper prejuicios y estigmas sociales, a resistir acusaciones y burlas de quien no reconoce que mujeres y hombres son iguales. Es una lucha constante y un compromiso por crear sociedades igualitarias.

Creo en la lucha de la eliminación de la violencia contra las mujeres no como una labor heroica, sino como un cambio positivo en nuestra sociedad y un paso para lograr vivir en la paz. Creo en la lucha de la eliminación de la violencia contra las mujeres, no como una tarea de las feministas o de las mujeres, no como una lucha excluyente, sino como una responsabilidad compartida de hombres y mujeres que nos llevará a vivir en sociedades más justas y tolerantes.

La eliminación de la violencia contra las mujeres y niñas es una lucha que todos debemos asumir y combatir desde nuestra posición en la sociedad; sólo así estaremos más cerca de vivir en mundo donde el sexo no castigue y el género no defina.

Todos podemos ser activistas en la defensa de una vida libre de violencia para las mujeres. Desde los periodistas que relatan las atrocidades que viven las mujeres en Chihuahua o Veracruz; hasta las víctimas que denuncian y deciden poner un alto a su sufrimiento; desde el gobernante y el activista que promueve una agenda con perspectiva de género; desde los familiares y profesores que educan sin hacer distinción entre niñas y niños. La eliminación de la violencia contra las mujeres y niñas es una lucha que todos debemos asumir y combatir desde nuestra posición en la sociedad; sólo así estaremos más cerca de vivir en mundo donde el sexo no castigue y el género no defina.

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Un cambio naranja contra la violencia de género.

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Hoy, 25 de noviembre, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instituyó el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. A partir de este día, inicia una Campaña de 16 días en la que se invita a las y los ciudadanos a portar el color naranja como símbolo de la lucha contra la violencia física, sexual y/o psicológica contra la mujer.

De acuerdo a un estudio de ONU Mujeres, la violencia contra las mujeres se caracteriza por tres rasgos principales: invisibilidad, normalidad e impunidad.

La invisibilidad comienza cuando la mujer decide abstenerse de denunciar la violencia debido a que éste es un “asunto privado”, mientras que la “normalidad” de la violencia es aquella que justifica al hombre para “poner en su lugar” a la mujer que lo desafía o transgrede fronteras culturales de género.

Si la violencia es “normal” y un “asunto privado”, además de existir un bajo porcentaje de denuncia, también la sanción se vuelve un asunto complicado, sobre todo en sociedades patriarcales.

Si la violencia es “normal” y un “asunto privado”, además de existir un bajo porcentaje de denuncia, también la sanción se vuelve un asunto complicado, sobre todo en sociedades patriarcales donde la impunidad en la materia se vuelve cómplice del agresor.

La violencia de género surge de la discriminación, reflejando patrones de desigualdad aprendidos por medio de la cultura y la educación. Esta discriminación es transversal, ya que se presenta en escenarios varios, desde el trato más sencillo entre personas, hasta la discriminación plasmada en papel, en las leyes, en las instituciones.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 70 por ciento de las mujeres sufren violencia en su vida.

De acuerdo a la ONU, la disminución de la violencia contra la mujer, y por ende, la lucha por el alcance de la igualdad y la no discriminación, tienen un impacto positivo en la disminución de la pobreza, la lucha contra el VIH/SIDA y la paz y la seguridad de las naciones.

La explotación sexual, mutilación de genitales femeninos, matrimonios infantiles y el feminicidio son algunos de los ejemplos o prácticas de violencia de género a nivel internacional.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 70 por ciento de las mujeres sufren violencia en su vida. La explotación sexual, mutilación de genitales femeninos, matrimonios infantiles y el feminicidio son algunos de los ejemplos o prácticas de violencia de género a nivel internacional.

Sin embargo, una de las formas de violencia más comunes contra las mujeres es aquella violencia física o sexual causada por su cónyuge o pareja íntima. Tal es el caso de una de cada tres mujeres en el mundo.

Ante este panorama de alerta global, se hace un llamado internacional a sumarse a crear conciencia sobre la importancia de la educación con perspectiva de género, de la creación de políticas públicas que forjen condiciones de trabajo sin discriminación, programas de prevención de la violencia que eduquen en la creación de condiciones sin distinción para hombres y mujeres, etcétera.

