JULIO 2016: El mes más caliente de la historia

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Todo comenzó en Octubre, luego Noviembre, Diciembre, Enero, Febrero, Marzo, Abril, Mayo, Junio y ahora Julio. Te presento a los últimos 10 meses más calientes de la historia.

Estos meses han roto el record global de temperaturas más altas alcanzadas.

De acuerdo con la información de NASAInstituto Goddard para Estudios Espaciales, el mes de Julio de 2016 fue el “Julio” más caliente registrado en los últimos 136 años. Con una temperatura de 0.84ºC por arriba del promedio del planeta.

¡¡ 0.84ºC !! Esto es demasiado. Elevar la temperatura en casi un grado de todo el Mundo requiere demasiada energía, es demasiado calor acumulado, por lo que un salto tan pequeño aparentemente implica que algo está mal… muy mal de hecho.

En la siguiente gráfica podemos ver cómo con el paso de los años la variación de temperatura aumenta y específicamente en julio 2016 tiene un salto que sobresale de la gráfica.

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De seguro pensarás que todo esto es un invento de parte del gobierno y que este aumento en la temperatura es por causa de fenómenos naturales como “El Niño”.




Pues déjame decirte que “El Niño” que es un fenómeno climático relacionado con el calentamiento del Pacífico oriental ecuatorial, SÍ contribuye al aumento de la temperatura del Planeta pero se estima que solamente en 0.1ºC.

El resto del calentamiento global se atribuye a la actividad humana, ya que cada año “tiramos” 40 mil millones de toneladas de dióxido de carbono al aire. (Para que te des una idea lo que representa 40 mil millones se escribe así = 40,000,000,000 y equivale al peso aproximado de 33 millones de carros, conviértelo a humo por contaminación y échalo al aire).

La contaminación en el aire produce el efecto invernadero y la consecuencia principal es el aumento de temperatura en todo el mundo y el deshielo de los polos.

En el siguiente video podemos ver cómo el hielo del polo norte ha disminuido considerablemente tan solo de Marzo a Agosto de 2016. Tengamos en cuenta que el deshielo del Polo es un proceso natural y normal, pero el problema actual es que ese hielo no alcanza a formarse de nuevo en la temporada de frío, provocando que sea más fácil el deshielo en temporadas de mucho calor.

Hay evidencia contundente para afirmar que estamos provocando un cambio negativo en la Tierra.

Poco a poco vemos los efectos de nuestra irresponsabilidad al no saber cuidar el ambiente.

Las soluciones ya están ahí afuera: utilizar energías renovables (solar y eólica principalmente), hacer el cambio a vehículos eléctricos y reciclar materiales. Ahora nos toca a nosotros hacer conciencia y empezar a provocar un cambio positivo.

Quiero escuchar tu opinión sobre este tema, deja tus comentarios abajo por favor.

Espero te haya gustado la columna. Nos leemos la siguiente semana.

@TonioRenteria– Making the Future come Faster

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

LA HORA CERO CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO – PARTE 2

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En el caso de México, más allá de que la población no sepa qué es el cambio climático o que no haya voluntad política por contribuir a la mitigación, la población aún no sabe muy bien a quién y cómo le afecta. El cambio climático simplemente aún no se ve, o por lo menos no se nos presentan historias de individuos directamente afectados por él. Si bien el fenómeno de Patricia logró advertir que las poblaciones costeras en México son vulnerables a fenómenos naturales que van aumentando en fuerza y frecuencia, no existen investigaciones suficientes de todas las implicaciones humanas y económicas del cambio climático en nuestro país. ¿Qué tal acerca de los pescadores acapulqueños y el peligro de quedarse sin sustento? ¿O de las ciudades veracruzanas cuya principal actividad económica es el ecoturismo? ¿Qué si los arrecifes del caribe se mueren por completo? ¿Y si los tarahumaras se ven obligados a dejar por completo sus tierras porque ya no son fértiles? ¿Qué tal si la falta de lluvias en Sonora detiene fábricas enteras por falta de suministro de agua?

En el caso de México, más allá de que la población no sepa qué es el cambio climático o que no haya voluntad política por contribuir a la mitigación, la población aún no se sabe muy bien a quién y cómo le afecta.

