Cómo nos ha cambiado la vida en tan sólo una semana… Hace 14 días sabíamos que existía un nuevo virus que amenazaba la vida de las personas en China, en Europa y en algunas otras partes del mundo, sin embargo era totalmente ajeno a nosotros. El primer caso llegó al país; aún considerábamos que era sólo una persona, que todo estaría bien y seguimos saliendo a la calle a trabajar, a la escuela, a ver a nuestros amigos y familiares.
Poco nos duraría el pensar que esto era algo lejano y que no nos contagiaríamos. Comenzaron las compras de pánico, se acabaron los antibacteriales, los limpiadores, el alcohol, el papel de baño, las latas. ¿Y el que no alcanzó a comprar por falta de dinero o tiempo? Pues a ver cómo le hace, yo ya aseguré lo mío.
En Nuevo León, el Gobernador Jaime Rodríguez empezaba a solicitar cuarentena voluntaria y el Alcalde de San Pedro, Miguel Treviño, aislamiento obligatorio. Por el contrario, el Presidente Andrés Manuel López Obrador le decía a la gente que no se preocupara, que saliera a las calles.
Se cancelaron clases, eventos masivos, reuniones de gobierno; a varias personas les dieron la oportunidad de realizar home-office, a otras les dijeron que debían seguir asistiendo a sus lugares de trabajo, y a las menos afortunadas las despidieron pues, si la economía disminuía, las empresas no serían capaces de pagar los sueldos.
Las familias se reencontraron en sus casas. 30 minutos juntos a la hora de la cena se convirtieron en 24 horas de convivencia, algunas con resultados exitosos, otras considerando comenzar a jugar Big Brother para eliminar miembros del hogar.
Los padres han tenido que adaptar sus rutinas para atender de tiempo completo a sus hijos, sobre todo a los más pequeños, creando para ellos actividades entretenidas que los ayuden a pasar el rato. Los maestros han tenido que adaptar el contenido de sus clases para poder ofrecerlas en línea, y no sólo los que trabajan en las universidades, sino también los que se ganan la vida enseñando baile, pintura, música, fotografía, o cualquier otra afición que se venga a la mente.
Los alumnos también han tenido que cambiar sus rutinas adecuando espacios para poder tomar sus materias, pudiendo despertar más tarde de lo normal, arreglándose menos sin el miedo a sentirse juzgados pues, al final, todos están detrás de una pantalla.
¿Y la vida social? Difícil tener una en este momento. Los restaurantes entregan a domicilio o para llevar; los centros sociales, cines, bares y parques públicos están cerrados; las celebraciones religiosas, sin importar la creencia que se profese, se han cancelado; y el espacio más seguro para encontrarte con otra persona es a metro y medio de ella para disminuir la posibilidad de contagio.
Muchos se preguntan si esto terminará pronto, si después del receso de Semana Santa podremos volver a nuestra vida normal… la respuesta no está clara, tal vez no sea así. Lo que es seguro es que si queremos que esto dure el menor tiempo posible debemos acatar al pie de la letra las indicaciones, no del gobierno, sino de organismos internaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Es difícil, es cierto, lo es para todos; pero más difícil sería si no tuviéramos las herramientas electrónicas que se han desarrollado a lo largo del tiempo. La mejor manera de estar unidos con nuestros seres queridos hoy es permanecer separados.