En un día como éste, reflexionemos acerca de nuestro comportamiento y el de quienes nos rodean en los distintos espacios en los que nos desenvolvemos. En el trabajo, ¿las oportunidades para hombres y mujeres son equitativas?; en la casa, ¿se educa de la misma manera a los hijos e hijas?; en la escuela, ¿las actividades son inclusivas para ambos géneros?; ¿se imparte alguna materia de ética o valores en la que se refuerce la no discriminación?; con las amistades, pareja y demás círculos sociales, ¿tratamos a todos por igual?; ¿se nos trata por igual?

Si pensamos que la violencia de género es un problema ajeno a nosotros, nos daremos cuenta que estamos muy equivocados. Es nuestra tarea romper con estos ciclos y comenzar por hacer un cambio en la manera en la que educamos y nos comportamos.
En el marco de un día como hoy, es importante resaltar que estrategias de prevención en el tema son ESCENCIALES para su erradicación, sobre todo en un país donde 6 de cada 10 mujeres sufren violencia en su relación de pareja, de acuerdo a la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

El cambio empieza desde nuestras casas, nuestros trabajos, nuestra forma de actuar, pensar y educar a los demás.

Sin embargo, no es necesario esperar a que los cambios surjan en la esfera pública. El cambio empieza desde nuestras casas, nuestros trabajos, nuestra forma de actuar, pensar y educar a los demás.

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Mujeres sin derechos: Problemas en los centros de readaptación social en el estado de Nuevo León

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“Aquí mandan los de la última letra —Los Zetas–. A las bonitas como tú, les tenemos un trabajito especial. Si quieres sobrevivir, no hay de otra: aceptas o te suicidamos. Tú decide.” -Servidor público a una mujer reclusa en el Centro de Readaptación Social “Topo Chico” del estado de Nuevo León (2014).

De acuerdo a la Estadística Penitenciaria del Sistema Penitenciario Federal del año 2014, en la República Mexicana hay más de 248,000 personas que conforman la población penitenciaria, aunque solamente existen 389 centros penitenciarios (con capacidad para 198,000 personas como máximo). Del total de las personas privadas de su libertad, el 5.07% son mujeres, de acuerdo a la misma estadística.

Se han dado todo tipo de violaciones a los derechos humanos en los centros de readaptación social federales y estatales, como tortura, amenazas, lesiones, abuso sexual, etcétera.

El Informe sobre la Situación de las Personas Privadas de su Libertad, elaborado en 2014 con motivo de la visita del Relator Especial de las Naciones Unidas, indica que se han dado todo tipo de violaciones a los derechos humanos en los centros de readaptación social federales y estatales, como tortura, amenazas, lesiones, abuso sexual, etcétera.

Pero destaca la situación de las mujeres privadas de su libertad por tres razones principales:

1. Hacinamiento.

No se respeta el artículo 18º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos al 100%. Señala el Informe mencionado que sólo el 35% de las mujeres privadas de su libertad se encuentran en centros penitenciarios específicos para mujeres, mientras que el 65% restante se encuentra en centros mixtos. Además, hay un hacinamiento de hasta el 399%.

2. Falta de servicios de salud.

No se respeta el derecho a la salud, contemplado en los artículos 1º, 4º y 18º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 3º de la Constitución Política del estado de Nuevo León, 2º y 27º de la Ley General en materia de Salud, entre otras disposiciones normativas nacionales e internacionales. Señala el Estudio sobre la Situación de las Mujeres Privadas de su Libertad en Nuevo León, elaborado en 2014 por la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que no existe un área de servicios médicos adecuados, como la falta de personal femenino para atenderlas, la falta de médicos psiquiátricos para las internas que lo necesiten y la inexistencia de facilidades para que ingresen al lugar ambulancias en casos de emergencia. Asimismo, recalca el Informe anteriormente mencionado la deficiencia en alimentación, protección de la salud, falta de privacidad, carencia de acceso a servicios de los derechos sexuales y reproductivos, etcétera.

3. Abusos sexuales.

Existe tortura y violencia contra las mujeres en los centros penitenciarios, según han documentado la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, entre otras organizaciones.

