En 2014, en México había casi 120 millones de personas: 51.2% mujeres y 48.8% hombres (CONAPO). De las más de 60 millones que son en México el 47% se dedica al trabajo doméstico, esa es la situación en grandes números del papel que juegan las mujeres en la era actual.
Estamos en un país hecho para los hombres, un sistema educativo que instruye para que la mujer tenga la “maravillosa” y única función de cuidar la casa, mantenerla ordenada y dedicar su atención a la familia. Hasta hace poco lograron su derecho al voto, y en los últimos años han demostrado que son igual o más capaces que nosotros de realizar acuerdos políticos, negocios con transnacionales o dirigir cualquier organización.
Las mujeres sufren del lenguaje sexista, de la discriminación de género y del poco equilibrio laboral que se les ha otorgado, y aun así persisten en su derecho a competir.
La era de las mujeres ha llegado, y esto me encanta. Mujeres capaces de construir imperios en los negocios, emprendedoras sociales con el tacto suficiente para solidificar proyectos e incluso tan hábiles para lograr escalar montañas en el sistema político de México. Como hombre me encanta, porque soy un fiel admirador de la inteligencia natural de la mujer, de su capacidad para ser extremamente sensible y de usar esa misma sensibilidad para comandar los sectores más importantes del país, donde se toman decisiones.
En negocios sabemos que la experiencia es sinónimo de obstáculos satisfactoriamente superados, de problemas efectivamente resueltos y sobretodo de la fortaleza para sobreponerse a circunstancias adversas. ¿Hay alguien más calificado entonces para ocupar estos puestos? Las mujeres sufren del lenguaje sexista, de la discriminación de género y del poco equilibrio laboral que se les ha otorgado, y aun así persisten en su derecho a competir.
Como hombre me siento obligado a usar pluma y escribir en favor de su lucha. No por tener beneficios superiores sino porque la arena de lucha tenga igualdad de oportunidades, en las mismas circunstancias y con los mismos recursos.
Como hombre me siento obligado a usar pluma y escribir en favor de su lucha. No por tener beneficios superiores sino porque la arena de lucha tenga igualdad de oportunidades, en las mismas circunstancias y con los mismos recursos. Vaya, también lo hago porque sé lo que pueden, y desde ya aportan al crecimiento de este país que tanto amo.
En México tres de cada cinco pequeñas y medianas empresas que se abren (recordando que esta es la fuente principal de empleo en el país) son lideradas por mujeres. Se ocupan de temas de especial relevancia como el sector educativo y de salud en un 78% de ellas. Son, además, las que tienen un grado superior de preparación que los hombres de este país.
Para que este país crezca deberá entender primero que en nuestro equipo necesitamos, urgentemente, uno de los miembros más capaces del planeta: la mujer. No por hacerles un favor sino por hacernos el favor a nosotros mismos.
Para que este país crezca deberá entender primero que en nuestro equipo necesitamos, urgentemente, uno de los miembros más capaces del planeta: la mujer. No por hacerles un favor sino por hacernos el favor a nosotros mismos.
Con afecto, un hombre que se ha desarrollado gracias a la inteligencia y habilidad de dos mujeres.
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