Tigres estamos en la final. El futbol es el deporte más popular hoy en día en el mundo, tiene la característica de unir masas. No importa raza, clase social, religión e ideología lo único que te distingue son tus colores: tu equipo. Aunque el futbol es un deporte comercial y universal, debería quedar por sentado que es incluyente. No es así; el futbol también discrimina en género. La sociedad en general es de los grupos más duros, incluso al momento de hablar de deporte existe la creencia de que el futbol es solamente para y de hombres.
Lo único que busco al contestar esto es la validación y aceptación de la persona que me lo preguntó, que por supuesto termina cayendo en el sexismo y en los estereotipos que dicen que las mujeres no saben ni juegan futbol.
“A ver si es cierto, dime el once inicial”. Esa es una de las típicas frases que escuchas al ser mujer y decir que te gusta el futbol. Inmediatamente respondo el once inicial de memoria, incluso me atrevo a ironizar: “¿Quieres el once que sería con los lesionados o el ideal?”. Claro, porque lo único que busco al contestar esto es la validación y aceptación de la persona que me lo preguntó, que por supuesto termina cayendo en el sexismo y en los estereotipos que dicen que las mujeres no saben ni juegan futbol.
Incluso hay quienes se atreven a preguntar si el gusto por el futbol es para llamar la atención del sexo opuesto. Esta pregunta es la que más violencia de género demuestra, ya que no insinúan solamente que yo como mujer no puedo tener gusto y pasión genuino por un deporte de “hombres”, sino que los hombres no son lo suficientemente inteligentes para poder conversar de otra cosa. Claro, me encanta el futbol y quiero hablarlo, pero eso no define mi interés por la conversación de una persona.
Hemos naturalizado frases como “corre como niña”, “no seas nena”, entre muchas más, dándoles una connotación negativa.
Estas barreras, que pueden parecer “naturales o normales” para la sociedad, son las mismas que nos aquejan todos los días y no nos damos cuenta. Hemos naturalizado frases como “corre como niña”, “no seas nena”, entre muchas más, dándoles una connotación negativa. ¿Por qué? ¿Por qué existe tanto miedo a permitir intercambiar o eliminar esos roles que se han construido por nosotros?
Se han hecho oficiales las ligas de futbol femenil, esto podría significar un avance. Pero es bastante engañoso. En el reciente mundial femenil disputado en Canadá, jugadoras interpusieron una demanda para la FIFA por hacerlas jugar en pasto artificial, algo nunca antes visto en un mundial de futbol varonil, ya que a ellos debido a las lesiones que puede provocar el pasto sintético los hacen jugar en pasto normal. La FIFA no actúo sobre la petición de las jugadoras. Este no es el único ni el más fuerte problema que enfrentan las jugadoras.
Si consideramos que una de las recomendaciones que hizo el ex presidente de la FIFA Joseph Blatter fue “usar ropa más pequeña para que más gente las vea”, lo peor para las jugadoras no fue eso, sino el sexismo presente en la sociedad.
Si consideramos que una de las recomendaciones que hizo el ex presidente de la FIFA Joseph Blatter fue “usar ropa más pequeña para que más gente las vea”, lo peor para las jugadoras no fue eso, sino el sexismo presente en la sociedad: tener que demostrar que son mujeres para poder jugar. De nuevo, como si al ser mujer no existiera la posibilidad de que te guste y sepas jugarlo. Estas jugadoras se sometieron a humillantes pruebas que la FIFA realizó, ya que si un equipo tiene “motivos” para pensar que la jugadora no es mujer, se puede iniciar una investigación completa y la que se niegue a esto es sancionada. ¿A qué me refiero con “motivos”? A que las jugadoras no tengan un volumen “considerable” de busto para ser mujer, su complexión sea más robusta de lo “normal”, entre otras.
¿Existen trabas para los hombres? Sí, pero las trabas que tienen ellos no son las de género. En cambio, las mujeres tienen que sufrir las mismas que ellos y agregar las de género.
Es lo que tienen que sufrir las jugadoras de futbol para poder llegar a realizar lo que les apasiona. ¿Existen trabas para los hombres? Sí, pero las trabas que tienen ellos no son las de género. En cambio, las mujeres tienen que sufrir las mismas que ellos y agregar las de género. Es necesario que se empiece a cambiar la casilla en la que metemos a las mujeres y los hombres. Nuestro sexo no define qué nos gusta y que no. Muchas jugadoras se someten a esta humillación para abrir las puertas a las que vamos abajo empujando, para demostrar al sistema que, a pesar de las barreras que puedan existir, seguimos luchando con ganas de realizarnos.
La U, la U, la U.
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