Existe tortura y violencia contra las mujeres en los centros penitenciarios, según han documentado la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, entre otras organizaciones. Pero sobre todo, existen abusos sexuales. El Informe mencionado menciona que hace mucha falta capacitar a los servidores públicos que trabajan allí en materia de prevención de tortura. Falta supervisión por parte de los superiores en los centros penitenciarios, falta erradicar la corrupción interna que facilita los abusos sexuales de los servidores a las internas, entre otras medidas. De acuerdo a una investigación profesional que realizó la periodista Sanjuana Martínez en el 2013, las reclusas de los centros penitenciarios del estado cuentan con aproximadamente 2.93 metros cuadrados por persona para dormir, violando así lo recomendado por el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes (que es entre 8 y 9 metros cuadrados). Se descubrió en la investigación, que también hay trata de mujeres para con los reclusos hombres, cuando hay centros mixtos, y para con los servidores públicos del lugar: las obligan a ser sus parejas sexuales o las violan.

Falta supervisión por parte de los superiores en los centros penitenciarios, falta erradicar la corrupción interna que facilita los abusos sexuales de los servidores a las internas, entre otras medidas.

En el tenor de lo anterior, dado el hacinamiento, la falta de acceso a servicios de salud y los sistemáticos abusos sexuales que sufren las mujeres privadas de su libertad, resulta menester crear políticas públicas que garanticen la seguridad jurídica y material de las mujeres que denuncien abusos sexuales, tortura o cualquier falta de trato de digno y otorgarles protección para evitar que sean víctimas de represalias debido a sus denuncias.

Un primer paso para lograr esto es legislar al respecto. Los Centros de Readaptación Social en los que se encuentran mujeres privadas de su libertad, deben ser objeto de escrutinio público y del estado. Asimismo, se deben crear mecanismos eficaces para la realización de denuncias seguras por parte de las víctimas.

El objetivo de la implementación de políticas públicas nuevas, sustentadas jurídicamente en una reforma legislativa, sería garantizar cabalmente el respeto a los derechos humanos de las mujeres privadas de su libertad en los centros penitenciarios del estado de Nuevo León: el estado las debe de cuidar y proteger.

Esto traería resultados positivos para todos. En lo individual, las mujeres se verían beneficiadas al dejar de estar en una situación de constante amenaza y de violaciones, lo que conllevaría a una mayor probabilidad de rehabilitación y, eventualmente, podrían ser efectivamente reincorporadas a la sociedad y lograr salir adelante.

Para la sociedad, también hay una ganancia en todo esto. En primer lugar, se crea una cultura de respeto a los derechos humanos para todos y en todo momento. En segundo lugar, se fortalece e impulsa la cultura de la denuncia.

Para la sociedad, también hay una ganancia en todo esto. En primer lugar, se crea una cultura de respeto a los derechos humanos para todos y en todo momento. En segundo lugar, se fortalece e impulsa la cultura de la denuncia. En tercer lugar, se propicia la cultura de la legalidad hacia adentro y hacia afuera. Y, por último, se logra la reinserción social de esas mujeres privadas de su libertad.

“Hay que poner el grito en el cielo. Hay que señalar, denunciar y evidenciar lo que está sucediendo. Estamos espantados de lo que está pasando con las reclusas. Traemos un atraso de atención penitenciaria en el estado, y en el país, de décadas. Si como sociedad no le damos respuesta a esto, en cualquier momento explota. Los penales son bombas de tiempo y todos vamos a ser víctimas.” -Martín Carlos Sánchez Bocanegra, director general de Renace A.B.P. (2013)

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Fuentes de información:
• Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes. Convenio Europeo para la Prevención de la Tortura
y de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes. Estrasburgo, 1987/2015.
• Comisión Estatal de Derechos Humanos en Nuevo León. Estudio sobre la Situación de las Mujeres Privadas de su Libertad en Nuevo León. México, 2014.
• Sistema Penitenciario Federal. Estadística Penitenciaria. México, 2014.
• Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad. Informe sobre la Situación de las Personas Privadas de su Libertad. México, 2014.
• Sanjuana Martínez. La Jornada: Denuncian reclusas esclavitud sexual en la prisión de Topo Chico. México, 2013.

