Parlamento Húngaro prohibe la Marcha del Orgullo LGBT+

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El Parlamento húngaro aprobó el martes una ley que prohíbe la marcha del Orgullo LGBTQ+ y respaldó una resolución contra el endeudamiento conjunto de la Unión Europea para fines de defensa. Estas decisiones se producen en vísperas de la participación del primer ministro Viktor Orbán en una cumbre en Bruselas esta semana.

El partido gobernante Fidesz, que ostenta una mayoría significativa en la legislatura, presentó el lunes una propuesta que impide la celebración del desfile anual del Orgullo, argumentando que podría ser perjudicial para los menores. La ley fue aprobada al día siguiente mediante un proceso acelerado, con 136 votos a favor y 27 en contra.

Orbán, que enfrenta el crecimiento de una nueva oposición de cara a las elecciones de 2026, ha intensificado su retórica contra la comunidad LGBTQ+ y en las últimas semanas ha abogado por restringir la financiación extranjera a medios independientes y ONG en Hungría.

La medida fue duramente criticada por el alcalde liberal de Budapest, mientras que diputados del partido opositor Momentum protestaron durante la votación encendiendo bengalas de humo y esparciendo imágenes manipuladas de Orbán y el presidente ruso, Vladimir Putin, besándose.

La nueva legislación modifica la ley de libertad de reunión y prohíbe la realización de eventos que infrinjan una normativa de 2021, la cual prohíbe la “promoción de la homosexualidad y el cambio de sexo” entre menores. Según el texto legal, su objetivo es garantizar que solo se celebren actos que “respeten el derecho de los niños a un desarrollo físico, mental y moral adecuado”.

Los organizadores del desfile, previsto para el 28 de junio, calificaron la decisión como “otro paso hacia la fascistización de la sociedad” y aseguraron que planean llevar a cabo la marcha pese a la prohibición.

Además, el Parlamento aprobó una resolución en contra del endeudamiento conjunto de la UE para gastos de defensa. La semana pasada, Orbán declaró que Hungría está dispuesta a contribuir a la política de defensa común, pero sin asumir deudas conjuntas.

La Comisión Europea propuso recientemente que los países de la UE soliciten un préstamo de hasta 150 mil millones de euros (163 mil 670 millones de dólares) para reforzar sus capacidades militares. Para ser aprobado, el plan requiere el apoyo de al menos 15 de los 27 países del bloque, representando el 65 % de su población total. Hungría, por sí sola, no tiene la capacidad de bloquear la iniciativa.

Bienvenidos a la nueva Doctrina del Shock

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El Coronavirus ha logrado posicionarse como el generador de paranoias número uno a nivel global. Las compras de pánico, las protestas y ataques al personal médico, no son más que el resultado del miedo a la incertidumbre que hemos respirado estos últimos meses, miedo a no saber que pasará mañana, miedo a salir a comprar comida y e infectarse, y, sobre todo, miedo a infectar a nuestros seres queridos o personas con condiciones que los hagan más vulnerables al virus. 

Mientras la atención de la mayoría está centrada en los noticieros o en la actualización del número de contagios y muertes alrededor del mundo, muchos gobiernos han aprovechado el miedo y la paranoia para tomar medidas o acciones que, en cualquier otro escenario, hubieran resultado imposibles. El término “Doctrina del Shock” fue acuñado por la periodista Naomi Klein(2008), para describir el escenario mediante el cual, los gobiernos eran capaces de implementar políticas que de otra forma serían rechazadas por la ciudadanía. Si bien Klein hacía referencia a políticas económicas en países con modelos de libre mercado, lo cierto es que podemos aplicar perfectamente su teoría al campo de la democracia; en un estado de vulnerabilidad, los sujetos aceptan cuestiones y reformas que de otra forma rechazarían de manera radical.

 Tomemos el ejemplo del gobierno de Nayib Bukele, en El Salvador. Desde el miércoles 11 de marzo, cuando el país centroamericano declaró emergencia nacional por el coronavirus, Bukele ha implementado estrictas medidas de cuarentena, como autorizar a los militares el arrestar y enviar a los “centros de cuarentena” del gobierno a cualquier persona que infrinja las nuevas medidas, decomisar vehículos, e incluso entrar las casas de gente “sospechosa” de contagio.  Aún cuando la Corte Suprema de Justicia de El Salvador declaró que dichos arrestos eran inconstitucionales y ordenó la suspensión de estos, Bukele se negó y los soldados permanecieron en las calles. Días después, debido al alza de violencia entre pandillas en el país, Bukele publicó un tweet donde daba autorización a la policía y el ejército para responder como vieran conveniente, y poco después, fueron publicadas por el gobierno algunas fotos de un gran número de miembros de pandillas sin camisa y forzados a sentarse uno encima del otro en prisión, a pesar de los peligros de propagar aún más el virus.  Lo más interesante de todo es que, según las últimas encuestas, la aprobación de Bukele está en el 85%, lo cual corrobora que, ante el miedo y la incertidumbre, cualquier figura que inspire seguridad y algún tipo de liderazgo, será vista con buenos ojos por parte de la ciudadanía, incluso si esta seguridad viene fundamentada desde miedo y el comportamiento autoritario.

De la misma manera, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, emitió un decreto que restringe temporalmente los derechos a la libertad de expresión, apoyando su decisión en la necesidad de combatir la propagación de la desinformación relacionada con el coronavirus. Por otro lado, en Bolivia, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH pidió al gobierno interino de Jeanine Añez retirar el decreto que establece penas de prisión por “desinformar” e “incitar a los crímenes contra la salud”, que, por cierto, tienen base en cargos imprecisos y demasiado amplios.

Y para aquellos que creen que el virus sólo está afectando los gobiernos en América Latina, en Hungría, el 4 de abril, el Parlamento húngaro aprobó una ley que le permite al mandatario Viktor Orbán gobernar con poderes extraordinarios, sin límite temporal y sin control.

Bien dijo el filósofo Jacques Ellul que “la técnica es la frontera de la democracia. Lo que la técnica gana la democracia lo pierde”. Las instituciones gubernamentales deben establecer una línea que separe los cargos técnicos y los políticos, quienes tienen la obligación de rendir cuentas a los primeros. En tiempos donde la incertidumbre es mayor que nunca, las instituciones no democráticas y cuerpos no políticos, como la policía o el ejército, parecen tener más aprobación que nunca por parte de la ciudadanía. Así que, sin más preámbulos, sean todos bienvenidos a la nueva doctrina del shock, cargada de medidas restrictivas, abusos de poder, suspensión de derechos y medias anticonstitucionales. No se sorprendan si pronto pueden ver algún presidente suspendiendo elecciones o alargando mandatos, pues es todo parte del espectáculo. 

Referencias

Naomí Klein. La Doctrina del Shock: el Auge del Capitalismo. Buenos Aires, Paidós Editorial, 2011

Oppman, P. (2020) ¿Salvador o autoritario? El presidente ‘millennial’ de El Salvador desafía a las cortes y al Congreso en la respuesta al coronavirus. https://cnnespanol.cnn.com/2020/05/21/salvador-o-autoritario-el-presidente-millennial-de-el-salvador-desafia-a-las-cortes-y-al-congreso-en-la-respuesta-al-coronavirus/

Wola (2020) Tendencias antidemocráticas y abusos de derechos humanos en la era de COVID-19. https://www.wola.org/es/analisis/tendencias-antidemocraticas-abusos-derechos-humanos-covid-19/

Brabo, A. (2020) Covid-19: ¿Una amenaza también para la democracia? https://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/covid-19-una-amenaza-tambien-la-democracia