Hoy, mi corazón está en el sur

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“Este recuerdo último era el nuestro y ahora yo lo sabía: en mitad de este invierno, venía a saber que en mí, había un verano invencible.”
Albert Camus

Soy del norte, pero hoy mi corazón está en el sur, junto al de los maestros que ejercían sus derechos constitucionales de movilización y expresión de ideas que fueron reprimidos, junto al de las familias de las víctimas de aquellos actos del gobierno contrarios a todo ideal de democracia y libertad. Mi corazón se encuentra también con aquellos heridos, sean manifestantes o policías dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de sobrevivir con unas cuantas monedas. Se encuentra además, con los que toda su vida han presenciado la escasez, con los que nos han dado catedra de cómo hacer la revolución y también con los que sufren el abuso de la clase política. Hoy, al estar en el norte y tener mi corazón en el sur, he decidido, por primera vez, apoyar a los maestros que levantan su voz contra la reforma educativa.

Hoy, al estar en el norte y tener mi corazón en el sur, he decidido, por primera vez, apoyar a los maestros que levantan su voz contra la reforma educativa.

Y sí, yo deseo un cambio en el sistema educativo de las escuelas públicas, por eso mismo es que no puedo tolerar, que se nos engañe con esta reforma que solo busca modificar los derechos laborales de los docentes, y que no modifica los programas educativos en lo absoluto. Quiero un cambio en el que el gobierno cumpla su obligación de dialogar con los ciudadanos (en los que reside la soberanía popular), y en donde no se recurra a la fuerza bruta para legitimar una iniciativa de ley. Sé que dicha empresa no será sencilla, pero si no se actúa ahora, las repercusiones recaerán sobre las generaciones futuras, las cuales sabrán que la imposibilidad de ejercer sus derechos habrá de ser un reflejo de nuestra pasividad ante los problemas que nos aquejaron.

Por otra parte, sobran ejemplos de masacres que han dejado cicatrices en los corazones de cada mexicano: Tlatelolco, Acteal, Atenco, Ayotzinapa, y más recientemente, Oaxaca. Si hay un pueblo que ha sufrido suficiente, es el nuestro. Asimismo, si hay un pueblo que ha sabido plantar cara a la injusticia, es el pueblo de México; sea a través de los campesinos comandados por Zapata, por los liberales encabezados por Juárez o por los movimientos estudiantiles de los 60’, como mexicanos no hemos dejado de poner el ejemplo en lo que valentía se refiere.

Asimismo, si hay un pueblo que ha sabido plantar cara a la injusticia, es el pueblo de México; sea a través de los campesinos comandados por Zapata, por los liberales encabezados por Juárez o por los movimientos estudiantiles de los 60’, como mexicanos no hemos dejado de poner el ejemplo en lo que valentía se refiere.

Estos ejemplos no deberían de verse como hechos aislados, como acciones emprendidas por personas fuera de lo común, sino todo lo contrario: deben verse como acciones llevadas a cabo por gente normal. ¿Por qué? Porque la valentía es algo característico de nuestra gente. Está en la sangre de cada uno aquel coraje, aquel amor por la nación que nos lleva a entregarnos a los ideales más altos. Si muchos no lo hemos puesto en práctica, habrá de ser por el olvido. Sin embargo, sólo basta con recordar quienes somos y mirar un poco a nuestro pasado, para entender el hecho de que hoy contamos con un espíritu invencible que puede llevarnos a tener días mejores, en los cuales se viva un auténtico estado de derecho. Hoy, mi corazón está en el sur, y con ello, habré de llegar hasta él, por medio de mis acciones. Finalmente, cuando llegue hasta él, daré gracias a la gente del sur, por ayudarme a abrir los ojos, por hacerme recordar que soy mexicano.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”