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¿La justicia tiene género?

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¿La justicia tiene género? Es una pregunta que me he estado haciendo tras los últimos atentados en Turquía, Líbano, Francia, Siria, entre otros. ¿Realmente existe la justicia? Y si es que existe, tiene alguna preferencia en el mundo machista y patriarcal en el que vivimos. Mi respuesta es sí, hasta este concepto discrimina a los sectores más vulnerables como lo son las mujeres.

Vivimos en un mundo donde hay millones de desplazados. Tan sólo en el 2011 se estimó una cifra de 43.3 millones de personas desplazadas por conflictos y persecuciones. De acuerdo a la ONU, cada minuto ocho personas lo dejan todo para huir de la guerra, la persecución o el terror. Las mujeres son el sector más vulnerable y con mayor riesgo. El problema para ellas no es solamente el desplazamiento, éste es solo el inicio de muchos más.

Denuncian hostigamiento, detenciones arbitrarias, abusos físicos, torturas, violaciones, entre muchas más. Sin embargo, esto es el inicio de lo que para ellas serán las secuelas inmediatas y permanentes de la guerra.

Se han reportado en diferentes organismos internacionales las denuncias de mujeres principalmente provenientes de Siria. Denuncian hostigamiento, detenciones arbitrarias, abusos físicos, torturas, violaciones, entre muchas más. Sin embargo, esto es el inicio de lo que para ellas serán las secuelas inmediatas y permanentes de la guerra.

De acuerdo a un estudio realizado por Human Rights Watch, estas mujeres son víctimas de todos los frentes: de fuerzas gubernamentales y leales al gobierno, también por grupos armados opositores como Liwa’al-Islam y organizaciones extremistas como el Estado Islámico, Iraq y el Levante (EIIL). Muchas mujeres aseguraron, en el reporte elaborado por la ONU “We Are Still Here: Women on the Front Line of Syria’s Conflict”, que fueron detenidas en su país por brindar asistencia médica a los heridos y por manifestarse pacíficamente en contra de los hechos violentos que se viven todos los días desde hace más de 4 años en Siria.

Este reporte se elaboró de testimonios recopilados de mujeres refugiadas en Turquía. Estas mujeres, aunque ya no viven en guerra bélica, sí siguen en guerra al seguir luchando porque se respeten sus derechos y no ser discriminadas por ser refugiadas. Que se respeten sus tradiciones y no les impongan una nueva al llegar.

En nuestro México, de acuerdo al ACNUR, se están deteniendo y deportando un 230% más mujeres centroamericanas que en 2013.

Aunque este conflicto escala todas las dimensiones de la injusticia, no es una realidad propia de los países de Medio Oriente, es una realidad tan cercana que nos es imposible percibirla. En nuestro México, de acuerdo al ACNUR, se están deteniendo y deportando un 230% más mujeres centroamericanas que en 2013. ¿Qué se debe hacer? Estas mujeres viajan buscando una mejor calidad de vida para ellas y sus familias, huyendo de las guerras, pobreza, alejando a sus hijos de la influencia de las guerrillas y de la injusticia que viven todos los días en su país de origen.

Retomando el concepto de justicia, ¿existen en México las condiciones idóneas para que puedan romper el círculo de desigualdad y puedan luchar en contra del sistema que dicta lo que deben hacer?

Deben escoger entre dos de los ritos de iniciación: relaciones sexuales con todos los miembros o una golpiza. Esto sólo para tener un lugar o grupo, el cual les asegura su supervivencia, a través de más violencia y humillaciones.

No, no las hay. A pesar de esto, sigue siendo un país de tránsito y destino para muchas de estas mujeres. En una entrevista, una mujer salvadoreña decía que vivía huyendo de la violencia generada por las pandillas o por el crimen organizado: “En mi país hay que pagar siempre el impuesto de guerra”. Más allá de un impuesto económico, es un impuesto social, donde las mujeres para sobrevivir tienen que ser parte de las pandillas. Para entrar, deben escoger entre dos de los ritos de iniciación: relaciones sexuales con todos los miembros o una golpiza. Esto sólo para tener un lugar o grupo, el cual les asegura su supervivencia, a través de más violencia y humillaciones.

