El Fracaso de la Izquierda: Latinoamérica

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Durante la década de los 90´s el mundo se encontraba dividido por dos grandes bloques que se repartían y pugnaban la hegemonía política: el Capitalismo y el Comunismo, pero la disolución de grandes potencias comunistas como lo fue la URSS arrinconó la ideología socialista-comunista, y apartada de los reflectores políticos, se mantuvo ausente, casi inexistente, creyéndose finiquitada.

Por el otro lado una vertiente del capitalismo, que data sus inicios en los 80´s, propuso una formula distinta al sistema político como solución a sociedades modernas y cambiantes que la nueva revolución tecnológica transformó a finales del siglo, logrando posicionarse en cada rincón del mundo occidental con marcada tendencia económica, social y política: el Neoliberalismo.

Y cuando el mundo convergía hacia una nueva y prospera época de bienestar el sistema económico colapso a finales del siglo XX, dejando expuesto las debilidades de esta corriente económica, forjando inconformidad social y cuestionamiento de la eficiencia del Neoliberalismo en Latinoamérica, alentando un cambio en el panorama político que enmendara las fallas que el capitalismo había dejado a su paso.

La llamada izquierda política, el Socialismo, resistió el avasallante crecimiento del Neoliberalismo Latinoamericano hasta su colapso sistémico con las crisis de sus principales exponentes –México 1994; Brasil 1999; Argentina 2001/2002– propiciando una revolución sociopolítica que intento alejarse de los efectos negativos del Neoliberalismo y cómo un efecto dominó, la izquierda se esparció por toda América Latina, con tal rapidez dentro del periodo de una década, similar a una epidemia ideológica propagándose por toda la región, la llamada Marea Roja o en palabras del periodista Larry RohterNew York Times-, una Marea Rosa, al no verse influenciada con tendencias extremistas del Comunismo y acercarse más a un sistema Social-Demócrata, es decir, un Socialismo más light.




Un movimiento sociopolítico, nombrado por algunos expertos como el Socialismo del Siglo XXI, aunado a una serie de eventos que marcaron el inicio del período izquierdista, dieron cabida a la constitución de la Izquierda como la principal fuerza política hegemónica de toda la región, y como reacción en cadena, el fantasma del Socialismo –en palabras de Karl Marx– se propagó a lo largo del continente, Hugo Chávez en Venezuela (1999), Ricardo Lagos en Chile (2000), Lula da Silva en Brasil (2003), Néstor Kirchner en Argentina (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2005), Evo Morales en Bolivia (2006), Rafael Correa en Ecuador (2007), Fernando Lugo en Paraguay (2008) y Ollanta Humala en Perú (2011).

Toda Latinoamérica se repartió entre partidos de ideas marxistas o similares. Creando un conglomerado geopolítico, sin precedentes, fortificando y estrechando las relaciones comerciales, económicas y políticas entre los países latinos.

El auge izquierdista de Latinoamérica se vio acompañado de un amplio crecimiento económico y un gran desarrollo social en todos los países que alinearon su postura a la tendencia política, pero este apogeo debe su razón de ser a dos factores: 1) la alta demanda del mercado mundial de materias primas, petróleo principalmente, y al 2) fracaso sistémico del Capitalismo.

Y así como su rápida propagación, el final de la izquierda llegó velozmente, la caída de los petroprecios y los abundantes casos de corrupción, liquidaron el desarrollo de los países y crearon en las sociedades un hartazgo social con individuos apolíticos y antisistémicos, cansados de una economía fallida y gobiernos de ideologías carentes.

Concluyendo que el crecimiento económico que los países alcanzaron durante la primera década del siglo XXI, no se debe a que los gobiernos latinoamericanos hayan adaptado una postura populista, sino que el crecimiento mismo creo las condiciones ideales para el aumento de regímenes con dicha personalidad, similar a una moda, con la finalidad de integrarse a la ola de beneficios que la tendencia produjo.

Por lo que el decremento económico de toda la zona y los fuertes golpes que ha sufrido la izquierda en los últimos años: la muerte de sus principales defensores, Chávez y Castro, la perdida de la hegemonía política de la zona, reelecciones frustradas (AMLO, México 2006/2012), crisis económicas (Hipotecaria 2008), casos de corrupción (Lula da Silva/Dilma Rousseff, Brasil; Cristina Fernandez de Kirchner, Argentina), han sido los parteaguas del desplome de la marea ideológica.




Dejando a su paso concluida una etapa de fugaz beneficio y un sinfín de interrogantes e inquietudes del futuro que le espera a esta región, de potencial mal aprovechado y esclavizado por las grandes potencias que, de algún modo, se favorecen manteniendo a Latinoamérica en limitado desarrollo.

En la actualidad, el cambio de postura, el fracaso de la izquierda, ha quedado muy claro, la mayoría de los países que hace no más de diez años poseían gobierno populistas (Imagen) han puesto en la mira distintos horizontes políticos dejando atrás posturas ideológicas de carácter populista y centrando sus políticas públicas en tendencia más conservadoras, intentando aminorar los efectos negativos que el fantasma izquierdista causó.

