Después del súper martes donde los candidatos, Donald Trump y Hilary Clinton, se perfilan para ser los dos que contiendan por la presidencia estadounidense, empiezan a surgir preguntas clave, siendo una de ellas, cómo sería la política exterior de este país si el excéntrico candidato republicano ganara las elecciones. En los diversos discursos y declaraciones que Trump ha realizado hasta este momento ha quedado evidente que desconoce mucho sobre el tema y que muchas de sus opiniones hacen eco a su ya conocida demagogia. Sin embargo, es necesario comenzar a analizar las implicaciones que tendría la victoria de este personaje, que significaría ser el presidente del país más influyente a nivel internacional.
Una de las regiones, que por lo menos en los últimos 15 años ha sido tema central de la política exterior de Estados Unidos, ha sido el Medio Oriente, el cual se ha visto convulsionado en este siglo por nuevas intervenciones extranjeras y por diversas revoluciones locales, mejor conocidas como Primavera Árabe. Es en este contexto, donde se deben de revisar las consecuencias que podría traer consigo que Donald Trump se volviera el comandante en jefe de Estados Unidos.
Una de las primeras acciones que Trump ha manifestado de manera explícita es prohibir la migración de cualquier musulmán a Estados Unidos, hasta que los legisladores de este país sepan cómo garantizar que los migrantes no sean terroristas o pongan en peligro la seguridad de la población estadounidense.
Es evidente, que este tipo de acciones sólo fomentarían más la xenofobia que ha ido incrementando cada vez más por los diversos ataques terroristas en occidente y marginaría todavía más a la población musulmana, aumentando el número de adeptos para grupos terroristas como el Estado Islámico y Al-Qaeda.
Otro de los temas que ha mencionado este candidato, son las intervenciones militares que se han hecho en esta región en los últimos años. En su opinión considera que todas ellas han llevado a la inestabilidad de la zona y a la bancarrota de los países que han decidido intervenir; poniendo como ejemplo la intervención de la Unión Soviética en Afganistán a pesar de que la última invasión a este país ha sido por parte de Estados Unidos. A su vez ha admitido que la injerencia de Washington en Libia e Irak ha sido un desastre, señalando los grandes gastos económicos que han traído consigo estas acciones. Incluso ha admitido que esta región estaría mucho más estable con Saddam Hussein y Muamar Gadafi, quienes fueron destituidos y asesinados con ayuda del gobierno estadounidense. Esta última declaración rompe con el paradigma del excepcionalismo estadounidense, donde la democracia es un valor que se antepone ante cualquier otro, y demuestra un alto pragmatismo por parte de Trump.
Mientras tanto en el caso específico de Siria, el candidato republicano, ha puesto entredicho el apoyo que hasta ahorita han recibido los rebeldes por parte del gobierno de Barack Obama. De acuerdo a la entrevista que se le hizo en NBC News, Washington está gastando millones de dólares en apoyo a gente desconocida, que incluso podrían ser peor que Bashar al-Asad. Por otra parte, considera que Rusia debe de hacer lo necesario para lidiar con el Estado Islámico y así quitarle esa responsabilidad al gobierno estadounidense.
Por último otro de los temas claves para Estados Unidos en la región, es el conflicto Palestina-Israel, en el cual Trump se ha declarado neutral, siendo esto un cambio radical a la posición tradicional de la Casa Blanca a favor de Israel.
Esto vuelve a romper otro de los paradigmas de la política exterior estadounidense, la cual siempre ha mantenido como aliado clave en la región a Jerusalén. Una de las razones por las cuales se cree que exista esta “neutralidad”, es por la rivalidad en los negocios que existe entre el candidato republicano y el empresario judío, Sheldon Adelson. No obstante, esto sigue demostrando el poco conocimiento que Trump tiene sobre el conflicto y que sus declaraciones corresponden más a su propio interés y pasiones que al beneficio y estabilidad de uno de los Estados hegemónicos nivel global.
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