Sobre aumento de tasas de Banxico

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carstens

Desde que inició el año hasta el martes de esta semana el peso mexicano se había depreciado en un 8.52% [1] frente el dólar, llegando incluso a sobrepasar los $19 pesos por dólar en los días más aciagos. La razón de estas depreciaciones incesantes y de la volatilidad de nuestra moneda se debe a varios factores externos, como la desaceleración de la economía mundial, los bajos precios de petróleo y al clima de incertidumbre que se vive en el mundo por el temor a tropezar con otra crisis económica.

Ayer esta entidad anunció la suspensión de estas subastas y el aumento de su tasa de referencia en 0.5 puntos porcentuales, pasando de 3.25% a 3.75%.

El Banco de México, con el objetivo de paliar las grandes variaciones en el tipo de cambio, utilizaba desde el año pasado un mecanismo de subasta de dólares, dándole liquidez de dólares al mercado cambiario mexicano en los días que más escaseaban y manteniendo cierta estabilidad en el precio del dólar. Es decir, si en un día determinado había un exceso de demanda de dólares que depreciara el peso en más de un 1%, el Banco de México satisfacía esa demanda vendiendo de sus reservas internacionales una cantidad determinada de dólares, disminuyendo ese exceso de demanda, sin el objetivo de mantener el tipo de cambio a cierto nivel [2].

Ayer esta entidad anunció la suspensión de estas subastas y el aumento de su tasa de referencia en 0.5 puntos porcentuales, pasando de 3.25% a 3.75%. Esto último con el objetivo de mantener la inflación y sus expectativas cerca de su objetivo de 3.0%, sopesando la posibilidad de que el continuo incremento en el precio del dólar podría al fin traspasarse a la inflación, que hasta ahora, no se había percibido un efecto significante. El mecanismo de esta política es el de incentivar la entrada de capitales extranjeros al país, dado el mayor atractivo en el diferencial de tasas con Estados Unidos y otros países, que se mantienen cerca de cero. Esta entrada de capitales extranjeros apreciará el peso mexicano (o detendrá la incesante depreciación, dando estabilidad) y, por lo tanto, disminuirá el riesgo de que un aumento en el precio del dólar se traspase a la inflación.

Apenas en enero de este año se rompió esta racha, pasando de un nivel registrado en diciembre de 2015 de 2.13% a un nivel registrado en enero de este año de 2.61% [3], aún por debajo del objetivo del Banco de México.

La inflación, el año pasado, había registrado una racha de decrementos por debajo del objetivo del 3.0%, algo sin precedentes en la economía mexicana. Apenas en enero de este año se rompió esta racha, pasando de un nivel registrado en diciembre de 2015 de 2.13% a un nivel registrado en enero de este año de 2.61% [3], aún por debajo del objetivo del Banco de México.

Sorprende esta acción del Banco de México – que a la par se hizo con el anuncio de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público sobre el recorte del presupuesto federal de 2016 de 132.3 mil millones de dólares, un 0.7% del Producto Interno de México – ya que se había anunciado con anterioridad que el Banco de México subiría su tasa de referencia en paralelo con los aumentos de la tasa de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Ayer, a la par de los anuncios de las entidades federales, el peso se recuperó en 2.26% frente al dólar, la mayor recuperación que ha tenido en lo que va del año. Difícilmente se volverán a los niveles de $12 pesos por dólar que se tenían hace un par de años. Tampoco este nivel se podría ver como un reflejo de que la economía del país está “mal” o de que nos espera una inminente crisis. No hay nivel óptimo de tipo de cambio, sólo el que deciden los mercados. Lo que sí se debe de mantener es estabilidad en el tipo de cambio. La volatilidad crea incertidumbre y hace difícil tomar decisiones de inversión.

[1] Tipo de cambio FIX, Banco de México.
[2] El mecanismo también se activaba cuando la depreciación llegaba al 1.5%.
[3] Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

La guerra entre Uber y taxistas

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El otro día me platicaba un conductor de Uber el miedo que le provocaban los ataques a sus colegas en el Aeropuerto Internacional de Monterrey, enfatizando que los recientes decrementos en las tarifas de la aplicación encolerizarían aún más a los taxistas. Y es que Uber ahora es igual o más barato que un taxi ruletero y de base.