En ciudades como Monterrey, una urbe protegida por las montañas y lo suficientemente poderosa como para asegurarse recursos energéticos e hídricos por décadas (Ahem, ¿Monterrey VI?), el cambio climático sólo se vuelve real cuando tu abuelita te dice en diciembre que “ni te quejes, porque el frío estaba más gacho en mis tiempos, mijita”. Eso es todo. Debido a que los efectos del cambio climático son globales, dispersos, irregulares, y en general están teñidos por la incertidumbre, pensar en que debemos de actuar con urgencia, y sobre todo invertir recursos y cambiar comportamientos ante un problema tan invisible, es una idea que roza lo ridículo.

Para ejemplificar cómo el cambio climático golpea más fuerte en algunos sitios que en otros, podemos aprender de una actual campaña por Human Rights Watch, que evidencia los golpes a los derechos humanos de los pobladores de una región dependiente de un lago al norte de Kenya. Estas personas han estado más susceptibles que nunca a patrones de lluvia impredecibles, a la reducción del flujo del río que abastece a su lago, la consecuente salificación de estas aguas y la pérdida de bancos de peces, a la pérdida del ganado por la falta de pastizales, todo a consecuencia de una prolongada sequía y la construcción de una mega presa en el país colindante de Sudán del Sur que está reduciendo sustancialmente el flujo del agua a su lago. Los kenianos también encuentran su propia seguridad e integridad en peligro, pues habitantes de poblaciones cercanas se acercan a la región para desplazarlos con amenazas mortales a manos de metralletas y machetes, todo porque no hay agua suficiente para todos.

Ante un escenario como este, ¿quién puede asistirles? El gobierno de Kenya es el único con los medios para proteger a estas personas impulsando negociaciones con Sudán del Sur para que repartan el flujo de manera más equitativa, organizando campañas de protección civil ante los enfrentamientos violentos, así como campañas de abastecimiento de alimentos, semillas más resistentes a la falta de agua, entre otras soluciones. Pero como sucede en muchos países en desarrollo, el gobierno tiene muchas otras necesidades que cubrir y pocos recursos para todas.

Hoy, más que nunca, hay una gran necesidad de conectar las evidencias globales con las locales para estar mejor preparados para los cambios que se avecinan.

Platicando con la Dra. Angelina Valenzuela, directora de los programas del posgrado en derecho en la UDEM y con experiencia en temas de derecho ambiental, comentaba ella que investigaciones sobre la migración climática[1] a nivel local son prácticamente inexistentes, pero muy necesarios. Esto es un ejemplo de cómo estamos aún en pañales en cuestión de hacer propio un problema global aún lejano, pero que sin duda ya comienza a afectar a poblaciones vulnerables en Nuevo León, y que de una manera u otra, comienza a afectarnos indirectamente también; lo que pasa es que no comprendemos cómo. Hoy, más que nunca, hay una gran necesidad de conectar las evidencias globales con las locales para estar mejor preparados para los cambios que se avecinan. La academia necesita también poner de su parte para llenar estos huecos. Es la única manera de apropiarnos de las soluciones.

Muy lamentable ha sido también que, a nivel internacional, existen pocos especialistas políticos dedicados a investigar sobre los avances en regulación sobre cambio climático. Su apoyo pudiera ser crucial para avanzar más rápido hacia más y mejores políticas públicas de mitigación. Curioso que en décadas pasadas hubo extensas publicaciones sobre otras amenazas a la seguridad internacional como la guerra nuclear, y ahora, a pesar de tanta certeza y el gran alcance de este perverso problema, no haya avances en estos estudios. Dependiendo de los resultados de este evento, quizás se logren canalizar más recursos para este tipo de investigaciones.

Bien sabido es que la manera en que se ha abordado universalmente la problemática —como un problema de mitigación, y no de prevención ni adaptación— ha provocado en los países una maligna inactividad o lo que es conocido como el freerider problem. Este dilema, el de los “acarreados”, consiste en que todos los países son afectados por el mismo problema, pero impera ambigüedad acerca de a quién le afecta más, entonces los países deciden que es mejor esperar a que el otro incurra en los costos de tratar de solucionar el problema que solucionarlo ellos mismos, pues a fin de cuentas, cualquier esfuerzo que haga el otro país será beneficioso para el propio. Expertos declaran que esta cumbre será decisiva en este sentido, ya que introduce oficialmente las Contribuciones Intencionadas y Nacionalmente Determinadas (INDC por sus siglas en inglés), que son los compromisos impuestos por cada país de acuerdo a sus posibilidades económicas y planes políticos que definirán en gran medida si se logran los objetivos de reducción de impuestos en este nuevo acuerdo de 2015 o no.

