Un cambio naranja contra la violencia de género.

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Hoy, 25 de noviembre, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instituyó el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. A partir de este día, inicia una Campaña de 16 días en la que se invita a las y los ciudadanos a portar el color naranja como símbolo de la lucha contra la violencia física, sexual y/o psicológica contra la mujer.

De acuerdo a un estudio de ONU Mujeres, la violencia contra las mujeres se caracteriza por tres rasgos principales: invisibilidad, normalidad e impunidad.

La invisibilidad comienza cuando la mujer decide abstenerse de denunciar la violencia debido a que éste es un “asunto privado”, mientras que la “normalidad” de la violencia es aquella que justifica al hombre para “poner en su lugar” a la mujer que lo desafía o transgrede fronteras culturales de género.

Si la violencia es “normal” y un “asunto privado”, además de existir un bajo porcentaje de denuncia, también la sanción se vuelve un asunto complicado, sobre todo en sociedades patriarcales.

Si la violencia es “normal” y un “asunto privado”, además de existir un bajo porcentaje de denuncia, también la sanción se vuelve un asunto complicado, sobre todo en sociedades patriarcales donde la impunidad en la materia se vuelve cómplice del agresor.

La violencia de género surge de la discriminación, reflejando patrones de desigualdad aprendidos por medio de la cultura y la educación. Esta discriminación es transversal, ya que se presenta en escenarios varios, desde el trato más sencillo entre personas, hasta la discriminación plasmada en papel, en las leyes, en las instituciones.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 70 por ciento de las mujeres sufren violencia en su vida.

De acuerdo a la ONU, la disminución de la violencia contra la mujer, y por ende, la lucha por el alcance de la igualdad y la no discriminación, tienen un impacto positivo en la disminución de la pobreza, la lucha contra el VIH/SIDA y la paz y la seguridad de las naciones.

La explotación sexual, mutilación de genitales femeninos, matrimonios infantiles y el feminicidio son algunos de los ejemplos o prácticas de violencia de género a nivel internacional.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 70 por ciento de las mujeres sufren violencia en su vida. La explotación sexual, mutilación de genitales femeninos, matrimonios infantiles y el feminicidio son algunos de los ejemplos o prácticas de violencia de género a nivel internacional.

Sin embargo, una de las formas de violencia más comunes contra las mujeres es aquella violencia física o sexual causada por su cónyuge o pareja íntima. Tal es el caso de una de cada tres mujeres en el mundo.

Ante este panorama de alerta global, se hace un llamado internacional a sumarse a crear conciencia sobre la importancia de la educación con perspectiva de género, de la creación de políticas públicas que forjen condiciones de trabajo sin discriminación, programas de prevención de la violencia que eduquen en la creación de condiciones sin distinción para hombres y mujeres, etcétera.

En un día como éste, reflexionemos acerca de nuestro comportamiento y el de quienes nos rodean en los distintos espacios en los que nos desenvolvemos. En el trabajo, ¿las oportunidades para hombres y mujeres son equitativas?; en la casa, ¿se educa de la misma manera a los hijos e hijas?; en la escuela, ¿las actividades son inclusivas para ambos géneros?; ¿se imparte alguna materia de ética o valores en la que se refuerce la no discriminación?; con las amistades, pareja y demás círculos sociales, ¿tratamos a todos por igual?; ¿se nos trata por igual?

Si pensamos que la violencia de género es un problema ajeno a nosotros, nos daremos cuenta que estamos muy equivocados. Es nuestra tarea romper con estos ciclos y comenzar por hacer un cambio en la manera en la que educamos y nos comportamos.
En el marco de un día como hoy, es importante resaltar que estrategias de prevención en el tema son ESCENCIALES para su erradicación, sobre todo en un país donde 6 de cada 10 mujeres sufren violencia en su relación de pareja, de acuerdo a la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

El cambio empieza desde nuestras casas, nuestros trabajos, nuestra forma de actuar, pensar y educar a los demás.

Sin embargo, no es necesario esperar a que los cambios surjan en la esfera pública. El cambio empieza desde nuestras casas, nuestros trabajos, nuestra forma de actuar, pensar y educar a los demás.

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