Lo que le reclaman a Uber con esos desplantes violentos es la ecuanimidad en el pago de licencias, permisos y concesiones.

Muchos de los taxistas llevan casi toda la vida dependiendo de su taxi y han encauzado sus recursos al pago de éste y al pago de permisos, licencias y demás gastos burocráticos. Lo que le reclaman a Uber con esos desplantes violentos es la ecuanimidad en el pago de licencias, permisos y concesiones. Aderezado con el temor a perder parte del mercado.

Uber y demás aplicaciones son un servicio privado que han creado su propio mercado, en donde los únicos involucrados deben ser el conductor y el pasajero a través de la plataforma digital.

Uber no es un taxi porque no puedes parar con señas a uno en medio de la calle, ni un servicio público al cual le puedan justificar el pago de una licencia, permiso o concesión para que pueda operar. Uber y demás aplicaciones son un servicio privado que han creado su propio mercado, en donde los únicos involucrados deben ser el conductor y el pasajero a través de la plataforma digital. Y que hasta ahora, en muchas ciudades del mundo, ha funcionado muy bien.

Estas aplicaciones ya pagan impuestos y emiten facturas electrónicas a su clientela, y el sistema de calificaciones de conductores cumple con creces el propósito de mantener el servicio a cierto nivel de calidad.

Estas aplicaciones ya pagan impuestos y emiten facturas electrónicas a su clientela, y el sistema de calificaciones de conductores cumple con creces el propósito de mantener el servicio a cierto nivel de calidad (por ejemplo: en Uber se les califica con una a cinco estrellas, y si un conductor no cumple con cierta calificación mínima, se le da una orientación o se le da de baja de la aplicación).

Cualquier persona con acceso a un Smartphone y una cuenta bancaria puede hacer uso de estas aplicaciones y contratar a un conductor privado para poder ser trasladado a donde se desee por un precio módico y similar al que cobraría un taxi. Contando con la ventaja tecnológica de poder utilizar un mapa GPS, conocer el nombre del chofer, la marca y el modelo del coche antes de emprender el viaje y tener la seguridad de que se cobrará la tarifa acordada.

Otra genialidad de Uber (u otras plataformas similares) radica en su sistema de oferta (conductores) y demanda (pasajeros) y sus tarifas dinámicas. Que a través éstas nos brindan información sobre el exceso de demanda por traslados o la escasez de choferes. Las tarifas aumentan cuando hay muchas personas solicitando un traslado, lo que incentiva a los choferes que en ese momento no se encuentren en operación, a salir por pasajes y aprovechar las tarifas altas, equilibrando al final la demanda y la oferta de traslados y volviendo las tarifas originales. Lo que hace difícil que uno se quede sin pasaje.

Son tristes las agresiones por parte de taxistas y del gobierno estatal hacia los que hacen uso de estas aplicaciones. Éstas no hacen más que beneficiarnos como consumidores. El gobierno no necesita intervenir para controlar precios o la calidad de estas aplicaciones. Finalmente la misma competencia entre las diferentes aplicaciones que existen en el mercado mantendrá los precios bajos y la calidad intacta.

La “legalidad” de Uber y demás aplicaciones en el estado es uno de los principales temas a discutir en el congreso y en las próximas semanas se definirá el futuro de éstas. Esperemos que no se sobreponga el corporativismo y se pueda llegar a un acuerdo en donde podamos utilizarlas libremente.

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El Chapo, el surrealismo y otras inquietudes

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“El Chapo” antes de su segunda captura y fuga ya se había convertido en algo más que en un simple personaje del hampa. En la prensa comparaban su poderío crematístico con el de los grandes empresarios de los negocios lícitos y; una (¿gran?) parte de mexicanos, lo enaltecían al nivel de un héroe del pueblo, una leyenda viva, como una especie tergiversada de Robin Hood de los narcóticos que otorgaba dádivas a sus paisanos con dinero ilícito.

