“La vida buena está inspirada en el amor y guiada por el conocimiento”
–Bertrand Rusell
A raíz de que el presidente, Enrique Peña Nieto, diera a conocer las iniciativas de ley en materia del matrimonio igualitario, adopción homoparental y certificado de género, diversos grupos comenzaron a expresar inconformidad ante estas propuestas legislativas, bajo el discurso de la defensa del matrimonio tradicional y de “nuestros hijos”.
Entre dichos colectivos, se encuentra el llamado “Frente Nacional x la familia”, el cual se destaca por buscar promover el mantra previamente mencionado, a través de la programación de movilizaciones por todo el país; al ciudadano no alineado a estos colectivos, le resulta inevitable preguntarse ¿por qué motivo se menciona “en defensa”, del matrimonio tradicional? ¿No se supone que, para defenderse, primero uno debe ser atacado? ¿De qué se están defendiendo?
Francamente, no comprendo como el hecho de que el matrimonio logre ampliarse constitucionalmente, para que las parejas del mismo sexo tengan permitido unirse legalmente, funja como un factor que vulnere los matrimonios heterosexuales.
Tal posición me resulta equivalente a concebir una escena de siglos atrás, donde los estadounidenses simpatizantes de los estados confederados observaban la libertad de los afroamericanos como una amenaza para la libertad propia, cerrando de esta forma, su corazón hacia la bondad y la solidaridad que todo ser humano debería tener en común con sus hermanos.
Por otro lado, me resulta inconcebible que aquel grupo hondee la bandera de protección hacia los hijos, ya que ¿dónde estaban ellos, cuando la violencia azotaba nuestro estado y comprometía la seguridad de los menores?; O bien ¿por qué no están defendiendo a sus niños, protestando contra los escándalos de pederastia llevados a cabo por sacerdotes? ¿Y qué hay de la desnutrición infantil a la que un gran número de infantes de nuestra nación se enfrentan todos los días? ¿Por qué no protestan por estas problemáticas, las cuales verdaderamente arruinan la infancia de los niños?
Analizando esta ausencia de movimiento ante conflictos pasados y actuales, que realmente se conciben como un calvario para los más chicos, se entiende que este lema es tan solo una máscara, la cual oculta una intolerancia hacia la homosexualidad.
Asimismo, la oposición frente a estas banderas no solo habrá de provenir de la defensa hacia la igualdad en derechos humanos, sino que también hacia la defensa del estado laico pues, ¿Cómo es posible que, después de tantos años de haber separado la religión del estado, se observe tanta dificultad en legislar en favor de la progresividad de derechos, debido a la moral religioso?
Simplemente no debe permitirse que una nación que defiende lo secular de sus instituciones gubernamentales y poderes, caiga en dicho juego y titubee al momento de garantizar la ampliación de las garantías individuales.
Finalmente como país que instituyó en sus bases el hecho de ser una nación laica, no debe dejar que se limite la educación sexual (como se observó en nuestro estado no hace mucho tiempo por parte de otro grupo de corte conservadora), pues la educación pública debe fundarse sobre bases científicas, libres de ideas religiosas.
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