En México la educación es un tema que se toca mucho en las instancias de gobierno, la iniciativa privada y la sociedad en general. Es quizá el único diálogo en el cual todos estamos de acuerdo en que debe ser transformada y enfocada a la innovación. Pero aún en nuestro acuerdo seguimos distantes de las grandes potencias educativas como Finlandia, país que alcanzaríamos en 50 años con el trabajo de excelencia en sus aulas.
La educación pública, históricamente, se ha caracterizado por malos resultados en las pruebas internacionales como PISA, con un sistema arcaico y poco efectivo, lugar dónde se educa a la mano de obra más barata del país.
El mayor porcentaje destinado a la educación, que a decir verdad no es poco, se concentra en sueldos y filtros sindicales que no le permiten al presupuesto otorgar mejor calidad educativa, condiciones óptimas en las aulas y mejores condiciones de estudio.
Por si fuera poco, el mayor porcentaje destinado a la educación, que a decir verdad no es poco, se concentra en sueldos y filtros sindicales que no le permiten al presupuesto otorgar mejor calidad educativa, condiciones óptimas en las aulas y mejores condiciones de estudio.
Además, los maestros son poco valorados tanto social como económicamente, razón por la que muchos entregan resultados a cuentagotas y otros, con mucha vocación, sacan adelante a sus alumnos con esfuerzo al vacío.
La creatividad tecnológica tiene que llegar urgente a las aulas más olvidadas del país y eso difícilmente ocurrirá por mandato de nuestros gobernantes, a decir verdad, a ellos les conviene una ciudadanía poco educada.
La innovación educativa debe alcanzar ya a la educación pública; la creatividad tecnológica tiene que llegar urgente a las aulas más olvidadas del país y eso difícilmente ocurrirá por mandato de nuestros gobernantes, a decir verdad, a ellos les conviene una ciudadanía poco educada.
Estoy seguro que tenemos a las personas indicadas para transformar la educación desde la iniciativa privada en trabajo conjunto con la sociedad. Para ello, debemos atender tres puntos principales:
La educación, entre más pasan los años, más se aleja de la realidad laboral lo que dificulta que los mexicanos sean competitivos, productivos y eficientes.
1.- Escuelas enfocadas a la productividad: La educación, entre más pasan los años, más se aleja de la realidad laboral lo que dificulta que los mexicanos sean competitivos, productivos y eficientes. Ello también deriva un alto crecimiento de las brechas sociales, una clase pobre cada vez más pobre y una clase alta cada vez más poderosa. Cambiar, por ejemplo, como lo está haciendo Japón, las matemáticas tradicionales por aritmética de los negocios.
2.- Un rol distinto del maestro: El maestro dejará el papel protagónico para dejárselo a los alumnos que cuestionan, investigan, crean y se desarrollan. El docente deberá ser guía y mentor que provea las condiciones necesarias para que el alumno crezca personal y profesionalmente.
3.- Trabajo en equipo: El papel de la escuela es mínimo con el que deben jugar los padres en el hogar. A decir verdad, es un trabajo entre ambos, con los recursos públicos que alimenten correctamente al sistema y con entes privados dispuestos a ocuparse profundamente en la innovación educativa. Solamente juntos resolveremos el laberinto aparentemente sin salida.
El cambio es necesario siempre, más en un país como el nuestro, con profundos problemas sociales y con crecientes desigualdades. La educación será siempre la única esperanza de obtener el desarrollo que anhelamos como país.
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