AMLO atribuye a Sheinbaum la decisión de excluir al rey de España de su investidura

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El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador se deslindó este viernes de la exclusión del rey de España, Felipe VI, a la toma de protesta de la mandataria electa, Claudia Sheinbaum, quien insistió en que “el perdón engrandece a las naciones”, al comenzar su última gira conjunta en el estado de Sonora.

López Obrador afirmó que la decisión de no invitar a Felipe VI fue tomada por su sucesora, a quien volvió a respaldar, durante su última visita al pueblo yaqui, donde supervisaron obras del ‘Plan de justicia para los pueblos originarios’, que su administración dejó inconclusas y tendrán que continuar en el Gobierno de Sheinbaum.

“Recuerdo que cuando me lo planteó (no invitar al rey de España), le dije que no lo veía yo necesario”, aseguró López Obrador.

“Pero ella, contrario a lo que piensan nuestros adversarios, es una mujer con convicciones y argumento que se les había pedido en su momento que ofrecieran, los invasores europeos, los españoles, una disculpa por las atrocidades cometidas durante la conquista y en tres siglos de dominación colonial”, agregó.

El presidente, cuyo mandato termina el 30 de septiembre, señaló que, en sus memorias, Hernán Cortés reconoció que para someter a los pueblos originarios hizo correr ríos de sangre.

“Antes de la invasión, nuestro pueblo era libre, no había esclavitud. Eso el mismo Cortés lo escribió y hay también constancia de que hubo mucha represión. Recuerdo un pasaje de una carta de Hernán Cortés en el que se refiere a una represión en Yecapixtla, Morelos, donde él mismo dice que tardó mucho tiempo después de esa matanza, el río teñido de rojo”, mencionó.

Sheinbaum, que asume el 1 de octubre, recordó que el ‘Plan de justicia para el pueblo yaqui’ comenzó con una disculpa del Estado mexicano hacia los pueblos originarios, que significó reconocer las atrocidades de los Gobiernos del pasado que quisieron erradicar a los indígenas para arrebatarles su territorio y riquezas naturales.

Ese perdón, y se los digo ahora porque viene al cuento y es importante para que lo escuchen en cualquier lugar del mundo, el perdón engrandece a los pueblos, el perdón engrandece a las naciones, el perdón engrandece a las personas”, indicó Sheinbaum.

“Significa reconocer y el reconocer significa ‘nunca más’, significa no olvidar, y nosotros no olvidamos lo que ocurrió con sus ancestros, con el pueblo yaqui, pero tampoco vamos a olvidar el Plan de Justicia”, continuó la mandataria electa, que se convertirá en la primera mujer presidenta en Norteamérica.

Tras la no invitación al rey Felipe VI, el Gobierno de España decidió no participar en la ceremonia de transferencia del poder presidencial de Andrés Manuel López Obrador hacia Sheinbaum el próximo 1 de octubre, en un nuevo desencuentro diplomático del país europeo con México dentro del mandato presidencial que ahora concluye.

Carta a una mexicana

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Estimada mexicana:

La pluma ha decidido escribir las siguientes líneas como muestra de admiración a tu espíritu luchador. Porque ser mexicana hoy en día significa convertirse verdaderamente en una guerrera que debe pelear en distintos frentes. Hablo del combate que día a día libras en los senderos de la cotidianidad: la batalla contra la desigualdad histórica de los sexos. Quizá la fuerza motora de esta carta también provenga del hartazgo de la doble moral que con vehemencia azota a nuestra sociedad.

Porque cuando una sociedad reduce a la mujer a sólo ser pulcra y pura, y que al tiempo condena de indecentes y mancebas a quienes no lo son (aun siendo éstas conductas deseadas en los rincones de todo hombre), no queda opción más que unirse a la lucha de transformación. Pareciera que conforme avanzan las manecillas del Tiempo, como un horizonte en lontananza, la moral distorsionada, se aleja conforme se persigue.

Todo esto tiene sustento, por supuesto, en convencionalismos arcaicos y poco racionales. Toda la percepción de tu género, mexicana, debe ser erradicada desde los adentros de uno mismo. Considero que los mexicanos somos los responsables de crear esa imagen divina, pulcra, y pura de la mujer. Por ello, considero que somos nosotros también quienes debemos destruirla. Esta carta es una declaración de mi lucha para ello. Escrita con cierta literatura para no prescindir del poder de la estética, espero mueva a algún otro mexicano, y te dé consuelo a ti mexicana, de que no eres la única. Sí hay quienes cargamos el estigma de una sociedad discriminatoria y superficial; sí hay quienes acariciamos las cicatrices del Tiempo como una herida permanente en la piel mexica que quisiéramos borrar.

