La investidura presidencial es la razón por la que AMLO no asiste a la entrega de la Belisario Domínguez a Elena Poniatowska

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Durante su conferencia de prensa en Palacio Nacional este jueves, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que no asistirá a la ceremonia de entrega de la Medalla Belisario Dominguez a la escritora Elena Poniatowska en el Senado.

El mandatario expresó su preocupación por la posibilidad de que sus oponentes políticos aprovechen el evento para generar conflictos y faltas de respeto hacia su persona, lo cual podría perjudicar su investidura presidencial.

A pesar de su ausencia, López Obrador destacó la figura de Poniatowska como una de las escritoras más importantes de México y una defensora incansable de las causas sociales y del pueblo. También lamentó que la entrega de la medalla se haya politizado en algunos casos y se haya otorgado a personas que no merecían tal reconocimiento.

El presidente exhortó a la población a leer la obra literaria de Poniatowska y valorar su compromiso con la justicia y la igualdad. Afirmó que ella siempre ha estado presente en las luchas democráticas de México, junto a otros intelectuales y artistas que han contribuido al desarrollo cultural y social del país.

(Fuente: Luis Cárdenas MX)

#HojaDeRuta: “Rius, en la memoria popular”

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Sin pelos en la lengua ni barreras en la tinta, Rius fue parte de mi educación cívico política. Me lo encontré como herencia accidental, aquél mayo de 1999 cuando mi abuelo se murió por segunda vez (la primera, en 1985, como que no le había gustado) y dejó tras de sí pocas cosas y muchos libros. Tras su partida, reclamé sin disputa su limitado pero sustancioso acervo, en el que se encontraban las veces de Sartre, Mao, Rulfo, Usigli y, por supuesto, el pícaro monero. Ahí estaban Filosofía para principiantes, Los panuchos, Lenin para principiantes y algún otro título.

Hace unas cuantas semanas volví a toparme con Rius en “Una historia muy monita”, exposición temporal sobre la historieta nacional de 1930 a 1970, que se exhibe hasta este 20 de agosto en el Museo de Historia Mexicana. Ahí comparte vitrinas y colores con la Familia Burrón de Gabriel Vargas, Los Supersabios de Germán Butze y Kalimán de Modesto Vázquez, pasando por los lances y aventuras del Santo. Las creaciones de Rius son, como todos esos personajes, parte de la cultura pop mexicana. Flotan en ese imaginario compartido (y por tanto, democrático) de las cosas que el pueblo reclama para sí, más allá de licencias o marcas registradas.

Rius era monero de oficio: ocupación habitual, profesión de algún arte mecánica, ministerio (todas definiciones de la palabra “oficio”, todas acciones del monero). Valiente e irrenunciable en su compromiso y claridad ideológica, sus trazos le llevaron a distancias insospechadas, como escribía Elena Poniatowska apenas este último diciembre: “Rius es, sin proponérselo, uno de los grandes educadores que ha dado México en el siglo XX, además de su crítico más lúcido”, al tiempo que recuerda que alguna vez el Subcomandante Marcos también reconocía en el monero a un maestro, pues “en la provincia, la política llegaba por Rius o no llegaba”.

Solía contar que sus monos rebeldes lo pusieron una noche al filo de una tumba cavada en las faldas del Nevado de Toluca y cómo una intervención del General Cárdenas le salvó el pellejo. “Una vez me dijo Renato Leduc: Joven Rius, en esta profesión o le pagan o le pegan, y yo de menso escogí que me pegaran”, rememoró -seguramente sonriendo- en una entrevista para Confabulario de El Universal. El humor era el hilo conductor de una pedagogía politizada aunada a una crítica mordaz.

Hombre sereno y de tersas maneras, hablaba con un dejo de desesperanza en sus últimas entrevistas registradas, sobre la ausencia de opciones políticas con arraigo en las bases populares, sobre la dificultad de influir mediante monitos en las masas al competir con grandes medios y sobre todo, como la mera posibilidad de la crítica al poder no tiene efectos si no es acompañada de una labor de politización y creación de conciencia popular: “El caricaturista, el buen periodista se ha convertido en una especie de Juan el Bautista, que está allá en el desierto pegando de gritos y el gobierno dice: “Mira, hay libertad, pueden gritarnos y mentarnos la madre”.

Pero no nos toman en cuenta, no hacen caso de la crítica”. Monero de oficio, educador político de vocación, el monero ha dejado de existir. Así lo creía, pero lo recibe desde ahora el único cielo que hubiese aceptado: el de vivir en las nubes de la memoria popular.

Poniatowska de cumpleaños y reconocimientos

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Cd.México(19 de Mayo).-Aunque nació en París, Elena Poniatowska se declara más mexicana que el mole, pues desde los 9 vive en México, hoy celebra el día de su cumpleaños número 85 y de la mejor manera pues el día de ayer jueves 18 de Mayo, recibió la Presea Sor Juana Inés de la Cruz.

El reconocimiento  otorgado a la escritora de Noche de Tlatelolco por su contribución al desarrollo cultural, artístico y académico en el Auditorio Divino Narciso de la Universidad  del Claustro de Sor Juana, además la Secretaría de Cultura Federal  se sumó a la celebración retomando dos títulos  de la colección Periodismo Cultural  que hacen referencia a la trayectoria de la festejada.

