La foto en sí misma ya es nota: Manlio Fabio Beltrones, Gustavo Madero y Miguel Ángel Mancera se miran sonrientes. Símbolos del PRI, PAN y PRD en creciente cercanía. Hasta hace unos cuantos años, el sistema político mexicano era multipartidista, pero con la clara distinción de tener tres partidos mayoritarios y una serie de partidos pequeños, que podían ir desde la bisagra hasta intentos genuinos de socialdemocracia, pasando por los tradicionales satélites. Las cosas han cambiado.
El PAN falló en su oportunidad histórica de encabezar la alternancia, desmantelar las estructuras añejas, desterrar el autoritarismo y consolidar la transición democrática. Además, se vio terriblemente desgastado por el sexenio calderonista y la violencia desatada, que aún hoy genera intensa polarización.
El PRD se ha venido resquebrajando tras años de fratricidio y escándalos, debilitándose fuertemente en la capital del país -su máximo bastión histórico-, al grado de estar en fuerte riesgo de perder la jefatura de la Ciudad que mantiene desde hace 20 años, cuando en 1997 se realizaron por primera vez elecciones y resultó ganador Cuauhtémoc Cárdenas.
El PRI (al que muchos cometieron el grave error estratégico de dar por muerto tras la derrota del 2000) regresó por sus fueros en 2012, y tras 18 meses de ánimo reformista, cayó en un profundo bache provocado por el regreso de la violencia al proscenio y escándalos de corrupción del presidente y su primer círculo, que han resultado en un rechazo nunca antes visto para un mandatario en México.
Las que fueran las tres principales fuerzas políticas del país hace unos cuantos calendarios, hoy se encuentran en serio predicamento. Obedeciendo a su razón de ser como partidos, que es conseguir y conservar el poder, las circunstancias han encendido su instinto de conservación, llevándoles a construir puntos de encuentro.
La plataforma donde se ha cristalizado el encuentro de los personajes referidos al inicio de estas líneas es la Iniciativa Galileos, misma que desde el año pasado fue impulsada por la corriente perredista que se escindió de “Los Chuchos”, y que encabezan Guadalupe Acosta Naranjo y Fernando Belaunzarán. Es en los Diálogos Galileos donde han coincidido personajes de los tres partidos, junto con intelectuales como José Woldenberg, y desde donde se han debatido ideas como la segunda vuelta electoral, la fragmentación del voto en México y los gobiernos de coalición.
En este último tema pueden encontrarse claves del acercamiento, pues surgido del Pacto por México, a partir de 2014 se estableció en la constitución la facultad del presidente de establecer un gobierno de coalición con los partidos representados en el congreso. Sería una nueva forma de construir mayorías legislativas, de integrar el gabinete federal y presentar un programa común de gobierno.
En principio se antoja interesante, pues sería un primer paso en transformar el modelo presidencial. Sin embargo, preocupa que la motivación no sean las circunstancias históricas ni un ánimo renovador de las reglas del juego, sino el debilitamiento común y la fortaleza competitiva de AMLO como candidato presidencial mejor posicionado.
“A mí no me preocupa si gana el PRI, el PAN o si gana Andrés Manuel; lo que me preocupa es la gobernabilidad”, dijo Manlio el lunes en el Foro Galileo. Pero omitió que a todos ellos, como fuerzas políticas, lo que primero les interesa, es sobrevivir.