¿Qué hubiera sucedido en México si el Constituyente de Querétaro (1917) hubiera estado conformado de forma paritaria por mujeres y hombres? Para empezar, no se nos hubiera negado el reconocimiento de nuestra plena ciudadanía, bloqueando nuestro derecho a votar y ser votadas, derecho que se reconoció hasta 1953.
También pienso que nuestra Constitución no hablaría exclusivamente en masculino desde entonces, sino que se hubiera garantizado que en este importante documento que rige la vida democrática de nuestro país, la palabra “mujeres” estuviera bien inscrita y, junto con ella, la garantía de todos sus derechos.
Si las mujeres hubieran sido parte esencial para el proceso de escribir nuestra Constitución desde aquél entonces, quizá nuestras causas hubieran estado mejor cimentadas, con un fuerte énfasis en resolver, prevenir y atender las distintas violencias de las que aún somos objeto.
Por ello, hoy celebro que con el “Sí” alcanzado este domingo en Chile para una nueva Constitución, venga a la par un gran triunfo: la conformación de un órgano constituyente integrado en paridad de género. Es decir, un órgano en donde las voces y las vivencias de las mujeres cuenten, en donde se materializarán en una visión incluyente de un nuevo país que busca alejarse de su pasado dictador y represor.
Con esto, Chile ha hecho historia de maneras numerosas y nos deja un claro ejemplo de cómo debe reconstruirse un país: con la participación real, justa y equitativa de todas las personas, de todas las visiones, de todas las necesidades.