¿Lo correcto es regresarlas a vivir ese infierno o dejarlas aquí y que sean presa fácil de los narcotraficantes, siendo su verdadero destino final una fosa? ¿Y la justicia? ¿Dónde queda la justicia para todas las mujeres que están sufriendo a causa de la guerra? ¿Dónde está la justicia que todos debemos tener y merecemos? ¿Cómo podemos esperar justicia si los que la prevén, en muchos casos como el de Siria o México, son los mismos que la limitan?

¿Lo correcto es regresarlas a vivir ese infierno o dejarlas aquí y que sean presa fácil de los narcotraficantes, siendo su verdadero destino final una fosa?

La justica sí tiene género y no es feminista.

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“No, no puedes hacer eso porque eres mujer”

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Cuando escuchamos que una mujer es ingeniera, constructora o conductora de un camión todavía nos sorprende. Aún en el siglo 21 nos resulta raro ver que una mujer se desempeñe en ciertos trabajos que no son considerados “femeninos” en absoluto. Pero realmente, ¿qué es lo que restringe los tipos de trabajo que las mujeres pueden hacer? ¿Es asunto legal o una cuestión cultural?

De lo global …

Por increíble que parezca hoy en día hay 155 países (Banco Mundial, 2015) que restringen el trabajo que las mujeres pueden desempeñar.

Por increíble que parezca hoy en día hay 155 países (Banco Mundial, 2015) que restringen el trabajo que las mujeres pueden desempeñar; por ejemplo en algunos lugares no pueden trabajar después de que obscurezca, ni operar maquinaria pesada o conducir un tractor agrícola. Desafortunadamente muchos de los trabajos que están restringidos a las mujeres están en industrias o sectores que son muy bien pagados; esto significa que las mujeres ocupan con mayor regularidad empleos de menor estatus y paga a comparación de los hombres. Como resultado, estas mujeres tienen acceso a un ingreso menos significativo que el de los hombres, lo cual afecta la economía de las familias sustentadas por mujeres y sus oportunidades de progreso profesional.

Los países que cuentan con más restricciones legales para el trabajo que pueden desempeñar las mujeres, se encuentran principalmente en las regiones de Medio Oriente y el Norte de África. Las restricciones legales en estas regiones tienen un impacto negativo en las tasas de participación laboral de las mujeres e incluso en el crecimiento económico de estos países.

A lo local…

Pero, ¿qué pasa si no existen diferencias jurídicas entre hombres y mujeres en un país? Si las restricciones legales para trabajar no existen entonces, ¿aumenta la participación femenina en la fuerza de trabajo?

En México la violencia de género, los embarazos precoces, la deserción escolar, los asignación de roles de género y las barreras estructurales desafían la inserción de las mujeres a la fuerza laboral.

No exactamente. Por ejemplo, las mujeres y los hombres en México son reconocidos como iguales en la ley, ambos tienen los mismos derechos laborales y por tanto deben tener acceso a las mismas oportunidades de trabajo. Sin embargo, en México la violencia de género, los embarazos precoces, la deserción escolar, los asignación de roles de género y las barreras estructurales desafían la inserción de las mujeres a la fuerza laboral; esto las hace más vulnerables y económicamente dependientes.

Si revisamos la situación de las mujeres en Monterrey, podemos observar que la brecha educativa entre hombres y mujeres ha sido casi cerrada, pero en la transición de la escuela a trabajo es casi como si las mujeres desaparecieran.

Si revisamos la situación de las mujeres en Monterrey, podemos observar que la brecha educativa entre hombres y mujeres ha sido casi cerrada, pero en la transición de la escuela a trabajo es casi como si las mujeres desaparecieran. En los sectores más importantes de la actividad económica de Monterrey las mujeres están sub-representadas. Además la participación femenina en la fuerza de trabajo en Monterrey es limitada, quizá porque la mayoría de los puestos de trabajo no se espera que sean realizadas por una mujer o porque han tenido que dejar su vida profesional para realizar tareas domésticas y cuidar de la familia, un trabajo que no es del todo reconocido.

