Aunque dispositivos como el Kindle podría contener entera la biblioteca de Alejandría, carecen de encanto. ¿Son los aparatos más útiles, lógicos, sencillos? Por supuesto, pero también son mucho menos inspiradores. Por eso uno se emociona cuando un pequeño panel de acrílico anuncia que esa mesa del costado tiene 50% de descuento en libros del INAH y el Fondo de Cultura Económica.
Me encontré libros donde menos esperaba: en una vieja prisión potosina construida en tiempos porfiristas, donde hasta el encierro y el castigo tenían ecos franceses. Cavando entre las pilas de títulos, me encuentro con el último título del maestro Monsiváis, y en su contraportada, una frase de William Blake que guió su vida: “espera solo veneno del agua estancada”. En ella, el poeta encontró con minimalista belleza la forma de resumir la esencia del progresismo: el movimiento. Progresar es moverse y hacerlo hacia adelante. El conservadurismo es quietud, y muchas veces, retroceso. Ahí radica uno de los principales motores de la vida pública. Somos un país que casi no lee, y también somos un país que casi no participa en la política, esa niebla tenebrosa a la que no queremos acercarnos.
De acuerdo al Módulo de Lectura (Molec) del INEGI, de cada 100 mexicanos, solo 45 leyeron al menos un libro en el último año. De acuerdo al mismo Instituto, el año pasado en México se leyeron 3.8 libros al año, promedio por debajo de otras naciones latinoamericanas como Chile, que promedia 5.4, y Argentina, que alcanza 4.6. El Molec también revela la obvia correlación que existe entre escolaridad y lectura, pero llama la atención su agudeza: sólo 25% de quienes no tienen enseñanza básica leen libros o algún otro tipo de material (periódicos, revistas, portales de Internet), mientras que el 70% de quienes cuentan con educación superior mantiene un hábito de lectura, por mínimo que sea. Ah, y en promedio, las mujeres leen más que los hombres, lo que no debe extrañar, pues tienen también mejor rendimiento académico (a pesar de vivir en medio de la peste machista).
Leer por sí mismo tiene un valor inconmensurable, pero no es solo la acción lo que importa, sino la comprensión. Más del 20% de la ciudadanía mexicana reconoce entender poco o solo la mitad de lo que lee, lo cual nos habla de la necesidad de formar pensamiento crítico. Letras y números son el herramental más poderoso de la humanidad, pero se requiere la formación que permita desarrollar el potencial de las personas, para que entonces pueda estallar su creatividad.
Lea, que mucho le conviene, ¿Y qué es leer? robémosle otra vez al poeta para intentar describirlo: “Ver el mundo en un grano de arena, y ver el cielo en una flor silvestre, sostener el infinito en la palma de tus manos, y la eternidad en una hora” – William Blake.