El concepto de “guerra” en la política exterior de Estados Unidos ha estado presente desde hace décadas con las Guerras Mundiales, la Guerra Fría, la guerra contra el narcotráfico, las guerras en Irak, y la más reciente, la Guerra del Terror. En cada una, el discurso fue utilizado por el gobierno estadounidense para mitigar los factores que amenazaban su seguridad e intereses nacionales.
El discurso ha sido construido y transformado según la situación del sistema internacional, tal fue el caso con la “amenaza” del comunismo, los movimientos nacionalistas árabes, la Primavera Árabe, y la más actual, la lucha contra Daesh.
El discurso es tan importante que se ha decidido comenzar a llamarlos Daesh, un término que en árabe puede ser interpretado como ofensivo, ya que al llamarlos ISIS se está reconociendo que son un Estado.
Hoy en día, en su lucha contra este grupo, el discurso es un elemento que resulta fundamental para reforzar el rol que desea tener Estados Unidos como poder hegemónico y para legitimar sus acciones contra el terrorismo, mismas que preceden desde los ochenta. El discurso es tan importante que se ha decidido comenzar a llamarlos Daesh, un término que en árabe puede ser interpretado como ofensivo, ya que al llamarlos ISIS se está reconociendo que son un Estado.
Niblock (2006: 43), citando a Bergen (2001), menciona que el terrorismo surge como preocupación para la seguridad nacional estadounidense, a partir de la presencia militar que tuvo Estados Unidos en Arabia Saudita para detener el comunismo en la región. Esto fue considerado por los islamistas como una violación a sus tradiciones.
No obstante, el 9/11 marcó el discurso con el que se manejaría la política exterior en Estados Unidos durante los próximos años, convirtiendo al anti-terrorismo como un principio para la seguridad doméstica e internacional de este país. Su discurso se basó en la conexión entre los regímenes represivos que existían en la región y el terrorismo anti-occidente (Halabi, 2009: 3). De esta forma, el gobierno estadounidense comenzó a utilizar en sus discursos la idea de la democracia en aquellos países de Medio Oriente con que no tenían gobernantes pro-occidentales.
Durante la Guerra del Terror, la administración de Bush construyó una sensación de temor generalizado entre su población al explotar la vulnerabilidad que sentían los ciudadanos con respecto al tema del terrorismo.
Durante la Guerra del Terror, la administración de Bush construyó una sensación de temor generalizado entre su población al explotar la vulnerabilidad que sentían los ciudadanos con respecto al tema del terrorismo. El discurso de Estados Unidos mostraba la mentalidad de guerra y la idea de que era necesario sacrificar libertades para garantizar la seguridad nacional (Cameron, 2007: 78). Bush utilizó el “peligro” como un elemento que identificaba amenazas del exterior, lo cual se convirtió en parte del discurso de la política exterior durante su mandato.
El gobierno de Estados Unidos catalogó a Irak y todo lo que representaba a los árabes como “el mal”, mientras que los países de Occidente y los aliados de Estados Unidos eran visualizados como “el bien”.
La política exterior de Estados Unidos se enfocó en construir mediante sus discursos la imagen de Irak como un peligro para el bienestar del mundo, y le vendió esta idea a la sociedad estadounidense y a la comunidad internacional. El gobierno de Estados Unidos catalogó a Irak y todo lo que representaba a los árabes como “el mal”, mientras que los países de Occidente y los aliados de Estados Unidos eran visualizados como “el bien”.
Por el contrario, los discursos de Obama contra Daesh han estado encaminados hacia este grupo, y no hacia una población o grupo países, como era el caso con su predecesor de aquellos categorizados como el “eje del mal”.
La situación que se vive hoy en día después de los acontecimientos de París y las amenazas de Daesh pone en evidencia que esta imagen y sensación de peligro hacia los árabes musulmanes o no musulmanes que se creó a partir durante la administración de Bush, continúa arraigada en grandes sectores de la población mundial, principalmente en países occidentales.
Después del 9/11 y con la lucha contra Daesh, se ha presentado en los medios de comunicación una saturación de imágenes de la amenaza terrorista que pueden llegar a caer en estereotipos raciales y religiosos, y quien tenga “apariencia árabe”, sea musulmán y/o lleve puesta una burka, puede ser considerado como un posible terrorista.
La lucha contra el terrorismo seguirá, y si bien Estados Unidos ha utilizado su poder económico y militar como herramienta para cumplir sus objetivos de política exterior, el discurso continuará teniendo importancia, pues el poder que tiene ayuda a legitimar las decisiones del gobierno estadounidense, hacen la diferencia, y es un mecanismo para regular las relaciones internacionales.
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Referencias
Cameron, R. W. (2007). Self-discipline in a Time of Terror U.S. Foreign Policy and the U.S. Self. Theoria: A Journal Of Social & Political Theory, 54(114), 74-101. doi:10.3167/th.2007.5411405.
Halabi, Y. (2009). US Foreign Policy in the Middle East. Great Britain: Ashgate Publishing Group. [Versión de ebrary]. http://site.ebrary.com/lib/universidadmonterrey/docDetail.action?docID=10276587&p00=u
s%20foreign%20policy%20middle%20east
Niblock, T. (2006). The US-Saudi Alliance: A Crisis Overcome?. Journal Of Social
Affairs, 23(89), 41-59.
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