Sabíamos, como cualquier otro narcotraficante, que “El Chapo” maniobraba sus negocios ilícitos desde la seguridad de su escondrijo y que era el capo de unos de los cárteles más longevos y poderosos de México; pero poco conocíamos de la personalidad y vida privada de este hombre enigmático; solo esas historias urbanas de que iba a restaurantes y pagaba al final la comida a todos los comensales, o de sus paseos despreocupados por las calles de alguna metrópoli sin que alguna autoridad se le atreviera a aprehenderle. Que eran chismes de boca en boca y solo eso, y que a los más escépticos nos parecían esas historias más que patrañas, idolatrías, hipérboles de pláticas de café o de borrachera. Una leyenda más como la de “El Chupacabras” y “La Llorona”.

Su última fuga exaltó en la población aún más esa idolatría, y a los escépticos nos dio un atisbo de su astucia y su poder de persuasión pecuniaria.

Su última fuga exaltó en la población aún más esa idolatría, y a los escépticos nos dio un atisbo de su astucia y su poder de persuasión pecuniaria. El Chapo era capaz de franquear cualquier barrera que se le presentara para conseguir su libertad y de utilizar subterfugios para persuadir con grandes fajos de billetes a los celadores. Sin duda, el Gobierno Federal subestimó su astucia y poderío, y eso nos hizo pensar en que tal vez sí fuera ese hombre un mítico, intocable, impasible.

A seis meses de haber besado la libertad por segunda ocasión, la noticia de su tercera aprehensión inundó los periódicos mundiales. El legendario señor del narco de Sinaloa al fin había caído. Tal vez había cometido un craso error de logística como en sus capturas pasadas. Pero más que eso, su tercera recaptura desembocaba en un melodrama inverosímil, surrealista, que se dividió en opiniones maniqueas sobre su función en la sociedad. Digno de una película noventera de Hollywood con Jean-Claude Van Damme como protagonista, con todo y sus clichés y su Deus ex machina.

Con cada nueva información que se publicaba, ésta iba acompañada de un incrédulo “Oh my God!”, seguido por el escrutinio de la fuente para cerciorarse de no haber caído en uno de esos sitios de sátira. Con los videos de la entrevista y los mensajes con la actriz mexicana, lo conocimos de forma más íntima, humana, capaz de odiar y amar, y que sobre todo era capaz de cometer los más flagrantes errores por sentimentalismos e ínfulas. El capo mítico, intocable e impasible se había reducido a un ser humano ordinario que el azar y la coyuntura nacional lo hicieron proliferar en uno de los negocios más violentos.

“El Chapo” cometió sus errores y ahora nos toca a nosotros no cometer los nuestros. Un error sería guardar por él un sentimiento entrañable.

La manera en que se logró capturar a “El Chapo”, con el asalto de un comando de elite de la marina mexicana a la casa en donde se ocultaba, para seguir con la persecución por las alcantarillas y terminar en la ventura de dos policías federales que patrullaban en la carretera, la veremos encarnada en un alud de películas y series que aparecerán en los próximos años. Ensalzadas con el romántico desenlace de la actriz mexicana y la polémica entrevista del actor galardonado con dos Oscar.

Un narcotraficante no debe de ser símbolo de humildad, valentía ni altruismo, aun si éste regalara toda su fortuna a los pobres, ese fin nunca justificará el medio sangriento y caótico con lo que lo consiguen.

“El Chapo” cometió sus errores y ahora nos toca a nosotros no cometer los nuestros. Un error sería guardar por él un sentimiento entrañable. Las recientes entrevistas y ola de películas, series y libros que se vienen de la vida del capo podrían, a algunos de nosotros, suscitar simpatías por él. Hollywood convertirá la vida del capo en una historia romántica y aventurera, escondiendo las atrocidades que el mercado negro de las drogas (por la prohibición) ha causado en el país. Un narcotraficante no debe de ser símbolo de humildad, valentía ni altruismo, aun si éste regalara toda su fortuna a los pobres, ese fin nunca justificará el medio sangriento y caótico con lo que lo consiguen.

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