Las portadas de los periódicos de todo el mundo comparten una opinión similar sobre el primer encuentro entre los candidatos Joe Biden y Donald Trump: ha sido el peor debate de la historia. Tan malo fue que lo califican de “broma”, “desastre”, “humillante” y hasta “mierda”. Una emisión que podría ser preferible dejar en el olvido, pero que pone en evidencia una verdad incómoda sobre la transfiguración que ha vivido la política.
¿Qué pasó para que los políticos dejaran de proponer planes de gobierno y ahora se dediquen a insultarse los unos a los otros? ¿En qué momento dejaron de importar las ideas de fondo y se pensó que era una buena idea que, en lugar de tener apoyos, los candidatos sólo fueran “populares”?
Quizá la respuesta es que esta situación es producto de una paradoja. Por un lado, existe una sociedad que está harta de los políticos, de la política y que pidió nuevas formas y a outsiders con la esperanza que se cumplieran sus necesidades, pero que ante los malos resultados que estos puedan dar, se sienten desencantados porque la alternativa entonces es lo que ya se tenía antes.
Justo esto es lo que le está viviendo el electorado estadounidense. Vio en Trump la respuesta a una necesidad de “ya no más políticos”, pero ignoró el hecho de que el empresario, una vez dentro del Despacho Oval, ya no iba a ser más “un empresario” y se institucionaría. Ahora que los malos resultados de la gestión de la pandemia son palpables, con un poco de tristeza o nostalgia voltean a ver a los políticos tradicionales y esto hace que haya que plantearse una disyuntiva nociva: o quedarse con los que vinieron “desde fuera” pero que no dieron resultados, o volver al modelo de antes que tampoco cumplía. En pocas palabras, elegir el menos peor.
Es cierto que un candidato que conecta bien con la sociedad y se comunica en un lenguaje sencillo suele conseguir más apoyos, pero ésta es tan sólo una estrategia de tantas y en ningún momento agota todas las instancias. La llamada “mejor democracia del mundo” está viviendo su peor periodo de desgaste en lo que va de la historia moderna y es evidente que llega muy débil a estos tiempos de incertidumbre. Los estadounidenses están pagando el precio de diluir tanto la retórica política y de decidir su voto de la misma manera en la que lo harían si tuvieran que decidir entre comprar un producto u otro o entre ver una película u otra.
Si se sigue creyendo que un político sólo por ser popular está capacitado para ganar una elección, entonces esta situación continuará, porque cuando lleguen al gobierno y no sepan hacer el trabajo y su única salida sea pedir a los asesores soluciones para mantener el índice de aprobación, las cosas terminarán tan mal que nos llevarán al mismo punto de partida.
Lo que están sintiendo los estadounidenses después de ver a un Trump autoritario, imprudente e indecente, y a un Biden sumiso, con poco temple y que no soporta la tensión, está muy bien representado por un video de The Daily Show narrado por Steve Buscemi. Para mí, el título del video es lo que justificará el triunfo demócrata dentro de unas semanas: “Joe Biden: acceptable under the circumstances“.