Empresario es plagiado en Vallarta

Comparte este artículo:

Este fin de semana se dio a conocer que el empresario guanajuatense Felipe Tomé fue secuestrado en Puerto Vallarta, Jalisco, luego de registrarse un ataque armado. 

Felipe Tomé es dueño de CitiCapital, una desarrolladora que ha construido más de 40 edificios en la Ciudad de México, Mazatlán, Acapulco, Querétaro y Vallarta. Dicho empresario es hermano de Gustavo Tomé, actual presidente de Fibra Plus.

Se destaca que durante el 2017, la empresa de Felipe Tomé, CitiCapital, tuvo problemas por no concluir los trámites de declaratorias de condominios para el complejo Central Park, un desarrollo comercial y habitacional, con lo que resultaron afectados 350 condóminos inversionistas. Un año después, estuvo a punto de ser detenido por un presunto fraude de más de 50 millones de pesos. Por lo que Tomé ha enfrentado una serie de problemáticas legales en los últimos años.

Actualmente, el paradero del empresario se desconoce luego de que circulaba en una camioneta en compañía de cuatro personas más, cuando fueron presuntamente atacados, donde uno de los acompañantes murió y otro se encuentra herido.

Con información de Milenio  

 

#PulsoUrbano: “Mitos urbanos (Parte II)”

Comparte este artículo:

“Es culpa de la planeación urbana, “No tenemos planeación”, “hay intereses malvados”.

La planeación urbana existe. No es un fantasma que opere sin instituciones, presupuestos o reglas. Lamentablemente, ha salido de las Secretarías de Desarrollo Urbano en gran medida. Sin embargo, en el país y cada estado existen desde organismos hasta oficinas dedicadas a la elaboración de planes.

No es reciente. Tendrá aproximadamente 30 años que comenzó a ser indispensable contar con la técnica. Esto en medida de que comenzamos a crecer territorial y poblacionalmente. Demanda de infraestructura como servicios para esas comunidades en la periferia crearon tales posibilidades.

No obstante, como casi todo en México. Algunos de esos planes estuvieron supeditados a decisiones políticas que no consideraban los cambios de futuro. Eso aunado a la corrupción, la impunidad y también la falta de visión técnica que estuviera preparada no para tales cambios, sino para crearlos. Tan sólo hagamos la pregunta: ¿cuántos planeadores urbanos hay en la Zona Metropolitana de cualquier ciudad de México?, ¿cuántos organismos públicos dedicados a la planeación urbana? Esa fue una cuestión que nos hicimos expertos de todo el mundo, créame que la respuesta es igual de frustrante en la India, en Inglaterra, en Canadá que aquí. Vaya, es un tema generalizado sólo que en algunas partes estas ausencias son más visiblemente nocivas que otras.

El rezago nos ha alcanzado, no hay duda, con ello el conflicto, el caos, la selva de asfalto. Lo que vivimos con realidad urbana no es más que un reflejo de la coexistencia misma de eso, más los intereses. Intereses que no sobra decir que tenemos todos. Absolutamente cada habitante tiene un interés.

Los intereses de hecho no son malos ni buenos. Sólo son intereses. Pero se convierten en perjudiciales cuando sólo pensamos de la puerta de nuestra casa para adentro sin tomar en cuenta puntos de acuerdo común.

Eso no va a ser posible en su totalidad hasta que resolvamos también otra de las acefalías en las ciudades: la democracia.

La democracia tiene que ver con la Planeación urbana en la medida en que dejemos de entender que esos planes sólo surgen de la “nunca brillante idea” de un sólo actor (llámese Alcalde, Gobernador, empresario, etc). Tenemos que movernos y transitar un duro camino hacia la Planeación colaborativa que permita ese diálogo, la retroalimentación y la cooperación.

Cooperación que no está asegurada sólo con opinar sino que es la sumatoria de esfuerzos públicos, privados y de la sociedad civil que se conjugan no para determinar los planes, eso nos toca a los técnicos, sino para ejercer el derecho a la participación como la vigilancia y la continuidad en la ejecución de los mismos.

En algunas entidades del país, en el caso de México, todavía no se tiene claridad al respecto. En qué se puede, cómo, para qué… Estamos haciendo el camino y estamos aprendiendo a cómo lograr no permanecer inmóviles aún cuando la situación sociopolítica de nuestro país es tensa en este momento

De acuerdo con Joan Clós, Director de ONU-Hábitat esas son las variables que hacen que la planeación urbana sea ahora un reto colectivo que debe rebasar los límites de la técnica.

Quizá por eso los planeadores del futuro nos sentimos en una batalla solitaria y contracorriente. Porque entre esos planes arcaicos, intereses que no todos están en las mesas de debate y algunos en ese sentido del “nadie gana más que yo” nos estamos perdiendo de hacer más ejercicios ricos en diversidad, pluralidad y visiones distintas.

