Cuatro ola de COVID-19 golpea con fuerza al sureste y centro de Europa

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El centro y sureste se han convertido en los nuevos focos de la pandemia de COVID-19 en Europa, con una virulenta cuarta oleada que, propiciada por bajos índices de vacunación, ha elevado las tasas de infecciones y mortalidad hasta máximos absolutos.

Los expertos atribuyen la gravedad de la situación a la llegada del frío y la expansión de la variante Delta del SARS-CoV-2 -más contagiosa que las cepas anteriores- en poblaciones poco inmunizadas.

Los datos más recientes de la plataforma Our World in Data revelan una correlación clara entre los bajos índices de vacunación y las altas tasas de mortalidad en la región, sobre todo en la parte sureste de Europa.

Bulgaria, el país más pobre de la Unión Europea (UE), está a la cola de la inmunización, con apenas 22.5 por ciento de la población inmunizada por completo, y a la cabeza en la tasa de mortalidad, con una media diaria de casi 23 muertos por cada millón de habitantes.

La situación contrasta con la de países como España, donde cerca de 74 por ciento de la población está vacunada dos veces y la tasa media de muertes diarias se situaba en 0.58 por millón de habitantes.

Las autoridades sanitarias de los países más golpeados han adoptado nuevas restricciones, sobre todo para los no inmunizados, para impulsar la vacunación.

Bulgaria y Rumanía, los más golpeados

Bulgaria informó de un nuevo récord de muertes diarias por COVID-19, con 334 en las últimas 24 horas.

Solo en octubre murieron más de 3 mil personas, siete veces más que en el mismo mes del año pasado.

Con 723 pacientes de coronavirus en cuidados intensivos, cuando la capacidad máxima de las ucis se estima entre 750 y 800 camas, los hospitales búlgaros están al borde del colapso.

Aunque en Rumanía la cifra de contagios ha caído 50 por ciento en los últimos días, a unos 10 mil casos diarios, la situación es crítica con más de 300 muertes diarias y cerca de 19 mil hospitalizados, 10 por ciento de los cuales están en ucis.

Muchos hospitales continúan colapsados o al límite de sus capacidades, lo que ha obligado a trasladar a decenas de pacientes a otros países y a suspender las hospitalizaciones no urgentes.

Menos de un tercio de la población rumana ha recibido la pauta completa de una vacuna, con lo que Rumanía es el segundo país menos vacunado de la EU, solo por delante de Bulgaria.

En Serbia, que no es miembro de la UE, las muertes diarias han ido aumentado también en las últimas semanas hasta alcanzar el domingo pasado un nuevo máximo, con 69 decesos.

Uno de los problemas en este país es que el porcentaje de inmunizados de los jóvenes, de entre 18 y 30 años, no pasa de 25 por ciento.

UCIS al límite

También en Croacia, Eslovaquia, República Checa, Eslovenia y Hungría, con índices de inmunización de entre 44 y 58 por ciento, los hospitales se están llegando de nuevo con pacientes de COVID-19.

En Eslovaquia, con 5.4 millones de habitantes, hay más de 2 mil 100 hospitalizados, con una tasa media acumulada de contagios diarios en siete días que supera los 700 casos por 100 mil habitantes, según datos oficiales.

En los hospitales de Croacia, país de 4.5 millones de habitantes, que en las últimas 24 horas registró 59 muertes, hay 253 pacientes de COVID-19 conectados a respiradores, más que el doble que hace un mes.

En Eslovenia, con 2 millones de habitantes, registró la semana pasada máximo de contagios diarios, con más de 4 mil 500 infecciones e 24 horas, se ha superado ya la capacidad máxima de ucis con casi 200 pacientes de COVID-19.

La República Checa evidencia una tasa media acumulada de 514 contagios diarios por 100 mil habitantes, pero, en medio de un proceso de entrega de poderes tras las últimas legislativas, no se han introducido aún nuevas restricciones.

Impulsar la vacuna

Eso sí, el Ministerio de Sanidad checo ha anunciado una campaña para impulsar la vacunación, con imágenes impactantes que muestran la crudeza de la situación de pacientes de COVID-19 que murieron o están en ucis después de haber cuestionado la utilidad de las vacunas.

En Hungría, donde la propagación del coronavirus sigue creciendo, con un promedio de 72 muertes diarias mientras que la vacunación se ha estancado en 60 por ciento de la población, el Gobierno ha dado luz verde a las empresas para que puedan exigir vacunarse a sus empleados.

También en Austria, donde muere menos gente que en los países vecinos pero crece la incidencia y con ello la carga de los hospitales, los esfuerzos se centran en medidas que incentiven una mayor vacunación, que apenas alcanza 63 por ciento hasta ahora.

Desde el lunes solo personas vacunadas pueden acceder a locales de ocio, gastronomía, hoteles y servicios como peluquerías o cosméticas.

Además, es obligatorio tener un pase COVID-19, que incluye test PCR negativo, para poder acudir al puesto de trabajar.