En Altavoz hemos tocado varias veces el tema de la tecnología cívica, el caso de la COP21 también tiene que ver con ella. Se nos presenta la oportunidad de involucrarnos a través de numerosas herramientas a nuestra disposición para conectarnos con la problemática.

Ahora, no quiero despedirme de este artículo dejando la idea de que las maneras de involucrarse en la problemática son aún muy opacas, poco a poco iremos viendo con más claridad cómo contribuimos a la problemática y qué soluciones son más efectivas. Pero por lo pronto, recomiendo visitar el sitio oficial de la COP21 para estar presentes en este evento histórico. Singularmente, los organizadores de esta cumbre han puesto especial atención en utilizar las tecnologías para educar a la mayor cantidad de personas posible sobre la importancia de este evento. En otras palabras, todos hemos sido invitados a la gran fiesta. En Altavoz hemos tocado varias veces el tema de la tecnología cívica, el caso de la COP21 también tiene que ver con ella. Se nos presenta la oportunidad de involucrarnos a través de numerosas herramientas a nuestra disposición para conectarnos con la problemática, concientizarnos sobre nuestro papel dentro de ella y apropiarnos de las soluciones. Aplicaciones que nos retan y nos acompañan por 90 días para hacer nuestra “transición verde” en hábitos de consumo, plataformas que permiten geolocalizar a los principales emisores de GEI, y muchas más. Estas oportunas herramientas nos ayudan a jalar un tema de escala internacional al plano doméstico. Hora de sentir el cambio climático en nuestras vidas. Hora de asistir a esta fiesta de la COP21, por lo menos virtualmente. Hora de hacer el cambio nosotros.

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[1] Movimientos migratorios causados por los efectos directos e indirectos del cambio climático: sequía, malas cosechas, pérdida de tierra arable, desplazamiento de especies nativas, enfermedades, entre otros.

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LA HORA CERO CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO – PARTE 1

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Nos encontramos a 20 días de la inauguración de la COP21, o la 21ª reunión anual de todos los países que quieren tomar acción por el clima. En esta ocasión se llevará a cabo en Le Bourget, Francia, y no podría estar más emocionada. Sucede que los decisivos días del 30 de noviembre al 11 de diciembre, aún cuando existen muchas y muy grandes diferencias entre quiénes estamos informados sobre el cambio climático y quiénes no, entre cómo nos afecta diferentemente a unos y a otros (que explicaré a lo largo de esta contribución que consta de dos partes, por aquello de que me emociono), deberían de celebrarse como si fuera la llegada de los humanos a la luna, porque por primera vez en la historia, la ambición por mitigar el calentamiento global coincide con el tiempo en que es rentable reducir las emisiones gases de efecto invernadero.

Por primera vez en la historia, la ambición por mitigar el calentamiento global coincide con el tiempo en que es rentable reducir las emisiones gases de efecto invernadero.

Es la última gran oportunidad que tenemos para establecer compromisos y frenar el aumento de la temperatura global hasta los 2º establecidos por expertos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) como el límite de temperatura a la que nos podemos adaptar sin significativas pérdidas ni peligros y evitar los temibles 4º o más predichos si continuamos operando a los niveles actuales de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Aquí algo de contexto: con 196 Partes (países), la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) —que es casi universal en su composición y es el marco jurídico en el que se aprobó el Protocolo de Kyoto de 1997— es la organizadora de las COP. Para recordar qué es la CMNUCC, yo opto por la siguiente mnemotecnia: “Cómo Madres Nos Ultrajamos al Cambio Climático”, pero esa soy yo.

Este año se espera que naciones que tradicionalmente no se habían suscrito a los compromisos de reducción de GEI lo hagan, y con más fuerza que nunca.

El último objetivo de los tratados resultantes de la CMNUCC (el Protocolo de Kyoto y el nuevo por firmarse en Francia) es estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias humanas peligrosas en el sistema climático. Este año se espera que naciones que tradicionalmente no se habían suscrito a los compromisos de reducción de GEI lo hagan, y con más fuerza que nunca. Además de esto, hay sinnúmero de iniciativas que acompañan a este monstruo de acuerdo que ha tomado más de 5 años en concretarse. A final de cuentas, lograr que el mundo entero se ponga de acuerdo para ver quién paga los tamales y quién se los va a comer puede llegar a ser complicado.

