La elección presidencial en puerta probablemente establezca un récord en el número de candidaturas participantes, primordialmente debido a la existencia de la modalidad independiente. En días pasados, el INE recibió 86 manifestaciones de intención de personas que pretenden competir por la presidencia sin partido político, de las cuales ya aprobó 40.
Uno de los primeros elementos que se ha señalado es la titánica cantidad de ciudadanía firmantes para que estas candidaturas llegaran a cristalizarse. Cada ciudadano puede firmar por un solo aspirante independiente, y cada aspirante debe recoger poco más de 866 mil firmas, lo cual indica que poco más de 34 millones de mexicanas y mexicanos tendrían que firmar para hacer viables a las 40 candidaturas. Esto se antoja poco probable -por no decir que absurdo-, sobre todo si consideramos que en la elección federal de 2012 se emitieron 50 millones de votos, es decir, tendrían que firmar casi el equivalente a tres cuartas partes de quienes participaron en ese proceso.
Esto señala de entrada que la gran mayoría de esas candidaturas no se obtendrán, por lo que terminarán por ser testimoniales. En sí mismo, este hecho no puede reprocharse, pues aspirar a una candidatura por esta vía es un derecho que cualquiera puede ejercer. Sin embargo, llama la atención que ante tal avalancha de candidaturas, haya poco refresco a la pluralidad del abanico ideológico y de agendas políticas.
Margarita Zavala, Ríos Piter y Jaime Rodríguez se encuentran entre los que probablemente conseguirán candidaturas, pero todos son personajes formados en los partidos tradicionales. Ferriz de Con no proviene de los partidos, pero representa una visión conservadora ya desgastada.
Hasta ahora, solamente Marichuy Patricio y Marco Ferrara marcan una tendencia distinta. La primera representa no solo al EZLN, sino una agenda de género y a la población indígena, además de ser la única candidatura genuinamente anti-sistema, pues representa una suerte de sátira a un sistema político que consideran caduco y al capitalismo como mundo-sistema imperante. Ferrara, por su parte, abriría un interesante espacio a las minorías sexuales, pues de lograr conjuntar las firmas, sería el primer candidato abiertamente gay en la historia de México, lo cual ya sería simbólico en sí. Emilio Álvarez Icaza también hubiese representado una bocanada de frescura a una opción progresista con alto contenido de derechos humanos, pero decidió no contender debido a que evaluó que hacerlo solamente hubiese beneficiado a fragmentar el voto y beneficiar a los partidos mayoritarios, particularmente al PRI, de acuerdo a su dicho.
Por tanto, habrá que tomar la modalidad independiente con un grano de sal, y esperar a ver cuáles y cuántas candidaturas serán viables. La probabilidad indica que pocas, y de esas pocas, una buena parte la ocuparán personajes de formación y herencia en las fuerzas tradicionales. Pluralidad entre comillas.