A raíz de la reforma del artículo 1ro de la Constitución en 2001 se busca asegurar el respeto y protección de derechos de tod@s l@s mexican@s estableciendo la base para la prevención, investigación, sanción y reparación a sus violaciones. Esto crea en 2004, con base en ley federal, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) organismo responsable de velar por la protección, respeto y promoción del derecho a la no discriminación y la igualdad de oportunidades.
Con el fin de conocer el impacto, consecuencias y alcance de la discriminación se realiza en 2005 una primer versión de la Encuesta Nacional sobre discriminación (ENADIS). La encuesta evoluciona para en 2017 darnos una tercer versión con un primer alcance en las 32 entidades del país. Esto de la mano con estudios realizados en COLMEX y por otras universidades y académicos, ha logrado llevar el tema de la discriminación a la agenda pública.
Nos encontramos en un momento histórico donde se está retando al status-quo arraigado en muchos países con problemáticas raciales, especialmente en EEUU donde la desigualdad y discriminación está fundada en sus instituciones políticas y de seguridad. En México no estamos muy lejos de esa realidad, nuestro mestizaje es un punto importante que ha llevado a que nos identifiquemos como un país con una preponderante combinación española con nuestras raíces de los pueblos indígenas originarios en el que 67% identifica su tono de piel como moreno o moreno claro. Pero también se cuenta con prejuicios racistas históricos donde la piel clara se considera más atractiva que la piel oscura.
Nuestro mestizaje nos ha dado un falso velo de igualdad, donde 72.8% se identifica como blanco o mestizo, haciéndonos creer que el clasismo y racismo que se sufre en el país es limitado a unos cuantos, cuando la realidad no puede ser más distante. Gracias a estos estudios contamos con datos claros que nos dan una aproximación a la desigualdad que día a día sufre la mayoría de los mexicanos por su tono de piel, manera de hablar, peso, estatura, vestimenta, clase social, lugar donde vive, sexo, creencias, edad y orientación sexual. Es tan diversa la discriminación que al menos 1 de cada 5 mexican@s ha sido discriminad@ en el último año.
Una de las consecuencias más graves ha sido la limitación de derechos y desarrollo de las personas, así como el acceso a servicios financieros, créditos, apoyos de vivienda, y hasta el acceso y permanencia en lugares. Las principales víctimas suelen ser grupos vulnerables como personas con discapacidad física, la población indígena, grupos religiosos, mujeres, jóvenes y adultos mayores.
Apenas estamos rasgando la superficie de un problema que llevamos siglos invisibilizando, siempre negando que hay una clara limitación de oportunidades a la mayoría de los mexicanos. Un estudio de Oxfam México nos da más claridad respecto a las consecuencias generacionales de la desigualdad. El estudio analiza cómo las características sociales o personales como el nivel socioeconómico de la familia de origen, el género, la escolaridad de los padres y las condiciones de las comunidades de origen de las personas inciden sobre sus logros educativos, ocupacionales o económicos. Es decir, hablar una lengua indígena, identificarse como parte de una comunidad indígena, negra o mulata, o tener el color de piel más oscuro reduce las posibilidades de avanzar en el sistema educativo, progresar en el ámbito laboral o escalar a la parte más alta de la distribución de la riqueza.
Si quieres salir adelante en educación, patrimonio o trabajo en el México de hoy importa más tu color de piel y donde naciste que tu esfuerzo por una mejor vida. Es urgente asegurar la protección a sus derechos y la igualdad de oportunidades a través de intervenciones sociales y legales. Acceso a empleo y derechos laborales a la población indígena; inversión en infraestructura de acceso universal para la población con discapacidad física; cursos y educación a niños, jóvenes y adultos en temas como tolerancia, respeto, diálogo y empatía; apoyo económico que de seguridad alimentaria a los adultos mayores; programas de prevención social a través de las artes, la cultura, la música, el deporte y el trabajo a jóvenes; fortalecimiento en las investigaciones y protección a las mujeres que sufren de violencia; y la urgente formalización laboral y respeto a derechos laborales de tantas trabajadoras domésticas en México.
Si queremos un mejor país es necesario que cada un@ de nosotr@s haga una introspección a sus actitudes discriminatorias, es necesario darnos cuenta de nuestros errores del pasado y abrir espacios para diálogos y soluciones. Es necesario cambiar en lo individual y en lo familiar para que haya un impacto social real y construyamos ese país con igualdad de oportunidades, donde el pasado, tu familia, tu casa o tu piel no sea lo que defina tu futuro.