Lo que nos dejó el 2017 fue un largo año de tensiones para hacer que la Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano aprobada a nivel federal en 2016 pasará con éxito en los Congresos locales al menos como un marco de referencia para la adaptación local de qué es lo que deberíamos poner a consideración de la Agenda legislativa como propuesta para la reglamentación de las ciudades del futuro.
En medio de confusiones, ignorancias y desinformación absoluta, así como de perfiles egóicos de técnicos que han vivido de hacer negocio con lo que saben pero no entienden qué significa a profundidad el bien común, así como de muchos intereses en juego, Nuevo León fue el único estado en la República Mexicana que se amparó ante esta naciente Ley que fue liderada por el Senador Francisco Burquez en el Senado.
La tan urgente como importante #ReformaUrbana pasó a la historia como una renovada visión legislativa que permitiría servir de brújula para hacer ciudades de escala humana. Una apuesta ríspida para quienes siguen creyendo que la ciudad sólo se puede sostener de prácticas, diseños o Planeación errónea del pasado.
Sin embargo, pese a ese conflicto, algunos de los puntos importantes pasaron y son ahora parte de la Ley de Desarrollo Urbano de Nuevo León. No salió de forma ideal como lo hubiéramos querido quienes hemos impulsado durante años una nueva reglamentación para la ciudad. Pero al menos se generó el debate necesario.
No pudimos con la carga cultural e historia que piensa que la ciudad sólo debe ser para transitarse y no para vivirse. A pesar de eso, la realidad seguirá marcando el reloj de los cambios que podrán ser rechazados pero que tarde o temprano son inevitables.
Porque si hay algo que debemos rescatar es el cómo le haremos para transformar esta urbe regiomontana que hoy no es competitiva para hacer la que necesita de serlo a raíz también de la agenda urbana internacional. El reto es enorme cómo la carencia de indicadores de calidad de vida que auguren su éxito.
Considero que la mayor proeza en este año que termina fue no blindar al Urbanismo de la política. Que, al contrario, técnicos tan comprometidos con su ciudad como Paulino Decanini, Gabriel Todd y la que le escribe, hayamos dado la cara de forma frontal a defender el futuro que no puede seguir estando en el monopolio de intereses que más que nocivos empiezan a ser en la distancia del tiempo, arcaicos.
Está confrontación al menos hizo ese debate mucho más factible y no el espléndido silencio en el que ha vivido un tema tan importante como el diseño de la ciudad.
Había escrito hace tiempo en este mismo espacio que perdimos, pero en realidad viéndolo en esa perspectiva ganamos abrir la puerta de manera transparente en la defensa de la ciudad competitiva, justa, segura, humana y sustentable no que queremos, sino que hemos trabajado desde la raíz.
No más blindajes en lo “oscurito”. Hay que hacer política urbana. Porque como diría la abuela de un amigo. Nadie puede defender como uno lo que es de uno.
Nuestro fue el gran logro de la Reforma Urbana a nivel nacional en su adaptación en los Congresos locales de cada entidad del país. Ese es un gran logro. Velar hoy por el mañana de las ciudades en México. Aún y cuando la nuestra sigue en el rezago urbano en el que quiere estar.