Finalizada (parcialmente) la novela del avión presidencial, ahora los esfuerzos del presidente por continuar con su protagonismo se vuelcan sobre la consulta para el juicio a expresidentes; tema que muchos expertos han comentado que tiene tintes anticonstitucionales, que seguramente será archivado y que a todas luces se trata de un show mediático más.
Lejos queda aquel Andrés Manuel que hablaba de amnistía, de que no habría persecuciones políticas y que con la nueva etapa de transformación del país había que dejar de lado los viejos agravios. Hoy, el presidente hace uso de su autoridad para ir directamente contra sus predecesores en vista de que la estrategia de hacerlo a través de la vía ciudadana no tuvo el éxito esperado.
Quienes aún se siguen sorprendiendo de que el presidente se tome este tipo de atribuciones seguramente no tienen presente que este tipo de prácticas eran habituales cuando el partido en el poder contaba con el respaldo de ambas cámaras en el Legislativo. ¿O cómo habrá hecho el PRI para invalidar candidaturas de opositores en 1976 y avalar que López Portillo se presentara como candidato único a la presidencia?
Hay que recordar que la relación entre los ahora principales partidos de oposición (PAN y PRI), a pesar de que en papel siempre ha sido de adversarios, también ha tenido episodios de aparente complicidad. Ejemplo de esto fue el respaldo panista en favor de la quema de los paquetes electorales de la controvertida elección presidencial de 1988. Azules y tricolores saben que, si sumaran esfuerzos, matemáticamente podrían competirle de tú a tú a los morenistas, pero también saben que de hacerlo revivirían el discurso del “PRIAN”, dándole la razón a Andrés Manuel.
Del recurso interpuesto por el presidente existen dos vertientes y en ambas las tiene de ganar. Si la consulta fuera declarada constitucional, podría decirse que su discusión en las Cámaras sería un mero trámite para que fuera aprobada y, de realizarse, está muy claro que el éxito sería rotundo. Lo interesante viene en caso de que el documento sea desechado.
En este supuesto, si bien únicamente pasaría a ser archivado (como bien apuntó Ricardo Monreal), esto no significa que Andrés Manuel haya perdido. Si la consulta no se lleva a cabo, entonces pedirá a los mexicanos que ellos sean los jueces en el otro mecanismo de consulta que tienen todas las democracias del mundo: las elecciones.
Aunque “el juicio” no sería directamente contra los expresidentes, sí sería contra los partidos que los llevaron al poder. La jugada de Andrés Manuel es emular la estrategia de 2018: desincentivar el voto conservador y aumentar la participación general. Un ejemplo muy claro es el caso de Tabasco y Guanajuato. Mientras que en Tabasco hubo un 71% de participación y un 80% de voto en favor de AMLO, en Guanajuato la participación fue del 53% con un 40% de votos en favor de Ricardo Anaya.
Así se siente el poder en este país. Hay poder político y hay poder moral. ¿O a poco creen que eso de decir un viva por “el amor al prójimo” no es una forma de ejercerlo?