Han pasado casi cuatro años desde que el Papa (ahora llamado Papa emérito), Benedicto XVI, visitó suelo mexicano y compartió con nuestros connacionales un mensaje de paz y cariño que, aunque distó de ser tan caluroso y empático como los del “Papa peregrino” —el hoy canonizado Juan Pablo II—, sí logró hacer clic con los tumultos de personas que le recibieron en Guanajuato y le acompañaron al Cerro del Cubilete.
México ha recibido en seis ocasiones al Sumo Pontífice (cinco de ellas de la mano de Juan Pablo II).
En total, México ha recibido en seis ocasiones al Sumo Pontífice (cinco de ellas de la mano de Juan Pablo II) a pesar de que la relación con El Vaticano se debilitó tras la Revolución Mexicana, poco después de la llamada época de oro de la diplomacia mexicana de la mano de Matías Romero, notable mexicano a quien hoy se le conoce por dar nombre al Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos, academia donde se preparan quienes aspiran a ser parte del cuerpo diplomático nacional.
Hoy, encontrándonos en el punto medio de la presente administración presidencial, el Papa Francisco estará visitando por unos cuantos días nuestro país y viene a reafirmar la responsabilidad que tenemos como ciudadanos y creyentes de la religión católica para con nuestra comunidad. Su arribo es esperado el día 12 de febrero justo un par de días después de iniciar la época de cuaresma que arranca el día de hoy, miércoles 10 de febrero. Con visitas programadas al Auditorio Nacional y la –por decirlo de alguna forma– de cajón a la Basílica de Guadalupe, México se convierte en un destino más a la lista de este Papa, a quien también le ha dado por recorrer el mundo.
Al Papa Francisco y al Estado Vaticano vaya que le interesa mantener una buena y estrecha relación con el pueblo mexicano. Nuestro país se encuentra en el segundo peldaño de los países más católicos del mundo.
Por más obvia y redundante que fuera la pregunta, es muy importante que nos cuestionemos cosas como: “¿Por qué viene el Papa a México?” y “Exactamente, ¿cuál es el motivo de su visita?”. Evidentemente, y además de responder a una necesidad espiritual, al Papa Francisco y al Estado Vaticano vaya que le interesa mantener una buena y estrecha relación con el pueblo mexicano. Nuestro país se encuentra en el segundo peldaño de los países más católicos del mundo, siguiendo los pasos de Brasil. Sin embargo, según diversas estadísticas, el porcentaje de creyentes ha ido disminuyendo considerablemente, lo que a su vez podría debilitar el poder o la influencia que tiene la Santa Sede en nuestro país.
Según diversas estadísticas, el porcentaje de creyentes ha ido disminuyendo considerablemente, lo que a su vez podría debilitar el poder o la influencia que tiene la Santa Sede en nuestro país.
Otra posible razón para su visita –y aunque suene a guión de película de Luis Estrada– es para relajar la tensión que existe entre el gobierno federal y la población. Sí, muy probablemente el Papa Juan Pablo II gustaba de venir a México y siempre fue bien recibido por nosotros, pero algo me dice que las dos visitas que hizo entre 1990 y 1993 no son necesariamente porque el pontífice quisiera sentir la calidez de la gente.
Desde el inicio de su administración, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari siempre manifestó su deseo de convertir a México en una nación de primer mundo (hoy llamadas “desarrolladas”) y, evidentemente, para ello se requiere de la aprobación y el visto bueno de la comunidad internacional. ¿Quién mejor para acreditar a México como un jugador clave en el mundo que el Papa? Si a esta retórica le agregamos el retome de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede para 1992, probablemente la respuesta se lee sola.
Indudablemente, el componente espiritual de la visita del Papa Francisco a México será del más alto nivel y existe plena confianza de que será recibido con amplio gozo y orgullo en los próximos días, pues gracias a su formación jesuita y que le ha caracterizado por su humildad, sencillez, y honestidad, le ha servido para ser bien recibido a donde quiera que vaya. Por otro lado, y desde el tema político, y aunque suene un poco a agenda transversal, ojalá también se generen acuerdos positivos entre nuestro Presidente y la Santa Sede.
Ojalá y al Papa, ya que ande aquí, no se le olvide echarle su bendición a Peña; y ya si no es mucho pedir, que se rece unos cuantos Ave Marías por la economía nacional.
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