La jornada de antier con el Super Tuesday representa un parteaguas en la evolución de la carrera interna de los demócrata. Biden y Sanders fueron los grandes ganadores, mientras que Warren y Bloomberg (ya fuera de la contienda), los perdedores. El Partido Demócrata se reconfigura y dos candidatos despuntan frente al resto.
Entendiendo que dentro del partido hay dos claras posturas (una más hacia la izquierda y la otra más moderada), para Sanders la carrera había sido relativamente más sencilla: un discurso disruptivo, una candidatura diferente y un buen arranque tanto en las encuestas como en los debates. No hace mucho Sanders obtuvo resultados que lo catapultaron por encima del resto y se veía que despuntaba lo suficiente en comparación con el resto.
Para él, Warren representa la única amenaza en el espacio donde compite. La senadora había demostrado que podía mantenerse vigente explorando el tema del enfoque de género, pero desafortunadamente los resultados no la acompañaron. Cualquier candidato o candidata que quede en tercer puesto en uno de sus propios bastiones se enfrenta a una derrota segura.
Más que pensar en un regreso, en los medios y en las redes la pregunta más bien es cuándo finalmente abandonará la contienda. Sin lugar a dudas será una baja muy sensible, pues no solo define el resto del camino para Sanders, sino que significa que una vez más la ilusión de que una mujer pueda presidir los Estados Unidos se queda en el tintero.
En el ala moderada, la pluralidad de candidaturas parecía que nublaba las posibilidades de Biden. Aunque hoy resulta muy fácil decir que él siempre fue favorito, hay que recordar que Buttigieg fue el gran ganador en Iowa y que Biden tuvo un fuerte tropiezo tanto al inicio como en varios debates. Su candidatura no ha sido tan fluida como esperaba, pero gracias a la retirada del propio Pete y los recientes apoyos expresos de Klobuchar y Bloomberg (acumulando un gasto de más de $400 millones en tan solo unos meses), el camino le queda más sencillo y es, virtualmente, el único que aglutina el voto moderado.
“Comeback grandpa” (Biden) parece ser que tiene grandes posibilidades de conseguir el resultado final. Aunque todavía estamos a medio camino, el hecho de llevar la delantera y recuperarse después de un revés le da un impulso que da pie a que siga cosechando buenos resultados. Sanders sigue haciéndole frente y, una vez más, el ala moderada y la izquierda demócrata se miden para, como hace cuatro años, luchar contra Donald Trump. En aquél entonces, Biden poco podía hacer para abollarle el camino y Sanders, quien finalmente perdió ante Hillary, ahora busca una revancha directa contra el actual presidente.
Ahora que hay dos claros favoritos, la campaña dará un respiro y se concentrará en el verdadero rival. En lugar de desgastarse y quererse diferenciar entre ellos, los mensajes ahora tienen claves distintas. “La política tradicional vs. la política moderna” (Sanders) y “Sólo un verdadero demócrata sacará a Trump de la Casa Blanca” (Biden) son las claves de lo que viene.
La moneda está en el aire, pero ya viene de bajada. Cara o cruz. Biden o Sanders