Entonces, ¿las restricciones de empleo son un asunto legal o una cuestión cultural? La respuesta es ambas. En los lugares donde las restricciones legales al empleo persisten, a una mujer le resulta más difícil prosperar e integrarse a la fuerza laboral; pero en los países con igualdad jurídica entre hombres y mujeres no es nada sencillo tampoco.

La igualdad de género en la fuerza laboral es esencial para lograr un crecimiento económico sostenido y alcanzar el desarrollo sostenible en un país. Desafortunadamente, ningún país al día de hoy puede asegurar la igualdad de género en la fuerza laboral. Por esto, resulta fundamental cambiar las leyes y las instituciones, pero también las actitudes y mentalidades de los ciudadanos. Empoderar a las mujeres, mediante su inserción a la fuerza laboral, es más que una simple acción de género, es una inversión en el crecimiento y desarrollo de las economías del mundo.

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LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES

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En días pasados, el gobierno del estado anunció la creación de una Fiscalía Especializada en Atención a la Mujer, esto debido al aumento que se ha presentado en los casos de delitos con violencia intrafamiliar. La intención con la que se creó esta fiscalía sin duda es plausible, y su instalación es un avance en materia de justicia y equidad de género. Sin embargo, es insuficiente para las necesidades de la población. La sociedad actual requiere de una política que se enfoque en combatir el problema de una manera completa y no solamente establecer un organismo para la denuncia e investigación. Esta nueva fiscalía debe de ser el punto de partida para establecer una política pública que brinde soluciones para un problema social, y de salud pública, que lastima a toda la sociedad, no sólo a las mujeres.

Los datos arrojados sobre este tema en el último censo de población, publicados en el 2011 (http://www3.inegi.org.mx/sistemas/sisept/default.aspx?t=mvio47&s=est&c=26521) hablan por sí solos.

En el estado de Nuevo León, el número de mujeres mayores de 15 años que refirió haber sufrido maltrato durante su relación de pareja fue de 738,947 mujeres.

En el estado de Nuevo León, el número de mujeres mayores de 15 años que refirió haber sufrido maltrato durante su relación de pareja fue de 738,947 mujeres. Esta impactante cifra no refleja en su totalidad la magnitud del problema, ya que no incluye la violencia que sufren las mujeres solteras, ni a las mujeres menores de 15 que son víctimas de la violencia intrafamiliar; tampoco incluye la violencia fuera del ámbito familiar que sufren las mujeres por razones de género.

Los tipos de violencia cuantificados en el censo fueron de 4 tipos:

1. Emocional (648,845 casos)
2. Económica (400,574 casos)
3. Física   (185,174 casos)
4. Sexual (114,626 casos)

Es importante considerar que estas mujeres sufrieron uno o varios tipos de abusos, por esto las cifras no cuadran con el total de las 738,947 víctimas.

Las mujeres que sufren la violencia se encuentran ante muchos obstáculos. En primer lugar, se enfrentan a los convencionalismos culturales de nuestra sociedad, en muchos de los casos en sus comunidades se considera “normal” la violencia ejercida contra ellas. Además, en muchos casos los delitos no son denunciados por la percepción social de que “no tiene caso” acudir a las autoridades, que no se les hará caso y que, por la impunidad que prevalece, al final de cuentas tendrán que volver con los agresores y estos estarán molestos por la denuncia. Aún en los casos en que se animan a denunciar, se enfrentan a la dificultad para aportar pruebas que demuestren el abuso: es prácticamente imposible demostrar el maltrato psicológico, aún el abuso físico o sexual requiere en la mayoría de los casos que se presente la denuncia dentro de cierto tiempo para poder evidenciar los daños.

Las víctimas de estos delitos, las mujeres y sus hijos, además tienen que lidiar con un sistema judicial que no está preparado para proteger a las víctimas.

Las víctimas de estos delitos, las mujeres y sus hijos, además tienen que lidiar con un sistema judicial que no está preparado para proteger a las víctimas. En la mayoría de los casos, se obliga a los hijos de familias en las que se presenta la violencia intrafamiliar a convivir con el agresor supuestamente para proteger sus derechos.

