El país más bonito del mundo, aquel que tiene grandes riquezas, personas generosas y ricas tradiciones. El que sus paisajes te dejan sin aliento y su gastronomía te atrapa hasta rayar en la gula.
Además de tantos regalos que muestra a todo aquel que se digne a mirar, este es el lugar más feliz del planeta, no existe esquina en el que no se escuche la carcajada de un niño, familias riendo después de un chiste que solo el que nace en este lugar lo entiende, parejas agarradas de la mano y jóvenes de fiesta sin motivo aparente.
En medio de todas sus bondades, también están sus defectos. Este gran país alberga 52.4 millones de personas en situación de pobreza, miles y miles de individuos, que no tienen el recurso para desarrollarse plenamente. 61 mil 637 personas desaparecieron tan solo el año anterior, 10 mujeres son asesinadas al día por el simple hecho de ser mujer. Una sociedad casi rota, que sufre de desigualdades, desgracias, una violencia latente y gobernantes que parecen burlarse de sus gobernados, quienes lo único que piden, es que actúen.
Estas personas se olvidan de algo muy importante, que juntos pueden lograr grandes cosas y combatir esos infortunios que no permiten ver la belleza a su alrededor. Ejemplos son muchos, el extraordinario apoyo brindado a las víctimas de un sismo que ocurrió años atrás, organizaciones sin fines de lucro luchando contra la violencia de género, instancias que asisten a personas con discapacidad, migrantes y a individuos en distintas situaciones de vulnerabilidad. Inclusive, el ayudar a un extraño a cargar las bolsas del mercado y brindar comida en tiempos de pandemia, son acciones que vuelven a un sitio con grandes problemas, un lugar lleno esperanza.
La fuerza de esta sociedad organizada es infinita y cada uno de sus miembros, no debe olvidar el poder que tiene para cambiar las cosas y que hasta en tiempos de desgracia, el sol puede brillar….. en el país más bonito del mundo.