“Es un rayo de sol en medio del horror por el asesinato de compañeros periodistas, que finalmente son mis hermanos del oficio” afirma Elena sobre la Presa Sor Juana Inés de la Cruz.

Su discurso de agradecimiento estuvo dedicado a los reporteros asesinados  en donde aseguró que ” es una situación deplorable  del cual tendría que avergonzarse nuestro gobierno ”

La presea ha sido entregada a personajes  como Leonora Carrington y  Carlos Monsiváis, en esta ocasión es  para Elena, donde el premio a nombre de Sor Juana se volvió una oportunidad para defender en una época dura donde la censura existe.

Durante la ceremonia la rectora Carmen Beatriz López Portillo Romano aseguró que Poniatowska, al igual que Sor Juana, supo tomar la palabra cuando muchas mujeres son en el silencio.

“Es un ser excedido  que se da en la palabra, en el amor,en la capacidad de escuchar, en la vida  no por carencia  ni por insuficiencia,sino por abundancia, por exceso, por generosidad” expresó López Portillo Romano.

Poniatowska a sus 85 años festejó su vida y obra con la Presea de Sor Juana Inés de la Cruz como ella sabe hacerlo: con dedicación, gracia  y  libertad.

 

 

#HojaDeRuta: “No se mata la verdad matando periodistas”

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Consigna máxima, potente en estas horas bajas para una de las profesiones más hermosas del mundo y oxígeno necesario para cualquier democracia. Dice Elena Poniatowska que en América Latina se hace periodismo desde la indignación porque la realidad entra en tu casa, te ahorca. La frase también podría invertirse con los sucesos actuales: en México el periodismo digno se hace desde el miedo.

Trágicamente, el dato no es nuevo: vivimos en el país más peligroso del continente para ejercer el oficio. Las balas que derrumbaron a Javier Valdez en Sinaloa han perforado también al gremio entero, estremeciendo al país a tal grado que el Presidente EPN ─a menos de 72 horas del suceso─ convocó a una reunión especial de la CONAGO para abordar la crisis. El mandatario anunció diversas acciones como fortalecer la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Contra la Libertad de Expresión (instancia que, bien se sabe, ha tenido magros resultados) y fortalecer la estructura y presupuesto del mecanismo de protección para personas defensoras de derechos humanos, entre las cuales más de un tercio son periodistas.

Si bien el Estado Mexicano está obligado a garantizar el derecho constitucional a la libre expresión y la integridad de los periodistas, el debate es mucho más hondo. Un grupo de medios y Organizaciones de la Sociedad Civil entre los que están Article 19, Animal Político, Vice México, Horizontal y Amnistía Internacional, han propuesto una agenda de discusión inmediata sobre medidas urgentes para la protección a periodistas.

Movidos por el asesinato de Javier Valdez y en aras de reforzar la solidaridad del gremio, proponen 6 elementos como punto de partida de la discusión:

1. Corrupción y/o ineficiencia de instancias locales de procuración y administración de justicia.

2. Inoperancia de mecanismos nacionales de seguridad para periodistas.

3. Publicidad oficial excesiva y opaca. Falta de recursos económicos, operativos y de seguridad de organizaciones sociales de protección a periodistas.

4. Autocensura de medios locales como reacción a la violencia.

5. Informalidad y desprotección laboral de periodistas.

6. Falta de involucramiento de dueños y cuerpos directivos de medios de comunicación.

Cada uno de estos elementos será abordado en una mesa de discusión, para las que ya existen preguntas detonadoras: ¿Cómo construir un sistema de mapeo de riesgo eficaz, colaborativo y de acceso público? ¿Cómo garantizamos que la consecuencia de una agresión no sea el silencio, sino la multiplicación de la información? ¿Cómo favorecer el surgimiento de organizaciones locales de protección a periodistas? ¿Qué responsabilidad tienen los dueños y directores de los medios? ¿Qué deben hacer las instituciones de seguridad pública para desincentivar el asesinato de periodistas, tanto en términos tácticos como de comunicación? ¿Qué representa socialmente la violencia contra periodistas?

Este esfuerzo constituye el principal corpus que existe actualmente para iniciar el vital debate de forma sustancial. Sería fundamental que la solidaridad y diálogo se repliquen por toda la república para que esta coyuntura se traduzca en conciencia, agenda y acciones concretas.

El debilitamiento del periodismo crítico es una daga que se hunde en la sociedad entera, sobre todo ante el espejismo de las redes sociales como supuesto sustituto de la labor periodística profesional. Nada más falso. Hoy más que nunca requerimos información verificada para formar criterio, y sobre todo, la linterna periodística para echar luz sobre las acciones de los poderosos, haciéndolos responder ante sus actos.

Javier Valdez, en uno de sus últimos tuits (recogido por el portal Sin Embargo), escribió: “Que nos maten a todos, si esa es la condena de muerte por reportear este infierno. No al silencio”. El silencio del periodismo es el paraíso de la corrupción, la impunidad y el abuso de poder. De ahí que el Washington Post haya acertado en la definición de su nuevo lema, inspirado por los tiempos que corren: “La democracia muere en la oscuridad”. No dejemos que este país se nos oscurezca más.

(Puedes consultar la agenda VIOLENCIA CONTRA LA PRENSA en esta liga: http://horizontal.mx/violencia-contra-la-prensa/)