Si usté es de aquellos que aún consideran al cambio climático antropogénico (causado por los humanos) como pura herejía, atentamente le refiero al meta estudio publicado en Mayo de 2013 en la revista Environmental Research Letters que reunió más de 11,944 investigaciones sobre “cambio climático global” de 1991 a 2011 para cuantificar el consenso científico sobre el tema. El estudio determinó que 97.1% de esas publicaciones respaldan que el calentamiento global actual está siendo causado por nosotros los humanos. ¡Sí! ¡La ciencia nos respalda!

Alrededor del 40% de los adultos en todo el mundo nunca han oído hablar del cambio climático.

Pero alto ahí… también es real que alrededor del 40% de los adultos en todo el mundo nunca han oído hablar del cambio climático, de acuerdo a los resultados de un estudio reciente por la Universidad de Yale sobre percepciones de esta problemática. Dicha cifra se eleva a más del 65% en algunos países en desarrollo como Egipto, Bangladesh y la India. Esta ignorancia se presenta también en México, pero eso no es todo. Aún cuando la población conoce sobre cambio climático, muchas veces no entiende cómo se relaciona este con su vida diaria, principalmente porque la mayoría no siente sus consecuencias, y no son las mismas para unos que para otros. Si es así de invisible, entonces, ¿cómo y por qué estarían igual de emocionados que yo de este gran e histórico evento?

Cómo se limite al cambio climático a nivel global no sólo depende de cuántos países firmen el nuevo acuerdo, sino que va a depender de grandes cambios a las políticas públicas y del comportamiento de las personas en cuestiones de uso de energías, transportación, consumo y demás… chanfles. De igual manera, adaptarse al cambio climático va a requerir cambios en las prácticas actuales. Ambas tareas, colosales en su naturaleza, requerirán de un amplio apoyo por parte de los individuos para llevarse a cabo con éxito, por lo que los gobiernos necesitan desarrollar estrategias de educación y comunicación sobre cambio climático adaptadas a su economía, cultura, niveles de educación y muchos otros factores. Es una cuestión de caso por caso, país por país. Pero la COP21 es especial porque países con determinantes grados de influencia política y líderes en las tecnologías sustentables y energías renovables como los de la Unión Europea, los Estados Unidos y China se unen a la firma de compromisos vinculantes, lo que nos da la esperanza de que quizás en tan sólo 5 años de compromisos iniciales más países aceleren sus políticas de transición hacia energías limpias.

Hasta aquí la contribución de hoy. Espero haber podido dejar en claro por qué esta reunión es tan significativa. Mañana les explico cómo es que los efectos del cambio climático se sienten más en algunos sitios que otros y qué nos falta para entender mejor cómo nos afecta a nivel individual.

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Patricia: La Tormenta Perfecta

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“Tormenta perfecta” es un término que se utiliza coloquialmente para describir una rara combinación de circunstancias que agravan a una situación drásticamente, pero también describe fenómenos naturales reales que ocurren en tal confluencia, que resultan en un evento de magnitud inusual.

Patricia ha sido la tormenta perfecta en el sentido meteorológico. Comenzó como una serie de tormentas eléctricas poco organizadas, se intensificó gracias a la inusual potencia del fenómeno estacional de El Niño, y en menos de diez horas, se coronó como la femme fatale de todas las tormentas en su carácter de “sistema tormentoso más potente y perverso del planeta”, según autoridades del Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos y del Servicio Meteorológico Nacional de México. Pero Paty también es perfecta en otro sentido: es el susto meteorológico más grande de la historia con un saldo de víctimas humanas de cero (hasta ahora).

Quizás también, Patricia haya sido el milagro por el que rezaba nuestro querido Peña Nieto, pues le otorga al impopular presidente una oportunidad de redimirse declarando que la estrategia de alerta y prevención del gobierno funcionó de tal manera que evitó la perdida de cientos de miles de vidas que se encontraban vulnerables a lo que fue el “huracán más fuerte que haya conocido el hemisferio occidental”. Menudas suertes las que le trae Patricia.

Patricia se convierte en el presagio de las catástrofes naturales por venir a consecuencia del aumento de la temperatura global.

