El viejo adagio bíblico, que describe el ciclo de la vida del hombre, parece profesar ahora también el ciclo de vida de nuestra comunidad. La Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, que era poco más que polvo en 1596, literalmente, de poco a poco, a polvo está volviendo en este 2016.
Los distintivos cerros y montañas de nuestra metrópoli permanecen como referentes internos. Pero hacia afuera, en lo externo, empiezan a ser desplazados de su histórico papel de señalamientos naturales –indicaban antes la llegada próxima a la Sultana del Norte– por una verdosa nata de contaminación, que es cada vez más permanente y menos intermitente.
La tolva de suciedad que nos cubre, delata desde lejos una generalizada falta de compromiso regiomontano con un medio ambiente sano. La Avenida Cuauhtémoc huele a smog de camión urbano, y el corazón de la ciudad, sobre todo de Colón hacia el norte, a escombro. Cruzar hacia Bernardo Reyes; ver las vías del tren que pasan cerca del Centro; o ir a la Colonia Moderna, confirma la profecía del polvo.
Los distintivos cerros y montañas de nuestra metrópoli permanecen como referentes internos. Pero hacia afuera, en lo externo, empiezan a ser desplazados de su histórico papel de señalamientos naturales –indicaban antes la llegada próxima a la Sultana del Norte– por una verdosa nata de contaminación, que es cada vez más permanente y menos intermitente.
La Organización Mundial de la Salud, publicó la semana pasada que Monterrey es una de las ciudades con peor calidad de aire de América Latina. Padecemos de dos males; de dos polvos: partículas PM 2.5, que son más pequeñas y producen más daño (en esta medición aparecemos en tercer lugar del Continente); y partículas PM 10, que son un poco más grande y pueden detenerse, en parte, por el sistema respiratorio (en esta medición obtuvimos el séptimo lugar). En el Área Metropolitana de Monterrey, dependiendo del sector, las distintas fuentes contaminantes, causantes de nuestra condición “empolvorada”, contribuyen en variadas proporciones a la totalidad del problema. En Santa Catarina, García y el poniente de San Pedro, las 49 pedreras y las industrias crecen en su porcentaje de responsabilidad. Al oriente de la ciudad, en Juárez, Guadalupe y Cadereyta, los azufres emitidos por la refinería de PEMEX juegan un papel mucho más preponderante. Además, existen más de 18,000 empresas establecidas en el área conurbada que contaminan. Otro problema, es el de los carros.
Sin haber herramientas claras para medir por separado, en un promedio generalizado de toda la ciudad, qué porcentaje del problema de contaminación del aire es ocasionado por los carros y cuánto por la industria, el Dr. Gerardo Mejía del Tec de Monterrey, calcula que ambos factores representan un 80%. En el Tec, también se ha estimado que el costo por persona, calculando la pérdida de productividad, la disponibilidad de pago y los gastos en salud, del problema de la calidad de aire lo es de 1,900 millones de dólares al año. Esto representa un costo per cápita de 422 dólares anuales, considerando 4.5 millones de habitantes en el Área Metropolitana de Monterrey.
Atacando únicamente un solo factor, el gobierno del estado, que encabeza Jaime Rodríguez Calderón, ha insistido en una política irresponsable por insuficiente, ante las recientes alertas internacionales entorno al problema. El programa de la verificación vehicular, no constituye una solución integral para resolver el tema de la calidad del aire en Nuevo León. De acuerdo con las evaluaciones del Centro de Tecnologías para el Desarrollo Sostenible del Tec de Monterrey, la solución debe de incluir estrategias de movilidad y transporte; de inspección en la industria; de planeación urbana; y de establecer más parques y programas de reforestación.
…el gobierno del estado, que encabeza Jaime Rodríguez Calderón, ha insistido en una política irresponsable por insuficiente, ante las recientes alertas internacionales entorno al problema. El programa de la verificación vehicular, no constituye una solución integral para resolver el tema de la calidad del aire en Nuevo León.
El viernes pasado, junto con Mauro Guerra, el Presidente del PAN en Nuevo León; Annia Gómez; Lalo Leal, el Secretario de Acción Juvenil, y dos diputados del Grupo Legislativo de mi partido, Hernán Salinas y Marcelo Martínez; los jóvenes del PAN pedimos al Gobernador una solución responsable y de largo plazo, en la que se incluya a todos los sectores de la sociedad, para atender el problema de la contaminación del aire. La verificación vehicular ha fallado en otros lugares y las voces de los expertos y de las organizaciones civiles reclaman, como alternativa un programa de inspección y mantenimiento. Además, aprovechar el problema como una excusa para crear conceptos de impuestos o cobros adicionales a los ciudadanos, es salirse por la tangente y no atacar el tema de frente: el gobierno tiene que estar dispuesto a absorber el costo político de vigilar a la industria; sacar a las pedreras del área metropolitana; y regularizar las emisiones de la refinería de Cadereyta.
Que tenemos un mejor gobierno que el que teníamos, es tan indiscutible como que la postura mediática del gobierno es insuficiente. Sin embargo, ha faltado una propuesta innovadora y con carácter para atender este tema. Esperamos subir el nivel de la discusión y que el “Bronco” adopte la postura que necesita Nuevo León. En la misma serie de análisis del Tec, se calcula que si seguimos así, en 40 años, a valor presente, el problema de la mala calidad del aire llegará a representar un costo por persona anual que oscilará alrededor de los 210,000 pesos “que representan el exceso en gastos de salud al aumentar la contaminación por atender a una persona de unos 65 años hasta su fallecimiento”.
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