En el Sistema Nacional de Refugios se encuentran registrados sólo 44 refugios y sólo 41 centros externos para las víctimas de violencia extrema. En el Estado sólo existen 2 refugios para las víctimas. El Programa de Acción Específica (PAE):   “PREVENCIÓN Y ATENCIÓN DE LA VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO 2013-2018” (http://cnegsr.salud.gob.mx/contenidos/descargas/PrevAtnViol/PrevencionyAtnViolenciaFamiliarydeGenero.pdf )   cubre menos del 20% de las necesidades reales de la población.

Ante estas cifras podemos concluir que para combatir el problema se requiere de un abordaje multidisciplinario, no solamente de una fiscalía especializada en atención a la mujer. La violencia intrafamiliar y de género tiene un alto impacto social, este tipo de violencia es la incubadora de las conductas antisociales de los individuos. La violencia que se vive en el interior de los hogares se refleja en los altos índices de violencia social que vivimos, la familia es la escuela donde los individuos aprendemos los valores y conductas que rigen nuestra sociedad.

Requerimos la participación coordinada de las Secretarías de Educación y de Salud, del DIF, del Instituto Estatal de la Mujer, de la Procuraduría de Justicia, del Congreso, de las ONGs y de la sociedad civil.

Si queremos un combate eficaz a esta problemática y recomponer el tejido social debemos participar todos, involucrarnos tanto el gobierno como la sociedad civil. Requerimos la participación coordinada de las Secretarías de Educación y de Salud, del DIF, del Instituto Estatal de la Mujer, de la Procuraduría de Justicia, del Congreso, de las ONGs y de la sociedad civil.

*Es importante difundir a dónde pueden acudir las víctimas a solicitar orientación y atención http://www.saludnl.gob.mx/drupal/violencia-familiar-y-de-g%C3%A9nero

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Juventud al Servicio Público

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Hace días conversaba con un grupo de jóvenes sobre sus inquietudes acerca de la administración pública, me dio gusto constatar que las nuevas generaciones tienen el entusiasmo y la intención de formar parte activa en la solución de los retos que enfrentamos en México, en cualquiera de sus órdenes de gobierno. Es un deber de quienes forman parte de la administración pública incluir a las nuevas generaciones en el trabajo que hacemos y darles la oportunidad de que sus ideas sean escuchadas y tomadas en cuenta.

Es un deber de quienes forman parte de la administración pública incluir a las nuevas generaciones en el trabajo que hacemos y darles la oportunidad de que sus ideas sean escuchadas y tomadas en cuenta.

Los jóvenes tienen la gran cualidad de inyectarle energía, dedicación y creatividad a todo lo que hacen. Estas cualidades, si se combinan con la experiencia de alguien que durante años ha visto aciertos y desaciertos en las decisiones que se han tomado, pueden derivar en muy buenos resultados. Considero que el secreto no está en poner a competir a nuestras generaciones, sino en sumar esfuerzos entre ellas. Siempre he pensado que un equipo de trabajo funciona mejor cuando es posible realizar un análisis de la situación desde diversos puntos de vista, es por ello que dentro de mi equipo más cercano cuento con el apoyo de hombres y mujeres con gran experiencia, pero también con jóvenes que aportan ideas novedosas y enriquecen el trabajo que hacemos de manera cotidiana.

Dentro de mi equipo más cercano cuento con el apoyo de hombres y mujeres con gran experiencia, pero también con jóvenes que aportan ideas novedosas y enriquecen el trabajo que hacemos de manera cotidiana.

El sector público no sólo es un espacio para aquellos jóvenes que tienen gusto por la política, hay un grupo de nuestros jóvenes que no busca ingresar al sector público porque piensa que para estar dentro de la administración gubernamental hay que pertenecer a un partido político, pero esto no es así. En el Gobierno conviven ingenieros, financieros, arquitectos, abogados, economistas y un sinnúmero de personas que no necesariamente tienen que simpatizar con un partido político, pero que si deben de tener una cualidad en común, me refiero al gusto por servir a nuestra sociedad.

En el Gobierno conviven ingenieros, financieros, arquitectos, abogados, economistas y un sinnúmero de personas que no necesariamente tienen que simpatizar con un partido político.

