El cruce de las calles de Los Soles y Casolar en el municipio de San Pedro Garza García, parece un cruce en donde los peatones son irrelevantes. No lo es.
Lo que parece la última calle de una zona de oficinas enclavada en la montaña, conduce también a la ruta por la que decenas de personas caminan a diario de sus casas a sus trabajos por la mañana y de regreso por la tarde.
Por unas brechas ya claramente marcadas, se llega a la parte más alta de la Loma Larga en el límite de Monterrey y San Pedro. Desde ahí se puede apreciar la opulencia del municipio de mayor ingreso de la zona metropolitana y las carencias de una de las zonas marginadas más antiguas de la ciudad: La colonia Independencia.
Subimos hasta ahí para entender el uso de esas brechas. Junto a la Iglesia de la Santa Cruz, un grupo de mujeres vende ropa usada mientras un grupo de policías de Fuerza Civil armados y protegidos con chalecos antibalas resguarda la zona. Nos acercamos con la gente a preguntar si utilizaban esos improvisados caminos por los que subimos y la respuesta siempre fue la misma: Todos los días.
Nos explicaron que era la manera de llegar a sus trabajos y aunque se han dado incidentes delictivos incluyendo homicidios, sigue siendo ruta diaria de trayecto a San Pedro.
Del lado de Monterrey un serpenteante Antiguo Camino a San Agustín une la parte más alta de la loma con la parte antigua de la colonia. De este lado, decenas de personas caminan grandes distancias a diario por caminos y escaleras para llegar a calles por las que pasa el transporte público.
Estos caminos se conocen como Líneas de deseo. Son esas rutas que la gente marca como las más eficientes para sus desplazamientos.
Los teleféricos en Medellín y La Paz, tranvías y elevadores en Lisboa, escaleras eléctricas en Hong Kong o muchos proyectos de escaleras artísticas alrededor del mundo, siguieron estas las líneas deseo.
Donde veamos gente caminar siempre habrá oportunidad para mejorar la comunicación, el transporte y la convivencia. Ignorar las líneas de deseo puede llevar a decisiones urbanas erradas que se reflejarán en gastos excesivos en obras de escasa eficiencia.
Esto último lo vemos pasar en Monterrey ya que estas líneas de deseo las marcan los peatones y aquí el auto privado manda. Es más factible buscar desplazar a la gente para hacer nuevas calles, avenidas o pasos a desnivel que buscar alternativas de transporte público, peatonal o no motorizado.
Esta realidad debe cambiar.
Se podrán hacer costosos estudios urbanísticos, pero el mejor estudio urbano es gratuito y se realiza al voltear a ver por dónde va la gente.