Déficit de optimismo

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A pesar de que la administración actual trata de ser optimista frente a la desaceleración económica que se ha observado en el país desde el primer trimestre del 2019, las tres grandes calificadoras no han compartido ese sentimiento de próxima recuperación que caracteriza a la cuarta transformación. Moody’s recortó por primera vez nuestra deuda a largo plazo, dejándonos en el grado medio inferior de inversión. S&P nos dejó a un escalón de distancia de estar en grado especulativo y Fitch en menos de un año nos bajó del techo al piso del último grado de inversión. 

Esta incertidumbre sobre la capacidad de financiación de la deuda nace a partir de una serie de proyectos de los cuales no se prevé un retorno a corto ni mediano plazo, contrastando son sus enormes costos de construcción. Dígase el Tren Maya, el cual está envuelto en controversia por el impacto negativo que puede significar a comunidades indígenas del sureste mexicano así como las implicaciones ambientales sobre el ecosistema por donde pasará el tren. Por otro lado se tiene a la refinería Dos Bocas, la cual pretende salvar a PEMEX ignorando las repetidas ocasiones en las cuales se ha señalado que la inversión de la petrolera debería ir enfocada a la exploración y extracción, no a la refinación. Por último tenemos el cuento de nunca acabar de Santa Lucía, con costos que cual águila en vuelo no dejan de subir por los cada vez peores estorbos en el proyecto, como los fósiles encontrados en la zona de construcción o el cerro que estorba las rutas de aproximación.

Todos estos “faraónicos” derroches (como diría nuestro presidente) dieron como resultado un incremento en la fragilidad de nuestras cuentas públicas y una tendencia recesiva en el crecimiento trimestral del Producto Interno Bruto, por lo que el gobierno optó por gastar la mayor parte del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios (FEIP) ya que este fondo para eso existe, para tomar medidas contra cíclicas, sin embargo no se tenían proyectados tantos trimestres consecutivos a la baja. Al perder casi todo el dinero que se tenía guardado en el FEIP, nos encontramos más a la deriva de las presiones que la actual coyuntura económica presente sobre nosotros. 

Debido a que no se tiene previsto un incremento en el FEIP ya que este solo crece en momentos de superávit fiscal, lo cual no pasará en ningún momento cercano, ahora se está buscando poder incrementar el gasto gubernamental como política fiscal expansiva a través de préstamos por parte del Banco Mundial y el manejo de activos de los Afores, sin embargo este último entra en conflicto con especialistas quienes consideran peligroso que el Estado tenga toda la concentración de los fondos de retiro, pues podría colapsar a dicho mercado si no se administran de manera adecuada. 

El Banco de México por su parte, ha tomado agresivas pero necesarias políticas monetarias expansivas, tales como los 5 recortes consecutivos que ha habido en el año en la tasa de interés interbancaria, acelerando la tendencia expansiva que se traía desde 2018. Por otro lado, en lo que va del 2020 se ha visto un incremento de alrededor de 500 mil millones de pesos en el agregado monetario M1, el más líquido de nuestro banco central y que concentra los billetes, monedas y depósitos de exigibilidad inmediata, esto para incrementar la propensión marginal a consumir y que crezca la cantidad de insumos y bienes que conforman el flujo circular de la economía. 

Estas medidas han logrado funcionar como un enorme contrapeso a las cuestionables medidas que se están tomando por parte del gobierno de México y a pesar de que se ha incrementado la masa monetaria, no se han observado presiones inflacionarias de gran relevancia por la caída en el consumo que presentó la actual pandemia, por lo tanto considero que por parte de decisiones de política monetaria, aún se puede tener un enfoque optimista por lo que nos espera.

¿Qué es una Calificación Crediticia?

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Una buena forma de juzgar la situación financiera de una empresa o entidad gubernamental es mediante una calificación crediticia. Éstas sirven como indicadores del riesgo o capacidad de pago de un deudor. Este servicio de análisis emite una opinión sobre la situación financiera y económica que guarda una entidad a fin de que los inversionistas cuenten con información imparcial para la toma de decisiones.

Una calificadora de valores puede realizar el estudio de empresas, afores, gobiernos, fondos de inversión, créditos, emisiones de deuda y proyectos de infraestructura como autopistas. La importancia de estas instituciones del sistema financiero radica en mantener un análisis objetivo de la calidad crediticia de empresas, bancos, estados, municipios, entre otros, para informar oportunamente al público inversionista el nivel de riesgo de invertir en los mismos.

Fitch, Standard and Poor´s y Moody´s son las tres principales agencias calificadoras en el mundo. En México destacan HR Ratings y Verum. Las escalas que utilizan generalmente para indicar la calificación (riesgo) de un emisor comprenden desde AAA, siendo la máxima calificación que indica fortaleza financiera y bajo riesgo de incumplimiento, hasta C, grado más bajo que representa alta probabilidad de impago y baja calidad financiera. Las calificaciones descienden de la siguiente forma: AAA, AA+, AA, AA-, A+, A, A-, BBB+, y así sucesivamente hasta C, y en algunos casos otras siglas que indican que el emisor ha incumplido el pago de deuda, como el caso de Argentina o ICA.

Algunos ejemplos de calificaciones de Standard and Poor´s son la de México con A, similar a España con BBB+ y Nuevo León con A-. En contraparte, países que representan un mayor riesgo son Brasil con BB+ y Grecia con B-. Fitch califica con A- a Cemex y a FEMSA con AAA, denotando una sólida posición financiera y riesgo de impago casi nulo.

Por regulación, cuando una empresa o gobierno desea emitir deuda en el mercado de valores, es necesario contar con una calificación crediticia que brinde un reporte de las condiciones financieras del emisor a fin de que el gran público inversionista conozca el nivel de riesgo que representa invertir en esa empresa, es decir que tan probable es que la empresa incumpla el pago de dicha deuda.

La importancia de estas instituciones del sistema financiero radica en mantener un análisis objetivo de la calidad crediticia de empresas, bancos, estados, municipios, entre otros, para informar oportunamente al público inversionista el nivel de riesgo de invertir en los mismos.

Por ejemplo, la empresa JJJ necesita financiamiento para un proyecto de expansión, por lo que emitirá 100 millones de pesos (mdp) en certificados bursátiles. Para esto, contrata a Moody´s y HR Ratings para que realicen un proceso de calificación y asignen un grado de riesgo que refleje la situación financiera de la empresa. Las dos agencias al estudiar sus estados financieros, expectativas de ingresos, estructura de costos y nivel de pasivo, entre otros factores, asignan una calificación de A+. Este resultado refleja que la compañía calificada representa seguridad para pagar sus deudas, con bajos riesgos crediticios y de impago.

Los comunicados de calificación de esta forma permiten que el público inversionista que desea adquirir los certificados bursátiles de JJJ cuente con más información para tomar su decisión.

Algunos ejemplos de calificaciones de Standard and Poor´s son la de México con A, similar a España con BBB+ y Nuevo León con A-. En contraparte, países que representan un mayor riesgo son Brasil con BB+ y Grecia con B-. Fitch califica con A- a Cemex y a FEMSA con AAA, denotando una sólida posición financiera y riesgo de impago casi nulo.

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