No es trabajo del gobierno. No es trabajo de hecho de una sola persona porque justo lo que pretendemos en la Planeación colaborativa es que esos intereses estén todos representados y decidan qué vamos a hacer realidad o no.

Entonces las preguntas se vuelven complejas, ¿cómo cambiar si los intereses -incluyendo los de los más “progres”, “educados” y con “dinero” cuando no existe en el imaginario si quiera la búsqueda del bien común?

Por eso estamos como estamos.

No es la Planeación, son los intereses que todos los tenemos. Y que en esta ciudad como en otras deberíamos preguntarnos qué clase de intereses tenemos porque con los que hoy están, incluyendo los de los habitantes, pocos quieren transformar a esa urbe que tanto nos duele y aqueja.

Intereses que corresponden a personas con alto nivel de conciencia nos permitiría seguir “picando piedra” en la muerte de la planeación urbana tradicional a una nueva sostenida en procesos colaborativos. Porque no, no es un fantasma. Ni tiene la culpa. Ni hay intereses malvados si el resto de los intereses hacen contrapesos. Eso, es repensar colectivamente la Ciudad en función de solucionar la realidad caótica y no de seguir teniendo fábricas de planes.

Donald Trump™: política ‘a la gringa’

Comparte este artículo:

El día de ayer se dio un paso muy importante sobre el rumbo que podría tomar el país más poderoso del mundo y que vivirá elecciones en noviembre próximo. Estamos muy cerca de conocer qué es lo que sucederá en Estados Unidos durante los siguientes cuatro años y todo el mundo ha puesto su atención en ello. Desafortunadamente, en quien más se ha puesto el ojo es en Donald Trump; quien en un principio parecía estar candidateándose él mismo, hoy es una realidad dentro del Partido Republicano.

Trump, fiel a su forma de ser y a su estilo arrogante, prepotente y confianzudo, se ha ganado la simpatía de muchos estadounidenses que ven en él una alternativa real para modificar la forma en la que el sistema político estadounidense funciona.

Muchas personas lo consideran como un hombre decidido a ganar y que utilizará todos los medios necesarios para hacerlo, sin pensar por un instante que la supremacía de Estados Unidos en el mundo no funciona de la misma forma que funciona el dinero en este país, sencillamente porque el mundo no es Estados Unidos.

Pareciera ser como si el mundo supiera que EEUU está a punto de dar un paso en falso y todo mundo le advierte, pero ellos, sumergidos en su propia esfera y creyendo que el mundo debe estar a sus pies, hacen caso omiso a las críticas globales y no atienden a las señales respecto al candidato que podría convertirse en Presidente. Hay que entender que si desacreditas a las dos religiones más grandes del mundo y que si consideras que tu vecino del sur (quien te provee de trabajadores, recursos naturales y con quien tienes una buena relación comercial) como un país de criminales y violadores, muy probablemente las cosas van a andar mal en el futuro.

Afortunadamente, la crítica existe también desde el interior del país. El pasado fin de semana, el comunicador John OIiver dedicó un gran segmento a hablar acerca de Donald Trump y de las cualidades que, según los mismos ciudadanos estadounidenses, lo perfilan como ser el principal candidato para asumir la presidencia. Lector, sin afán de arruinar tu experiencia al ver este video, me permito compartir algunas de las principales impresiones acerca de los temas a tratar.

Efectivamente, la supremacía de Trump tiene origen en elementos tanto tangibles como intangibles, pero son los segundos los que más sirven como arma de doble filo y a través de los que se puede desenmascarar al personaje que vemos en las ruedas de prensa y los mítines. Trump es una marca. Trump es branding. Trump es la ilusión del ‘sueño americano’ para los estadounidenses mismos. Tal como John Oliver lo ha dicho:

Trump y todas sus empresas y negocios son exitosas por sí mismas y porque la gente así lo cree. Donald Trump es la mascota de esta multimillonaria empresa así como Ronald McDonald es de la hamburguesera.

La pregunta: ¿A quién le gustaría haber heredado una compañía multimillonaria? ¿A quién le hubiera gustado tener un préstamo de un millón de dólares por ‘pequeño’ que pudiera ser? La respuesta: a cualquiera. Y es que si cualquiera tuviera el poder y la confianza que Trump tiene en sí mismo, muy probablemente tendríamos a muchos más candidatos a participar por la presidencia de Estados Unidos, pero lo más preocupante es que existiría una ‘crisis de la verdad’.

Aunque no en nuestro país, las elecciones por la presidencia de Estados Unidos nos deben importar y mucho. Lo que también nos debe importar es la veracidad, credibilidad y la precisión tanto en cada uno de los argumentos presentados como en sus presentadores. Así que, #MakeDonaldDrumpfAgain.

______________________________
– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”