Y exponiendo ante el mundo entero, que una vez más, un gobierno con personalidad socialista, carece de lo necesario para posicionarse como una potencia mundial por tiempo indefinido.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

#Accelerate

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“¿Cuál es el atractivo del aceleracionismo de hoy? Que se puede entender como una respuesta a la situación social y política concreta en la que actualmente parecemos estar atrapados: la de una catástrofe a largo plazo y en cámara lenta.”
– Steven Shaviro

Una de las muchas razones por las que me gusta leer, es que cada vez se aprende algo nuevo. Incluso releyendo un libro, uno descubre cosas que su cerebro no registró en una primera lectura. Siempre lo he dicho: si hay algo mejor que leer un buen libro, es releerlo. Suelo leer todos los días. Termino un libro y empiezo otro. Y a la par, disfruto de la lectura de artículos, monografías y textos de todo tipo.

Fue hace unos días que, leyendo un artículo que criticaba cierto partido de la derecha española, me encontré en la zona de comentarios con una recomendación que, por el título, llamó mucho mi atención: “The Accelerationist Manifesto” (“Manifiesto Aceleracionista”), recomendaba un usuario que leyéramos.

A decir verdad, todo libro o documento que contenga la palabra Manifiesto en su título, llama mi atención. Quizá es porque esa rojilla que llevo dentro, aunque trate de moderar, me recuerda inmediatamente al Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels.

El Manifiesto Aceleracionista fue escrito por Nick Srnicek y Alex Williams y publicado en mayo del 2013. Es breve, consta de solamente seis páginas. Se divide en tres partes: una introducción del contexto histórico, una explicación de lo que es el aceleracionismo y un apartado de conclusiones sobre el futuro que denominan el “manifiesto” como tal.

Me encantó este texto porque me proporcionó las bases de una ideología que no tenía idea de que existía. Siempre resulta bastante interesante conocer distintas propuestas de ideología. En ese tenor, me gustaría compartir con ustedes los principales aspectos del aceleracionismo (con base en el Manifiesto en cuestión).

Se le denomina aceleracionismo porque se considera que el capitalismo ha causado una serie de catástrofes mundiales en aceleración continua.

1. El nombre.

Se le denomina aceleracionismo porque se considera que el capitalismo ha causado una serie de catástrofes mundiales en aceleración continua. Así como el capitalismo es aceleracionista, en el sentido de buscar un crecimiento económico y competencia constantes, la velocidad capitalista provoca desastres de manera acelerada. Y de allí toma el nombre este Manifiesto: aludiendo a las aceleradas catástrofes que ha provocado el capitalismo.

2. El objetivo principal.

Si hay algún sistema que se haya asociado con ideas de aceleración, es el capitalismo. En su forma neoliberal, su bandera ideológica es la liberación de las fuerzas de destrucción creativa para despejar el camino a las innovaciones tecnológicas y sociales en constante aceleración. Es entonces que el aceleracionismo busca preservar las conquistas del capitalismo tardío al tiempo que va más allá de lo que permite su sistema de valores, sus estructuras de poder y sus patologías de masa.

El capitalismo ha empezado a reprimir las fuerzas productivas de la tecnología o, por lo menos, a dirigirlas hacia fines absurdamente limitados (como los fenómenos de los monopolios y de las luchas de patentes).

3. Bases.

El capitalismo ha empezado a reprimir las fuerzas productivas de la tecnología o, por lo menos, a dirigirlas hacia fines absurdamente limitados (como los fenómenos de los monopolios y de las luchas de patentes). “Un sinfín de repeticiones de los mismos productos básicos sostienen la demanda marginal de consumo”, provocando con ello un “avance” a expensas de la aceleración humana. Los aceleracionistas creen en el potencial de los avances científicos y tecnológicos, si se producen cambios “más allá de la miopía de los aliados capitalistas”, y consideran que la izquierda tiene que aprovechar todos y cada uno de los avances científicos y técnicos que hace posible el capitalismo. La izquierda aceleracionista debe instruirse en los campos de las redes sociales, modelos basados en agentes, análisis de datos y modelos económicos de no equilibrio. Se debe desarrollar una hegemonía tecnosocial tanto en el ámbito de las ideas como en el ámbito de las plataformas materiales, que son la infraestructura de la sociedad globalizada. Quieren conformar una sociedad intelectual de aceleracionistas, que se dediquen a la creación de un sistema económico postcapitalista.

4. Alternativa.

Los aceleracionistas parecen ofrecer dos posibles desenlaces para nuestro mundo: continuar en el sistema económico actual y eventualmente fragmentarnos hacia “el colapso planetario”, o desarrollar un sistema económico nuevo postcapitalista y globalizado para poder construir un futuro más moderno.

Se puede decir que, básicamente, lo que los aceleracionistas buscan es el desarrollo de una economía postcapitalista que sea capaz de mejorar nuestros estándares, liberar a la humanidad del trabajo y propiciar avances tecnológicos.

Se puede decir que, básicamente, lo que los aceleracionistas buscan es el desarrollo de una economía postcapitalista que sea capaz de mejorar nuestros estándares, liberar a la humanidad del trabajo y propiciar avances tecnológicos que amplíen nuestras libertades. Suena muy utópico y, al mismo tiempo, suena bastante extraño.

Recomiendo mucho la lectura del Manifiesto Aceleracionista por tres principales razones. Una, por su excelente redacción y capacidad de síntesis en las ideas. Dos, por su voraz crítica al capitalismo sin caer en la resignación, puesto que ofrece una alternativa: otro mundo posible. Tres, por su poético mensaje: no podemos prever el futuro, pero sí construirlo.

A mí no me convence su ideología, pero reconozco lo interesante que resulta. Y me quedo con su poético mensaje.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”