(Fuente: EFE)

Bienvenidos a la nueva Doctrina del Shock

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El Coronavirus ha logrado posicionarse como el generador de paranoias número uno a nivel global. Las compras de pánico, las protestas y ataques al personal médico, no son más que el resultado del miedo a la incertidumbre que hemos respirado estos últimos meses, miedo a no saber que pasará mañana, miedo a salir a comprar comida y e infectarse, y, sobre todo, miedo a infectar a nuestros seres queridos o personas con condiciones que los hagan más vulnerables al virus. 

Mientras la atención de la mayoría está centrada en los noticieros o en la actualización del número de contagios y muertes alrededor del mundo, muchos gobiernos han aprovechado el miedo y la paranoia para tomar medidas o acciones que, en cualquier otro escenario, hubieran resultado imposibles. El término “Doctrina del Shock” fue acuñado por la periodista Naomi Klein(2008), para describir el escenario mediante el cual, los gobiernos eran capaces de implementar políticas que de otra forma serían rechazadas por la ciudadanía. Si bien Klein hacía referencia a políticas económicas en países con modelos de libre mercado, lo cierto es que podemos aplicar perfectamente su teoría al campo de la democracia; en un estado de vulnerabilidad, los sujetos aceptan cuestiones y reformas que de otra forma rechazarían de manera radical.

 Tomemos el ejemplo del gobierno de Nayib Bukele, en El Salvador. Desde el miércoles 11 de marzo, cuando el país centroamericano declaró emergencia nacional por el coronavirus, Bukele ha implementado estrictas medidas de cuarentena, como autorizar a los militares el arrestar y enviar a los “centros de cuarentena” del gobierno a cualquier persona que infrinja las nuevas medidas, decomisar vehículos, e incluso entrar las casas de gente “sospechosa” de contagio.  Aún cuando la Corte Suprema de Justicia de El Salvador declaró que dichos arrestos eran inconstitucionales y ordenó la suspensión de estos, Bukele se negó y los soldados permanecieron en las calles. Días después, debido al alza de violencia entre pandillas en el país, Bukele publicó un tweet donde daba autorización a la policía y el ejército para responder como vieran conveniente, y poco después, fueron publicadas por el gobierno algunas fotos de un gran número de miembros de pandillas sin camisa y forzados a sentarse uno encima del otro en prisión, a pesar de los peligros de propagar aún más el virus.  Lo más interesante de todo es que, según las últimas encuestas, la aprobación de Bukele está en el 85%, lo cual corrobora que, ante el miedo y la incertidumbre, cualquier figura que inspire seguridad y algún tipo de liderazgo, será vista con buenos ojos por parte de la ciudadanía, incluso si esta seguridad viene fundamentada desde miedo y el comportamiento autoritario.

De la misma manera, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, emitió un decreto que restringe temporalmente los derechos a la libertad de expresión, apoyando su decisión en la necesidad de combatir la propagación de la desinformación relacionada con el coronavirus. Por otro lado, en Bolivia, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH pidió al gobierno interino de Jeanine Añez retirar el decreto que establece penas de prisión por “desinformar” e “incitar a los crímenes contra la salud”, que, por cierto, tienen base en cargos imprecisos y demasiado amplios.

Y para aquellos que creen que el virus sólo está afectando los gobiernos en América Latina, en Hungría, el 4 de abril, el Parlamento húngaro aprobó una ley que le permite al mandatario Viktor Orbán gobernar con poderes extraordinarios, sin límite temporal y sin control.

Bien dijo el filósofo Jacques Ellul que “la técnica es la frontera de la democracia. Lo que la técnica gana la democracia lo pierde”. Las instituciones gubernamentales deben establecer una línea que separe los cargos técnicos y los políticos, quienes tienen la obligación de rendir cuentas a los primeros. En tiempos donde la incertidumbre es mayor que nunca, las instituciones no democráticas y cuerpos no políticos, como la policía o el ejército, parecen tener más aprobación que nunca por parte de la ciudadanía. Así que, sin más preámbulos, sean todos bienvenidos a la nueva doctrina del shock, cargada de medidas restrictivas, abusos de poder, suspensión de derechos y medias anticonstitucionales. No se sorprendan si pronto pueden ver algún presidente suspendiendo elecciones o alargando mandatos, pues es todo parte del espectáculo. 

Referencias

Naomí Klein. La Doctrina del Shock: el Auge del Capitalismo. Buenos Aires, Paidós Editorial, 2011

Oppman, P. (2020) ¿Salvador o autoritario? El presidente ‘millennial’ de El Salvador desafía a las cortes y al Congreso en la respuesta al coronavirus. https://cnnespanol.cnn.com/2020/05/21/salvador-o-autoritario-el-presidente-millennial-de-el-salvador-desafia-a-las-cortes-y-al-congreso-en-la-respuesta-al-coronavirus/

Wola (2020) Tendencias antidemocráticas y abusos de derechos humanos en la era de COVID-19. https://www.wola.org/es/analisis/tendencias-antidemocraticas-abusos-derechos-humanos-covid-19/

Brabo, A. (2020) Covid-19: ¿Una amenaza también para la democracia? https://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/covid-19-una-amenaza-tambien-la-democracia