Porque cuando una sociedad reduce a la mujer a sólo ser pulcra y pura, y que al tiempo condena de indecentes y mancebas a quienes no lo son (aun siendo éstas conductas deseadas en los rincones de todo hombre), no queda opción más que unirse a la lucha de transformación.

Estigmas que permean los cuerpos normativos del país, limitando libertades, coartando derechos, propiciando inseguridad. Cicatrices que obligan a la mujer a seguir un curso ordinario y monótono en su vida. Como si por decreto del destino, la mujer no pudiese ser tan libre como el hombre; vivir en soledad (qué es a veces la mejor compañía); disfrutar de su sexualidad abiertamente; vestir tantas (o tan pocas) prendas como desee; expresarse con tosquedad. A ti mexicana, te digo: ten la seguridad para no envejecer por decreto. Sólo el río debe seguir sus cursos y solo el ocaso debe repetir los ciclos. Los humanos somos partidarios de una libertad absoluta, aún y cuando ciertas conductas obliguen a descreer de ella.

No abandones las esperanzas de un país mejor por los tragos insulsos de los crímenes mexicanos. Ser parte de México no significa ser parte de ellos, sino ser parte de sus múltiples facetas que ensalzan la beldad de nuestra historia y tradiciones, a la par de reflejar nuestro espíritu enigmático de lucha. Después de todo, somos el ombligo de la luna; los versos de Octavio (y quizás algunos de Borges); los miles años de migración de Aztlán hasta el Águila; somos Tenochtitlán. Somos el abrazo maternal de la Malinche, no el pecado de Cortes. Somos mestizaje, no anclajes en mares dormidos.

No eres migrante en vuelo, sino las alas de un Ave que no aterriza. No eres una costilla de Adán, pues no eres despojo orgánico, ni musa divina, eres tu propia creación, divina por sí sola. Ensalzo así tus cualidades, mexicana, para que no desistas de tu lucha. Para que no observes los defectos de nuestro México, sino sus virtudes.

Y tú, mexicana, eres parte de ello. No eres el ego erguido en curules doradas, sino la esperanza radiante en las esquinas. No eres setenta pesos diarios, sino el cimiento de tres centenarios de constante lucha. No eres el alarido previo al asfalto tintado escarlata, sino el grito de un cura. No eres migrante en vuelo, sino las alas de un Ave que no aterriza. No eres una costilla de Adán, pues no eres despojo orgánico, ni musa divina, eres tu propia creación, divina por sí sola. Ensalzo así tus cualidades, mexicana, para que no desistas de tu lucha. Para que no observes los defectos de nuestro México, sino sus virtudes. Para que no dejes de luchar contra la violencia de género que trasciende a mucho más que eso. Espero que México se convierta en tus ideales…espero que ser mexicana, sea ser mexicano.

Y es que en realidad, estés percatada de ello o no, querida mexicana, traspasas una simple lucha de género. Englobas un conjunto de ideales tan necesarios para tu país, que no dan tregua más que aplaudir tú noble y necesaria encomienda: un país libre de todo perjuicio. Comprendo que no se trata de exigir derechos, sino de moldear el mundo. Tu voz inconforme no es solo eco de la injusticia mexicana, sino un verdadero rayo luminoso de esperanza. Por ello, expreso mi solidaridad desde mi trinchera.

Antes de despedirme, quisiera que disculparas a estas líneas y que concedas el perdón a su humilde interprete. Cierta hipocresía las permean y empapan cual rocío al jardín. Hipocresía que emana de arrabales extraños y ajenos: son los estigmas sociales que formaron al humilde autor. Por ello advierto, mexicana, que debes crear en las letras, siempre tan mágicas y coherentes (cual talismanes, como diría nuestro Octavio) y no en su autor -tan plagado de congojas y defectos.

Sostengo que el cambio siempre ha residido en el lenguaje (oral y escrito). ¿Que no derivan de ahí las percepciones? Por ello, aunque deseo que las letras que te escribo sirvan de aliento, espero que el Tiempo las convierta en patéticas y absurdas. Sólo así sabré que habrán borrado nuestras cicatrices.

Atentamente,
Un mexicano.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”