En la administración pública, como en el sector privado, se trata de maximizar el beneficio, pero mientras en una empresa se persigue el beneficio económico, en Gobierno también se busca beneficio y rentabilidad sociales. Para lograr esto, utilizamos herramientas económicas que nos permiten ponerle un valor a la disminución del tiempo de traslado cuando se construye un puente; el beneficio de tener otra escuela primaria y aumentar nuestro número de estudiantes; incrementar nuestra capacidad de atención médica con la ampliación de un hospital; o reforzar nuestros cuerpos policiales para tener una ciudad más segura.

Es importante que los jóvenes conozcan las áreas que tiene el Gobierno y se den cuentan que tienen un espacio donde, además de desarrollarse profesionalmente, pueden contribuir activamente en la solución de los retos que tenemos. El sector público brinda la oportunidad de formar parte activa en grandes proyectos que requieren solidez en la parte técnica, financiera y legal debido al gran impacto que estos tienen en la economía de nuestra nación. La administración pública no sólo es para quien tiene gusto por la política, también hay profesionistas exitosos que han encontrado en el sector gubernamental un espacio ad hoc para contribuir mediante el diseño e implementación de políticas públicas la construcción de un país cada día mejor.

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LA ERA DE LAS MUJERES

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En 2014, en México había casi 120 millones de personas: 51.2% mujeres y 48.8% hombres (CONAPO). De las más de 60 millones que son en México el 47% se dedica al trabajo doméstico, esa es la situación en grandes números del papel que juegan las mujeres en la era actual.

Estamos en un país hecho para los hombres, un sistema educativo que instruye para que la mujer tenga la “maravillosa” y única función de cuidar la casa, mantenerla ordenada y dedicar su atención a la familia. Hasta hace poco lograron su derecho al voto, y en los últimos años han demostrado que son igual o más capaces que nosotros de realizar acuerdos políticos, negocios con transnacionales o dirigir cualquier organización.

Las mujeres sufren del lenguaje sexista, de la discriminación de género y del poco equilibrio laboral que se les ha otorgado, y aun así persisten en su derecho a competir.

La era de las mujeres ha llegado, y esto me encanta. Mujeres capaces de construir imperios en los negocios, emprendedoras sociales con el tacto suficiente para solidificar proyectos e incluso tan hábiles para lograr escalar montañas en el sistema político de México. Como hombre me encanta, porque soy un fiel admirador de la inteligencia natural de la mujer, de su capacidad para ser extremamente sensible y de usar esa misma sensibilidad para comandar los sectores más importantes del país, donde se toman decisiones.

En negocios sabemos que la experiencia es sinónimo de obstáculos satisfactoriamente superados, de problemas efectivamente resueltos y sobretodo de la fortaleza para sobreponerse a circunstancias adversas. ¿Hay alguien más calificado entonces para ocupar estos puestos? Las mujeres sufren del lenguaje sexista, de la discriminación de género y del poco equilibrio laboral que se les ha otorgado, y aun así persisten en su derecho a competir.

Como hombre me siento obligado a usar pluma y escribir en favor de su lucha. No por tener beneficios superiores sino porque la arena de lucha tenga igualdad de oportunidades, en las mismas circunstancias y con los mismos recursos.

Como hombre me siento obligado a usar pluma y escribir en favor de su lucha. No por tener beneficios superiores sino porque la arena de lucha tenga igualdad de oportunidades, en las mismas circunstancias y con los mismos recursos. Vaya, también lo hago porque sé lo que pueden, y desde ya aportan al crecimiento de este país que tanto amo.

En México tres de cada cinco pequeñas y medianas empresas que se abren (recordando que esta es la fuente principal de empleo en el país) son lideradas por mujeres. Se ocupan de temas de especial relevancia como el sector educativo y de salud en un 78% de ellas. Son, además, las que tienen un grado superior de preparación que los hombres de este país.

Para que este país crezca deberá entender primero que en nuestro equipo necesitamos, urgentemente, uno de los miembros más capaces del planeta: la mujer. No por hacerles un favor sino por hacernos el favor a nosotros mismos.

Para que este país crezca deberá entender primero que en nuestro equipo necesitamos, urgentemente, uno de los miembros más capaces del planeta: la mujer. No por hacerles un favor sino por hacernos el favor a nosotros mismos.

Con afecto, un hombre que se ha desarrollado gracias a la inteligencia y habilidad de dos mujeres.

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