Por otro lado y en una escala más grande, Patricia se convierte en el presagio de las catástrofes naturales por venir a consecuencia del aumento de la temperatura global, que en años recientes se ha visto exacerbado con temperaturas récord en los océanos, porcentajes de albedo[1] bajísimos también récord, temperaturas récord en diversas regiones continentales, entre muchas otras banderas rojas de temperaturas. Casi en divina casualidad, en menos de dos meses todos los países miembros de las Naciones Unidas se reúnen en París para celebrar la 21o Cumbre de Cambio Climático para firmar, tras casi cinco años de planeación, el siguiente tratado internacional vinculante[2] de mitigación de cambio climático. Este acuerdo, auspiciado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), es el más ambicioso de toda la historia de la humanidad, pues se reescribe tras las enseñanzas que trajo el primer ejercicio de mitigación de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a nivel internacional, el famoso Protocolo de Kyoto.

Este año, los países se vuelven a unir; ahora con esperanzas de que dos de los países que más contribuyen a las emisiones de GEI y los únicos no signatorios de aquél acuerdo, China y los Estados Unidos, se unan y esta vez pongan la pauta de cuán ambiciosos deben de ser los países en sus metas de reducción de GEI.

El Protocolo de Kyoto, que inició en 1997 y finalizó su segundo periodo de vigencia en 2012, fue excepcional porque estableció principios para la mitigación de GEI a nivel global y logró que casi la totalidad de las naciones se comprometieran. De ahí que nacieran los mercados de carbono, que se establecieran fondos verdes para la conservación, que se canalizaran fondos para la innovación energías renovables, entre otros muchos esfuerzos revolucionarios. Pero como todo primer intento, fue un proceso de mucho aprendizaje, de prueba y error. Este año, los países se vuelven a unir; ahora con esperanzas de que dos de los países que más contribuyen a las emisiones de GEI y los únicos no signatorios de aquél acuerdo, China y los Estados Unidos, se unan y esta vez pongan la pauta de cuán ambiciosos deben de ser los países en sus metas de reducción de GEI. A este nuevo acuerdo se le está llamando “el Tratado de París”.

Patricia tuvo que tocar el continente americano, y en especial tuvo que tocar a México que de por sí se ha mostrado muy comprometido con los objetivos de los acuerdos de mitigación desde sus comienzos hasta el fin de la etapa de vigor. Esperemos que una alerta tan fuerte, que marcó récord y dejó exclusivamente daños materiales, ponga más peso a la balanza de compromisos a los que México y sobre todo los Estados Unidos se unan. La postura que tome este país va a marcar la pauta de comportamiento de muchas regiones del planeta. Bajo esta línea, el presidente Barack Obama se ha hecho popular entre la población estadounidense y en muchas regiones del mundo comportándose como vocero e impulsor de estrategias de reducción de GEI y a las industrias de energías renovables con su Climate Action Plan. México por su parte ha sido instrumental en la creación del Fondo Verde para el Clima (GCF por sus siglas en inglés) y en la búsqueda de soluciones alternas y complementarias al próximo Tratado de París como el Programa Conjunto de las Naciones Unidas para la Reducción de Emisiones provenientes de deforestación y degradación de los bosques (ONU REDD), entre otros esfuerzos.

De entre los estragos que nos trae Patricia, que sin duda no habremos de menospreciar, existe la esperanza de que un susto como éste vaya a ser benéfico a la hora de firmar con pluma los compromisos de reducción de GEI en las mesas de París.

Así que de entre los estragos que nos trae Patricia, que sin duda no habremos de menospreciar, existe la esperanza de que un susto como éste vaya a ser benéfico a la hora de firmar con pluma los compromisos de reducción de GEI en las mesas de París. Esperemos estos récords den la pauta para que por fin haya un cambio drástico en el paradigma internacional hacia la sustentabilidad. Gracias Paty, por ser la Tormenta Perfecta.

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1 El albedo es el porcentaje de radiación solar que “rebotan” las superficies de la tierra. En los últimos años, a medida que se reduce la capa de hielo polar durante los veranos (siendo el hielo la superficie de la tierra con albedo más alto) el porcentaje de luz solar reflejada ha disminuido, calentando aún más la superficie terrestre.
2 Vinculante: que otorga responsabilidades cuyo incumplimiento trae consecuencias legales a los países.

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